Aunque pasaron siete años desde el fallecimiento del ídolo, Sandro no es fácil de olvidar y aún continúa siendo noticia desde el panteón de los fenómenos populares. Su voz impostada, los movimientos de pelvis y su metamorfosis musical se integraron para crear una marca registrada que no solo conquistó a “las nenas” sino también al mundo del showbiz. Tanto es así que esto generó una usina de negocios que incluyen desde shows de imitadores hasta musicales en la calle Corrientes y una miniserie a estrenarse este año.
Un disco roto durante un actor escolar impulsó a un muchacho criado en Valentín Alsina a darse cuenta de que su verdadera pasión era la música. Esos aplausos de sus compañeros durante el 9 de Julio de 1957 fueron tan solo el comienzo de una carrera llena de éxitos y penumbras que formarían la leyenda de Sandro de América. Durante su trayectoria obtuvo 15 discos de oro, vendió 8 millones de álbumes, protagonizó 11 películas e hizo historia presentándose en el Madison Square Garden ante 250 millones de telespectadores por transmisión satelital.
No se le puede pedir a los fanáticos de Sandro que no lo amen así, tal como dice una de sus canciones. Muchos suelen recurrir a los imitadores para imaginar, y tal vez soñar, que el Gitano todavía está entre nosotros. Para recordarlo como la misma felicidad, los más requeridos son Oscar Miranda y Fernando Samartín, ya sea por su parecido físico o por su habilidad para recrear la voz y los movimientos del cantante. Los costos de un show pueden ir desde $ 18.000 hasta $ 50.000, dependiendo del artista, la cantidad de músicos en escena y las características del lugar.
“La primera vez que lo imité ante un público fue en un cumpleaños mío. Había venido a cantar Marcelo Sosa, un gran recreador de Sandro, y yo canté con él usando smoking y con unas patillas pintadas”, recuerda Samartin, quien en el 2014 realizó un show homenaje en el Gran Rex en el que cortó 2.300 tickets. Los managers del actor aseguran que en un año pueden llegar a hacer alrededor de 30 presentaciones.
Sandro saludando a sus "nenas" el día de su cumpleaños.
A la historia de Sandro se sumó Juan Parodi. Trabajaba en Torneos y Competencias cuando se enteró que alguien estaba realizando la serie Escobar, El patrón del mal, basada en la vida del famoso narco colombiano. En ese instante, el productor intuyó que se venía la época de las biopics y pensando un personaje fuerte para sumarse a la movida surgió el nombre del autor de Rosa Rosa. “No armamos la serie porque pensamos que es una figura redituable económicamente sino que vemos esto como el relanzamiento de Sandro para las próximas generaciones”, explica Parodi. Estuvo dos años obteniendo los derechos musicales y de imagen del cantante y, ahora, con un presupuesto de US$ 200.000 por episodio, la miniserie Sandro de América podría estrenarse en agosto en la pantalla de Telefé. Contará con Agustín Sullivan, Marco Antonio Caponi y Antonio Grimau interpretando al ídolo en las distintas etapas de su vida durante 13 emisiones.
¡Dame fuego!
De ser un rockero de pantalones de cuero, moviéndose como un viento que no tiene rumbo en sus comienzos con Los de Fuego a transformarse en un baladista de smoking que hacía suspirar a sus fanáticas. Su transformación a lo largo de su carrera fue una de las claves de su éxito que lo convirtió en un verdadero mito de la música argentina. Las 295 canciones que tienen registradas en el SADAIC, muchas registradas en coautoría con su manager Oscar Anderle por un arreglo comercial entre ellos, lo posicionan como uno de los grandes cantautores nacionales.
En 2010, año de su fallecimiento, fue la última vez que el Gitano estuvo entre los discos más vendidos, según el Sistema de Información Cultural de la Nación, con Sandro lo mejor. Su apodo "Sandro de América" no es en vano, ya que su fama alcanzó todo el continente. “El producto trasciende fronteras. Cuando estuve en la Feria de Cannes me encontré con colegas colombianos y chilenos que estaban fascinados con la idea y muy interesados en la serie”, cuenta Parodi, productor de Sandro de América. “Era muy culto; leía e investigaba todo el tiempo, pero creo que el ídolo terminó eclipsando al cantautor”, analiza Samartín, quien asegura que en Chile, por ejemplo, “Sandro es Dios”.
Agustín Sullivan, Antonio Grimau y Marco Antonio Caponi caracterizados como el Gitano. Fuente: Clarín
“Para mi ese proyecto fue algo trascendental porque yo le tenía mucho cariño”, relata el empresario Héctor Cavallero. Estuvo a cargo de la producción del musical Por amor a Sandro en 2012. La obra vendió alrededor de 40.000 entradas durante sus seis meses en las marquesinas de la calle Corrientes y demandó una inversión de $ 2,7 millones. Protagonizada por Natalia Cociuffo y Fernando Samartín, el show contaba la historia de una de “las nenas” que, a pesar de haberse casado y formado una familia, aún tenía un mundo de sensaciones por el ídolo. Aunque Cavallero afirma que el espectáculo “no fue un buen negocio” porque cambiar de teatro del Broadway al Premier “los perjudicó”, reconoce que le gustaría volver a hacer un proyecto similar.
Ya pasaron 54 años desde que Roberto Sánchez grabó su primer sencillo con una canción de Paul Anka y otra de Elvis. Él conocía el gusto popular y sabía qué hacer para que deliren sus fans; se desdoblaba entre Roberto, el hombre de la vida privada detrás del muro de Banfield, y el Sandro frenético y encantador que generaba competencias de lanzamiento de prendas íntimas. Logró agigantar tanto su figura que aún hoy continúa generando ingresos para los herederos de la fama del personaje que fue una piedra angular en el rock nacional.
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Un disco roto durante un actor escolar impulsó a un muchacho criado en Valentín Alsina a darse cuenta de que su verdadera pasión era la música. Esos aplausos de sus compañeros durante el 9 de Julio de 1957 fueron tan solo el comienzo de una carrera llena de éxitos y penumbras que formarían la leyenda de Sandro de América. Durante su trayectoria obtuvo 15 discos de oro, vendió 8 millones de álbumes, protagonizó 11 películas e hizo historia presentándose en el Madison Square Garden ante 250 millones de telespectadores por transmisión satelital.
No se le puede pedir a los fanáticos de Sandro que no lo amen así, tal como dice una de sus canciones. Muchos suelen recurrir a los imitadores para imaginar, y tal vez soñar, que el Gitano todavía está entre nosotros. Para recordarlo como la misma felicidad, los más requeridos son Oscar Miranda y Fernando Samartín, ya sea por su parecido físico o por su habilidad para recrear la voz y los movimientos del cantante. Los costos de un show pueden ir desde $ 18.000 hasta $ 50.000, dependiendo del artista, la cantidad de músicos en escena y las características del lugar.
“La primera vez que lo imité ante un público fue en un cumpleaños mío. Había venido a cantar Marcelo Sosa, un gran recreador de Sandro, y yo canté con él usando smoking y con unas patillas pintadas”, recuerda Samartin, quien en el 2014 realizó un show homenaje en el Gran Rex en el que cortó 2.300 tickets. Los managers del actor aseguran que en un año pueden llegar a hacer alrededor de 30 presentaciones.
Sandro saludando a sus "nenas" el día de su cumpleaños.
A la historia de Sandro se sumó Juan Parodi. Trabajaba en Torneos y Competencias cuando se enteró que alguien estaba realizando la serie Escobar, El patrón del mal, basada en la vida del famoso narco colombiano. En ese instante, el productor intuyó que se venía la época de las biopics y pensando un personaje fuerte para sumarse a la movida surgió el nombre del autor de Rosa Rosa. “No armamos la serie porque pensamos que es una figura redituable económicamente sino que vemos esto como el relanzamiento de Sandro para las próximas generaciones”, explica Parodi. Estuvo dos años obteniendo los derechos musicales y de imagen del cantante y, ahora, con un presupuesto de US$ 200.000 por episodio, la miniserie Sandro de América podría estrenarse en agosto en la pantalla de Telefé. Contará con Agustín Sullivan, Marco Antonio Caponi y Antonio Grimau interpretando al ídolo en las distintas etapas de su vida durante 13 emisiones.
¡Dame fuego!
De ser un rockero de pantalones de cuero, moviéndose como un viento que no tiene rumbo en sus comienzos con Los de Fuego a transformarse en un baladista de smoking que hacía suspirar a sus fanáticas. Su transformación a lo largo de su carrera fue una de las claves de su éxito que lo convirtió en un verdadero mito de la música argentina. Las 295 canciones que tienen registradas en el SADAIC, muchas registradas en coautoría con su manager Oscar Anderle por un arreglo comercial entre ellos, lo posicionan como uno de los grandes cantautores nacionales.
En 2010, año de su fallecimiento, fue la última vez que el Gitano estuvo entre los discos más vendidos, según el Sistema de Información Cultural de la Nación, con Sandro lo mejor. Su apodo "Sandro de América" no es en vano, ya que su fama alcanzó todo el continente. “El producto trasciende fronteras. Cuando estuve en la Feria de Cannes me encontré con colegas colombianos y chilenos que estaban fascinados con la idea y muy interesados en la serie”, cuenta Parodi, productor de Sandro de América. “Era muy culto; leía e investigaba todo el tiempo, pero creo que el ídolo terminó eclipsando al cantautor”, analiza Samartín, quien asegura que en Chile, por ejemplo, “Sandro es Dios”.
Agustín Sullivan, Antonio Grimau y Marco Antonio Caponi caracterizados como el Gitano. Fuente: Clarín
“Para mi ese proyecto fue algo trascendental porque yo le tenía mucho cariño”, relata el empresario Héctor Cavallero. Estuvo a cargo de la producción del musical Por amor a Sandro en 2012. La obra vendió alrededor de 40.000 entradas durante sus seis meses en las marquesinas de la calle Corrientes y demandó una inversión de $ 2,7 millones. Protagonizada por Natalia Cociuffo y Fernando Samartín, el show contaba la historia de una de “las nenas” que, a pesar de haberse casado y formado una familia, aún tenía un mundo de sensaciones por el ídolo. Aunque Cavallero afirma que el espectáculo “no fue un buen negocio” porque cambiar de teatro del Broadway al Premier “los perjudicó”, reconoce que le gustaría volver a hacer un proyecto similar.
Ya pasaron 54 años desde que Roberto Sánchez grabó su primer sencillo con una canción de Paul Anka y otra de Elvis. Él conocía el gusto popular y sabía qué hacer para que deliren sus fans; se desdoblaba entre Roberto, el hombre de la vida privada detrás del muro de Banfield, y el Sandro frenético y encantador que generaba competencias de lanzamiento de prendas íntimas. Logró agigantar tanto su figura que aún hoy continúa generando ingresos para los herederos de la fama del personaje que fue una piedra angular en el rock nacional.
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