El juez justificó las escuchas y afirmó que Parrilli estaba al tanto y “se llevó copias de 90 cd’s”.
En comunicación con las radios Latina y Mitre, el juez Federal Ariel Lijo explicó que las escuchas que trascendieron la semana pasada fueron realizadas en el marco de una investigación criminal, que inició por una denuncia de Graciela Ocaña.
“Cuando Ibar Pérez Corradi aparece en Paraguay en condiciones muy similares a las que habían sido relatadas por personal de la Gendarmería muchos meses antes valuamos y se dispuso la intervención en cuatro teléfonos, uno de ellos es el el de Parrilli. Estuvo intervenido por 65 o 70 días y cuando se evaluó no producía información o prueba se dio de baja la intervención”, relató el magistrado.
“Es una investigación criminal como cualquier otra y las escuchas son un medio de prueba más que tienen el juez y el fiscal para probar el hecho”, afirmó.
También aclaró que “Parrilli declaró el año pasado y en ese momento pidió acceso a toda la prueba y se llevó una copia de 90 CD con sus conversaciones. La fuerza que intervino fue la AFI que también retiró los Cds de la dirección de captación de las comunicaciones. Parrilli sabe desde hace muchos meses que fue escuchado y tiene copia de sus escuchas. Nunca hubo un planteo por las escuchas”.
“Hay grabaciones de uno de los teléfonos de Oscar Parrilli con un montón de personas. Entre ellos está este diálogo que lamentablemente se hizo público”, manifestó el juez.
Cabe aclarar que la Justicia ya había ratificado que no se produjo ninguna filtración desde su órbita, la explicación de Lijo sólo viene a aclarar más la estrategia política de los jugadores.
Como este medio ya había propuesto, en efecto, las escuchas habrían sido filtradas por el propio Stiuso, trabajando con Macri desde las sombras. Después de ser despedido de la Secretaría de Inteligencia en 2014, no resulta para nada extraño que haya pasado los últimos años recopilando información que le sirva como póliza de seguro.
Por otro lado, tal como confirmó Lijo, la investigación criminal tiene que ver con Pérez Corradi y los vínculos con el narcotráfico, por lo tanto, tampoco sorprende que Stiuso haya estado involucrado, siendo que llevaba años manejando causas relacionadas a este tipo de delitos.
La razón por la que Parrilli afirma desconocer la existencia de las escuchas también es simple: una jugada política para demonizar al oponente político (no del todo descabellada, por supuesto). Si algo puede ganar el kirchnerismo con la difusión de las audios es la posibilidad de atacar a Macri con todo este asunto del espionaje.
Sin embargo, no se puede avanzar en un pedido de investigación por la realización de presuntas escuchas ilegales porque desde el propio Poder Judicial están ratificando el contexto en el que fueron realizadas. La filtración de ese material sí constituye un delito, pero llegar hasta el verdadero responsable puede terminar en un callejón sin salida, por lo tanto, los involucrados probablemente se planten en la “chicana política”.
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