Lo
primero que salta a la vista es que ese dato , que es una noticia
espantosa, no surge de estimaciones privadas, sino del propio
organismo estadístico oficial, recuperado en su profesionalismo y
credibilidad luego de ser destruido a partir de comienzos de 2007 por
los gobiernos kirchneristas.
Hacia
el fin de su presidencia, la señora de Kirchner afirmó que la
pobreza en nuestro país era del orden del 5% y el entonces Jefe de
Gabinete, Aníbal Fernández, siempre listo en primera fila para
hacer los mandados, agregó que se trataba de un porcentaje inferior
al de Alemania.
Por
cierto, ambas declaraciones no despertaron otra cosa que indignación
en algunos y sonoras carcajadas en muchos otros. Al margen de que es
una obviedad, que no necesita demostración estadística, que la
pobreza de Alemania es enormemente inferior a la Argentina, la forma
de medirla es distinta. En el país europeo, se destaca en el índice
correspondiente la situación relativa de las personas de menores
ingresos respecto del ingreso medio. No se expresa, como entre
nosotros, la capacidad de adquirir un conjunto de bienes y servicios
de primera necesidad (la denominada canasta básica).
La
cifra del INDEC coincide, a grandes rasgos, con la que informaba en
los últimos años el Observatorio de la Deuda Social de la
Universidad Católica Argentina, pese a las descalificaciones a la
que esa entidad académica era sometida por parte de Aníbal
Fernández y otros altos funcionarios.
Lo
curioso que ahora los dirigentes kirchneristas usan los datos del
INDEC para intentar fustigar al gobierno nacional.
Lo
cierto es que esta foto demuestra por sí sola el rotundo fracaso del
kirchnerismo, que se llenó la boca – y nos llenó los oídos –
con vocablos tan bellos como “inclusión social “y despilfarró
la lotería de la soja y otras materias primas, que alcanzaron
precios récord, para dejar la pobreza igual que hace 10 años, que
es el dato más cercano que puede compararse, porque después el
gobierno apagó la luz y nos dejó en un apagón estadístico.
Como
dijo el presidente Mauricio Macri, “de aquí partimos”. Es una
realidad dolorosa. La Argentina, esa Argentina que fuera el granero
del mundo, hoy tiene más pobres, en términos porcentuales, que
Uruguay o Chile.
Muchas
décadas de populismo, que llegaron a su cénit en los últimos doce
años, explican esta caída vertical, que debería invitarnos a una
profunda reflexión.
Vamos
a salir. Pero los desafíos que nos esperan son mayúsculos. Que un
tercio de nuestra población sea pobre es mucho más que un dato
económico: es la expresión de una decadencia moral cuya superación
ha de requerir un esfuerzo extraordinario.
Estamos,
por fin, bien encaminados. No dejemos esta vez para pasar el tren de
la Historia.