Nos
hemos acostumbrado muy rápidamente al nuevo escenario. Por eso nos
parece tan lejano el "anciene régime". Pero conviene no
olvidar de dónde venimos ni cuál es el sentido del cambio que
protagonizamos.
Recordemos
que el 10 de diciembre regía todavía el absurdo cepo cambiario.
Casi todos los analistas decían que era una bomba muy difícil de
desactivar, que llevaría varios meses, que el dólar se iría por
las nubes. Pues bien, el cepo fue levantado en pocas horas y no pasó
nada. Se sinceró, claro, el precio del dólar, pero antes nadie
podía comprar ni vender al tipo oficial, que solo servía para los
afortunados que fueran autorizados a importar.
Hoy
el dólar está alrededor de los 14 pesos y el problema ahora es que
no siga cayendo, para no perjudicar la competitividad de la economía.
También
se resolvió con una celeridad encomiable la cuestión de los
holdouts, que le permite a la Argentina retornar al mercado de
capitales, atraer inversiones y conseguir créditos a largo plazo
para obras de infraestructura.
Pero
todo eso se enmarca en un giro mucho más amplio, que es el de la
política exterior. La Argentina estaba aislada del mundo. Baste
mencionar que nuestro aliado principal era Venezuela, que hoy se cae
a pedazos. Y coquetéabamos con Irán.
El
cambio en este aspecto fue de 180 grados. En muy pocos meses
recibimos la visita del presidente de los Estados Unidos, el de
Francia y el de Italia. Nuestra canciller está postulada -y tiene
serias chances de ser designada- para la Secretaría General de las
Naciones Unidas.
No
hay ya confusión para nadie: pertenecemos al grupo de países que
practica la democracia pluralista. Eso no significa desdeñar lo que
Alberdi llamaba la "inteligencia de los intereses" y
comerciar con cualquier nación, pero sin abjurar de nuestros
principios fundamentales.
En
el orden institucional, también el cambio es copernicano. Rige la
más plena división de poderes. El Congreso ha retomado su
importantísimo rol. Hasta los legisladores kirchneristas dicen por
lo bajo que se sienten liberados, ya que pueden plantear sus propios
proyectos y hasta proponer modificaciones a los del oficialismo. Para
su sorpresa, son escuchados respetuosamente y, cuando persuaden del
acierto de sus sugerencias, estas son aceptadas.
No
hay en el Poder Judicial "operadores". El presidente no
manipula a la justicia ni la presiona de ninguna forma.
La
libertad de expresión y la existencia de pluralidad de voces es una
realidad tangible. No hubo en este lapso ni una sola cadena nacional
(salvo la de la jura del presidente). La televisión y la radio
públicas dan cabida a opiniones muy diversas (incluidas, con una
extensión que llega a irritar a algunos antikirchneristas
furibundos, a los que militaban en el anterior oficialismo).
Se
ha recuperado el valor del diálogo político y social. Lejos de la
soberbia altanera del anterior régimen, el gobierno no trepida en
enmendar sus errores frente a las críticas que pueda recibir de
algunos sectores de la sociedad.
En
materia social, son claras las decisiones tomadas para favorecer a
los sectores más vulnerables. En ese marco se inscriben la
universalización de beneficios, tales como las asignaciones para
monotributistas, la devolución del IVA para jubilados y
beneficiarios de asignaciones, la ampliación de las asignaciones
familiares y la convocatoria al Consejo del Salario Mínimo Vital y
Móvil, la tarifa social, el pago a jubilados y pensionados de los
reajustes de haberes reconocidos en sede judicial y el mantenimiento
de políticas sociales que venían de la anterior gestión.
En
el orden económico, era imprescindible sincerar las tarifas de los
servicios públicos y reacomodar las distorsiones groseras de los
precios relativos. Esto provocó un aumento inicial de la inflación,
que a partir del segundo semestre caerá drásticamente.
En
fin, se ha desmontado el sistema autoritario y paternalista que
asfixiaba las energías creadoras de los argentinos. Ahora, en medio
de un nuevo escenario, hay que trabajar, invertir, innovar. Las
condiciones están dadas. La herencia recibida es muy pesada, pero el
futuro es promisorio.