Como
la corrupción galopante durante la década despilfarrada ya no puede
ocultarse, el kirchnerismo ensaya ahora una nueva línea de defensa,
mucho más radicalizada: afirma que la corrupción democratiza a la
política. No es una broma. Lo escribió en una columna para el
diario Tiempo Argentino el periodista ultrakirchnerista Hernán
Brienza.
Veamos
algunas de sus reflexiones:
"La
corrupción –aunque se crea lo contrario- democratiza de forma
espeluznante a la política. Sin
la corrupción pueden llegar a las funciones públicas aquéllos que
cuentan de antemano con recursos para hacer sus campañas
políticas. No
hay que ser ingenuos. Sólo son decentes los que pueden 'darse el
lujo' de ser decentes. Sin el financiamiento espurio sólo
podrían hacer política los ricos, los poderosos, los mercenarios,
los que cuentan con recursos o donaciones de empresas privadas u ONG
de Estados Unidos. ¿Ustedes se imaginan a Techint pagando la campaña
de Héctor
Recalde,
legendario abogado laboral ligado a la CGT? Imposible ¿No? ¿Ustedes
se imaginan a las fundaciones de la CIA 'bancando' las campañas
políticos que defiendan los intereses nacionales? ¿O creen que sólo
financiarán a Laura
Alonso, Elisa
Carrió o
la campaña del PRO? Lo peor es que los políticos que ya poseen
recursos también son corruptos".
Y:
"Esta
nota es políticamente incorrecta, el autor lo sabe. Pero es
brutalmente honesta. Denunciar
la corrupción de un solo lado es formar parte de algún entramado de
corrupción. No
todos somos corruptos. Eso es una mentira justificadora de los
verdaderos culpables. Lo que sí es cierto es que el
financiamiento de la política está ligadísimo a la oscuridad en el
manejo de los recursos. Y
que hablar de corrupción como único tema es construir un discurso
reaccionario y elitista. Si quieren hablar en serio de corrupción,que
se saquen la careta,
los políticos, los jueces, los periodistas y los empresarios"-
Para
concluir:
"La
corrupción –aunque se crea lo contrario- democratiza de forma
espeluznante a la política".
Es
triste el papel que le han hecho hacer al señor Brienza, pero vale
destacar la sinceridad que lo anima. Más que artículo, es una
confesión, aunque no se trate -hasta donde sabemos- de hechos
propios sino de terceros, sus líderes políticos. Pero hay que decir
que además de inmoral, esa nota es falsa. No somos todos iguales. No
somos todos corruptos. No todos los políticos son corruptos. No
todos los políticos se enriquecen en la función pública.
Los
ejemplos saltan a la vista y no deberían ser desconocidos para
alguien con veleidades de historiador, como el periodista Brienza.
Ninguno de los presidentes radicales fue corrupto ni se enriqueció
en la función pública. Yrigoyen y Alvear, que contaban con un
patrimonio importante antes de ocupar cargo público alguno, se
empobrecieron. Frondizi, Illia, Alfonsín y De la Rúa, personas de
clase media, mantuvieron el nivel de vida - bastante modesto en el
caso de alguno de ellos, como Illia - que tenían antes de ser
presidentes. Ninguno adquirió infinidad de propiedades ni necesitó
de bóvedas para guardar riquezas mal habidas.
Es
cierto que la financiación de las campañas políticas es un tema
problemático, que se debate en todo el mundo. Pero una cosa es
pensar si las empresas privadas pueden o no hacer donaciones a esas
campañas y otra -que no se plantea en ninguna parte- es legitimar el
robo liso y llano de fondos públicos por los gobernantes, como hace
el kirchnerismo a través de su vocero Brienza.
Si
eso estuviera bien, en las escuelas deberíamos sustituir la materia
"Instrucción Cívica" por "Introducción a la
corrupción". Brienza y sus jefes podrían aspirar con todo
derecho a la titularidad de esas cátedras.