Según la OMS, la Enfermedad de Parkinson afecta a 1 de cada 100 personas mayores de 60 años. Sin embargo, los especialistas confirman cada vez más casos en personas jóvenes, de menos de 50 años.
La Enfermedad de Parkinson (EP) es una enfermedad neuronal que progresivamente degenera el sistema nervioso central. “Por alguna razón, las neuronas se deterioran precozmente”, explica el profesor doctor Federico Micheli, jefe del Programa de Parkinson y Movimientos Anormales del Hospital de Clínicas.
Sus síntomas característicos son: rigidez muscular, lentitud en los movimientos, temblores de distintos tipos. Además de estos trastornos motores existen otros llamados cognitivos como ser dificultades en la fonación, en la articulación de palabras
La clave, según los especialistas, es la detección a tiempo.
La clave, según los especialistas, es la detección a tiempo.
Acompañando estos síntomas se presentan otros que van más allá de lo físico, “lo más cercano a la persona como es su entorno, su familia y sus relaciones sociales se ven afectados por la Enfermedad de Parkinson” sostiene la doctora Cristina Pecci coordinadora del área de Calidad de Vida en el Programa de Parkinson. “La enfermedad tiene un impacto psicológico. Las limitaciones son progresivas así como es progresiva la enfermedad, por eso la persona necesita aprender a convivir con su mal, no a sufrir sino a convivir con el”.
En cuanto al tratamiento, el doctor Micheli explica: “Lo primero es que el paciente esté informado sobre su problema, como se puede tratar y que alternativas posee. El paso siguiente es discutir la necesidad o no de tratamiento (que no es curativo, y que tiene sus pro y sus contras) y por último -si se decide comenzar un tratamiento- se elige la medicación y la dosis. No siempre lo mejor es dar la dosis más alta del fármaco más potente”.
Al respecto, la EP requiere un abordaje integrador de todas las aristas que la atraviesan: la medicina, la sociedad y el entorno del paciente. Los tratamientos médicos pierden eficacia si la persona no sigue las indicaciones del profesional o si no se le brinda atención cuando lo necesita. El rol de la comunidad incide en el éxito del tratamiento pues consiste en generar alternativas de apoyo para mantener el bienestar y la integración de las personas enfermas. Por otra parte, “es fundamental el respaldo familiar para entender la nueva situación y acompañar a quien padece esta afección”, asegura Pecci.