En una catarata de tuits, la presidenta Cristina Kirchner se despachó contra Alejandro Corbacho, director del departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad del CEMA (UCEMA). Es que el especialista publicó hoy una columna de opinión en el diario Clarin que despertó un fuerte malestar en la mandataria.
Carbacho criticó una explicación sobre el origen del nazismo que Cristina había hecho en un acto público. La presidenta había afirmado “que la llegada de Hitler al poder no había sido producto de la inflación, sino de la humillación de Alemania, a partir de las condiciones vergonzantes que los Aliados, durante la Primera Guerra Mundial, habían impuesto a dicho país luego de su derrota, en la firma del Tratado de Versalles”.
En su texto titulado “Cristina y sus lecciones de historia”, Corbacho sostiene que lo dicho por Cristina no es cierto: “Los líderes políticos recurren a las lecciones de la historia para justificar o defender sus acciones (...) Los expertos sostienen que aquellos que recurren a contar la historia con esa perspectiva muestran una gran confianza en sus afirmaciones y carecen de inhibición para utilizar el pasado”.
Poco más tarde de que se conociera la columna, Cristina le respondió al académico por las redes sociales.La mandataria salió a defender su argumentación e intentar echar por tierra los dichos del académico: “Bueno, pero… y ¿Keynes qué tiene que ver en todo esto?… Muchísimo. Fue el representante oficial de Inglaterra en la Conferencia de la Paz, hasta el 7 junio de 1919… También tuvo asiento, como mandatario del Ministro de Hacienda inglés en el Consejo Supremo Económico… Renunció a esos cargos cuando se hizo evidente que no se podía mantener por más tiempo la esperanza de una modificación sustancial en los términos de la paz proyectados””, escribió.
“Keynes mismo -agregó Cristina- lo explica en el prefacio de su libro ‘Las consecuencias económicas de la Paz’. En dicho libro, que se ve que Corbacho no ha leído, Keynes desarrolla los fundamentos de su oposición a las condiciones del Tratado”.
Y agregó la presidenta: “Como verás, mi afirmación del 5 de agosto no era producto de mi falta inhibición, sino de mi lectura respetuosa de John Maynard Keynes”.