Por
Jorge R. Enríquez
Los
más jóvenes pueden no saberlo, pero esa frase está tomada del lema
del FREJULI, la alianza con la que el peronismo ganó las elecciones
el 11 de marzo de 1973: "Cámpora al gobierno, Perón al poder".
Perón,
entonces imposibilitado por una prohibición impuesta por el gobierno
de facto que presidía el general Lanusse de ser candidato en
aquellas elecciones, designó a Héctor J. Cámpora como el nombre
que integraría la fórmula presidencial junto al conservador popular
Vicente Solano Lima.
El
lema de la campaña dejaba en claro el triste papel que el líder del
peronismo le asignaba a su obediente seguidor. De hecho, la
presidencia de Cámpora duró solo 49 días; renunció cuando Perón,
luego de su regreso el 20 de junio de 1973, y ya instalado en la casa
de la calle Gaspar Campos en Vicente López, que pasó a ser la
verdadera sede del gobierno, le pidió que renunciara.
La
fórmula del peronismo para las elecciones subsiguientes, en
septiembre de ese año, fue Juan Domingo Perón-María Estela
Martínez de Perón.
Otra
vez volvemos al nepotismo, al poder concebido como un bien familiar.
Si no tuviéramos otras muestras elocuentes de nuestra decadencia,
esa sola sería suficiente. Es de un país muy endeble
institucionalmente, muy atrasado, incurrir constantemente en esas
prácticas.
En
cuanto a Máximo Kirchner, se lo quiere presentar como una suerte de
intelectual y de sagaz político. Lo cierto es que con casi cuarenta
años, y habiendo nacido en el hogar de unos millonarios, no tiene
estudios universitarios ni terciarios, ni actividad laboral conocida,
más que una vaga idea de que administra los cuantiosos bienes de la
familia.
Solo
recientemente se conoció su voz, primero en un acto en Argentinos
Juniors y más recientemente en un reportaje que le hizo Víctor Hugo
Morales. En ninguna de esas ocasiones demostró una especial
brillantez y se dedicó a balbucear los eslóganes habituales del
kirchnerismo.
Probablemente,
se trate solo de un globo de ensayo, Tal vez sirva nada más que para
medirlo para alguna candidatura legislativa que le asegure fueros,
que mucho va a necesitar. En cualquier caso, es un nuevo papelón.
Más
probable es que se intente reproducir ese esquema con Daniel Scioli.
El gobernador de la provincia de Buenos Aires acepta cualquier
condición con tal de ser el único candidato oficial. Sobreactúa su
kirchnerismo y permite que le armen las listas de legisladores. Si
lograra ser electo,
mantendría
esa mansedumbre? Sería un bochorno. Y si cometiera la misma traición
que los Kirchner cometieron con Duhalde, ¿podría gobernar
normalmente o nos encaminaríamos a una situación imprevisible?
Razón
de más para promover sin medias tintas un verdadero cambio.