A muchos les parecerá extraño que una multinacional planee acelerar inversiones en la Argentina en la coyuntura actual. Pero esa es la estrategia de General Motors (GM).
Jaime Ardila, al frente de la operación sudamericana de la compañía, quiere avanzar en el desarrollo de un nuevo vehículo que se producirá en Rosario, que, según se prevé, estaría listo a inicios de 2015.
Ardila dice que hará esfuerzos para convencer a proveedores de invertir en el país vecino. ¿Con qué argumentos? "Es más fácil resolver la situación económica de Argentina que la de Brasil", afirma.
Tanto la economía argentina como el mercado de vehículos local y el intercambio comercial con Brasil atravesaban un mejor momento cuando, a finales de 2012, la dirección de la automotriz estadounidense anunció que invertiría u$s450 millones en la producción de un nuevo modelo, que se exportaría no solamente a Brasil.
Ardila no cree que haya motivos para cambiar los planes. Al contrario, dice que quiere que el equipo económico de Cristina lo ayude a seducir a los fabricantes de autopartes para que inviertan en la Argentina.
El ejecutivo, nacido en Colombia, trabajó en el Banco Central de su país, en el ministerio de Desarrollo y fue presidente del banco Rothschild. En GM actuó como gerente financiero en EE.UU. y Europa y luego como director de finanzas en Chile.
Ardila explica que "mantener negocios en Argentina tiene una serie de ventajas. Se trata de un mercado grande y con potencial de crecimiento. El argentino al que le gustan los autos y compra tiene un razonable nivel de renta. Los costos de producción no tienen ninguna desventaja; al contrario, la fábrica de Rosario es más competitiva que la de Sao Caetano do Sul. El país no tiene déficit en cuenta corriente y cuenta con riquezas como la tercera mayor reserva de petróleo de esquisto del mundo".
A Ardila le preocupa más Venezuela, donde GM tiene dos fábricas que no retomaron este año la producción por falta de componentes que no pueden entrar en el país. Cree que los problemas de la economía argentina se sustentan básicamente en la dependencia de la importación de energía, en el exceso de gasto público y en la raíz de ese problema, que es la política de subsidios.
"La concesión de subsidios bien controlada puede perfectamente beneficiar a la población más carenciada", señala.
¿Y la inflación, que superaría el 30% este año? "Eso refleja justamente la necesidad de reducir el gasto público, la valorización cambiaria y los subsidios: son cosas controlables", destacó.
Ardila coincide en que el país necesita recuperar el acceso al mercado internacional. Pero eso puede resolverse en un acuerdo con los acreedores y también a través de una aproximación con el FMI.
"Una vez que vuelva al mercado internacional, la Argentina conseguirá atraer inversiones directas como las nuestras", afirma.