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INFORME ECONÓMICO

A medida que se disipa la polvareda que levantó el gobierno como producto de sus decisiones de hace 10 días, esto es la devaluación de la moneda y la suba de las tasas de interés sobre la deuda remunerada del BCRA, se pueden apreciar mejor las reacciones de los agentes económicos incluido el gobierno, y de la opinión pública en general.

La información periodística y la mera evidencia anecdótica dan cuenta de aumentos de precios bastante generalizados, que no hacen para nada arriesgado conjeturar una inflación de 10/12% para el 1er trimestre del año, no obstante la intención del gobierno en reforzar su control. Una variación del 2,3% mensual para los 9 meses restantes, nos lleva al valor medio de 36% anual en el intervalo inflacionario que expusimos en esta columna la semana pasada.

Las ventas minoristas en Enero han caído -3,8% respecto de igual mes del año pasado, según el relevamiento de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). Sobre un total de 22 rubros, sólo 4 subieron, ‘Alimentos y Bebidas’, ‘Electrodomésticos’, ‘Jugueterías y Artículos de Librería’ y ‘Deportes’, bajando los restantes 18. De acuerdo a CAME “…frente a la incertidumbre que hubo sobre el rumbo de los precios se combinaron dos efectos: por un lado, los consumidores que retrajeron sus compras (por precaución o por pérdida de poder adquisitivo), y por otro, los que adelantaron consumos frente a la posibilidad de aumentos futuros”. Agreguemos que la incertidumbre ante la desvalorización de la moneda afectó quizás más las transacciones de mayoristas, fabricantes y productores.

Como señalamos en nuestra nota anterior tanto la industria como la actividad económica en general ya mostraban una tendencia en el mejor de los casos al estancamiento o leve declinación, y con la salvedad que esto es según el INDEC. Así el estimador mensual industrial (EMI) arrojó una caída de -2,5% ajustada por estacionalidad en el 4º trimestre 2013 respecto del 3º; mientras que el estimador mensual de actividad económica (EMAE) bajó -0,3% comparando los 3 meses Septiembre/Noviembre respecto de Junio/Agosto. En base a este último indicador, y efectuando nuestras correcciones habituales a los errores de estimación del INDEC, concluimos que el PBI del 4º trimestre 2013 habría bajado -1,1% respecto de igual periodo 2012. Suponiendo benévolamente una leve recuperación durante el 2º semestre de 2014, resulta nuestra proyección de -0,5% de caída en el PBI para el año.

Sobre este panorama en la actividad real se enanca la suba de las tasas de interés, donde preocupa sobre todo la de las activas, por el eventual efecto depresivo sobre el consumo y la inversión en el caso en que el aumento de la incertidumbre llevara dichas tasas activas más allá del aumento en las expectativas de inflación por la percepción de un mayor riesgo crediticio. Todavía esto no está claro, y depende por ejemplo de que la inflación se mantenga dentro del rango que esperamos, y que parece similar a las expectativas del público según alguna encuesta reciente.

Ante todo esto, los dirigentes sindicales han tomado una actitud moderada, más allá de alguna altisonancia, pretendiendo cierto mantenimiento del poder adquisitivo en sus reclamos salariales. Como es lógico se muestran preocupados por el desenvolvimiento futuro de la economía, y sin estigmatizar al sector empresario. Veremos si esto es sólo producto del vértigo ante una situación cambiante o significa una comprensión más acabada acerca de cómo funciona la economía. Pareciera que, a pesar de que saben que en un contexto como el actual reclamos excesivos no pueden resistirse ni por los empresarios ni por el gobierno, también entienden que eso desemboca más bien temprano que tarde en una disrupción inflacionaria que lleva a una mayor recesión y a una baja mayor en los salarios reales.

Algunos dirigentes sociales, los sectores más a la izquierda y los seguidores del “modelo” despotrican abiertamente contra la “burguesía”, los “sectores concentrados”, el capitalismo internacional o los “cipayos”, y buscan un mayor enfrentamiento. Y en esto el gobierno juega disparatadamente a ser también contestatario u opositor, como jocosamente señalaba un comentario periodístico de fin de semana, que esta devaluación no sólo ha sido desmentida por anticipado, sino también a posteriori, como si fuese una calamidad climática u obra de extraterrestres.

Tal como venía anticipando este espacio político desde hace bastante tiempo, y nuestra columna de la semana pasada intentó argumentar, el “modelo” tiene tremendos desequilibrios que llevan a un ajuste por aumento en la inflación, so pena de quedarse sin reservas. La devaluación apunta mayormente en ese sentido, más allá de que algo quedaría en términos reales para mejorar la capacidad exportadora a costa de una (esperemos) leve recesión este año, y un panorama mediocre para el próximo.

No es novedad que esta clase de procesos corren riesgo de desmadre, porque inflaciones de la magnitud que observamos estos días pueden espiralizarse si la demanda de moneda nacional cae a su vez, ya sea como reacción al mayor costo de su tenencia, que eso es el impuesto inflacionario, o abruptamente por una desconfianza generalizada, por ejemplo porque el BCRA tenga reservas que el público juzga insuficientes para acotar efectivamente las fluctuaciones del tipo de cambio[i]. Basta recordar que en 1981 durante el periodo de las tres devaluaciones del Dr. Sigaut también se esperaba ansiosamente la liquidación de dólares de exportación, para mitigar la pérdida de reservas provocada por la desconfianza generalizada; como también en otro 2º trimestre, el de 1989, cuando el Dr. Pugliese inmerecidamente tuvo que poner la cara (y el corazón). Esperamos que esto no vuelva a repetirse, pero en todo caso sólo lo sabremos habiendo transcurrido cierto lapso. Si el resultado fuese sólo lo que enunciamos hasta el párrafo anterior, aun mediando la corrección tarifaria de la que algo se ha comentado este fin de semana, podría encararse algún intento antiinflacionario recién el año que viene. Por el mero hecho de que requiere una reducción clara del déficit fiscal para no perder más reservas, tal cual lo discutimos en nuestra columna previa.

Y para que algo así tuviera alguna probabilidad de éxito tiene que correr bastante agua bajo el puente, porque la mayoría de la sociedad debe tomar conciencia y dar respaldo a una política no populista, que no sólo fue consigna de este espacio la semana pasada, sino que también fue el tema de una nota del Dr. Paul Krugman, premio Nobel de Economía, amigo y de orientación parecida al Dr. Joseph Stiglitz, en su blog el Sábado 1º, donde señala que “…no hay contradicción para nada en decir que la Argentina estaba en lo correcto al seguir políticas heterodoxas en 2002, pero que está equivocada en rechazar sugerencias para limitar los déficits (fiscales) y controlar la inflación ahora…Tener déficits y emitir mucho dinero es inflacionario y perjudicial para economías constreñidas por una oferta limitada (de bienes); son buenas cosas cuando el problema es una demanda persistentemente inadecuada. Análogamente los subsidios por desempleo probablemente llevan a una menor ocupación en una economía con una oferta de bienes acotada; e impulsan el empleo en una economía con demanda (agregada) contenida; y así sucesivamente (en otras cuestiones)”.

Pero no termina allí: “Hay algo más que decir respecto de la Argentina y, parece, de Turquía, específicamente que estamos viendo un ‘mini-revival’ de lo que Rudi(ger) Dornbusch (su propio mentor y a la vez distinguido discípulo de otro premio Nobel Robert Mundell) y Sebastián Edwards hace mucho tiempo llamaron “populismo macroeconómico”. Esto (último) implica, uno podría decir, cometer el error simétrico al de la gente que piensa que tener déficits e imprimir dinero siempre lo convierte (a un país) en Zimbabwe; es la creencia que las reglas ortodoxas nunca son pertinentes. Y ésta es una equivocación igualmente grave. No es un error común por estos días, hace algunos años uno hubiera dicho que sólo Venezuela estaba cometiendo antiguas equivocaciones, y aún hoy son tan sólo unos pocos países. Pero es un error, y necesitamos decirlo.”

El artículo de Dornbusch y S. Edwards [ii] no tiene desperdicio y resulta muy interesante porque expone en detalle lo que pensaban y decían quienes estaban al frente de la economía, durante el gobierno de Allende en Chile, y el 1er periodo presidencial de Alan García en el Perú. Los razonamientos, tesis, consignas y reacciones son muy similares a los de nuestra Blanca Nieves y sus 7 enanitos.

Estamos todavía muy lejos de alcanzar el consenso político necesario para enderezar las cosas, si el ministro de economía cuando recibe órdenes que parecen resultar de un nuevo y por ahora ignoto libretista, como puede inferirse de las idas y vueltas en su propio accionar, no encuentra mejor descarga que invertir el pesar que siente por la ejecución a regañadientes de lo que se le pidió, exculpándose de que su devaluación es mejor porque está a mitad de camino entre dos niveles nominales separados por 13 y más años. Como un chico caprichoso, que cuando le dicen algo que le disgusta, contesta “a mí me rebota y a vos te explota”, y luego de un breve mohín termina sacando la lengua.


[i] En este sentido cabe ampliar en un punto no explicitado suficientemente en nuestra nota previa. Tomemos los últimos datos monetarios conocidos, al 24/1/14 y de paso los actualizamos, aunque no hay diferencias significativas.

Desde el 25/1/13 los pasivos monetarios del BCRA crecieron 19,3%. El financiamiento al gobierno, esto es la suma del déficit de Tesorería (AR$132.000 mill. o 4,9% del PBI), amortización de la deuda pública (AR$18.000 mill.) y déficit cuasi-fiscal por intereses sobre la deuda remunerada del BCRA (AR$17.000 mill.), ascendió a AR$167.000 mill. o 6,2% del PBI (metodología INDEC, anual estimado a Enero 2014 AR$2.718.000 mill. o US$480.000 a precio promedio anual del dólar). Esto representa 40,9% respecto de los pasivos monetarios. El financiamiento al sector financiero 0,2% y el efecto monetario de la variación de reservas (lo que excluye del cuadro la variación del precio del oro) -21,8%.
Por otra parte, la inflación efectiva en el periodo puede estimarse alrededor del 27%, y el crecimiento real de la economía corregido por las distorsiones del INDEC lo estimamos en 2,2%. En consecuencia para mantener constante la monetización de la economía, la demanda nominal de dinero debió haber crecido alrededor del 30%.
Pero sucede que la oferta monetaria promedio creció 25,4% y la base monetaria 23,2%. Esta última diferencia se explica por una mayor tasa de crecimiento del dinero endógeno. A su vez la diferencia entre la expansión de la base y los pasivos monetarios se debe al menor crecimiento de la deuda remunerada del BCRA, 14,2%, probablemente por una baja tasa promedio anual de retribución, hasta las recientes medidas.

En otras palabras la baja de reservas contrarrestó la expansión monetaria resultante de la necesidad de financiamiento del gobierno, hasta convalidar una expansión de los pasivos monetarios del BCRA de menos de 20%, que a su vez causó la variación del 23,2% de la base monetaria, y vía mayor multiplicador bancario una suba de la oferta monetaria de 25,4%. Con lo que hubo una caída de casi 5 puntos porcentuales en la demanda de dinero, es decir una oferta monetaria excedente de AR$20.000 mill., que podría darse ampliada según lo discutido en el texto principal toda vez que se refiere al periodo previo a la aceleración inflacionaria provocada por la devaluación.

[ii] Macroeconomic Populism in Latin America; Rudiger Dornbusch, Sebastian Edwards; NBER Working Paper No. 2986 (Also Reprint No. r1543) Issued in March 1991http://www.nber.org/papers/w2986.pdf?new_window=1

Equipo técnico económico de Elisa Carrió