Norteamérica es uno de los pilares fundamentales en el crecimiento futuro de Repsol. La petrolera presidida por Antonio Brufau recoge en su último plan estratégico una inversión en la zona de 2.300 millones de euros hasta 2016; una cifra que supera incluso la cantidad destinada a dos de los principales campos de la compañía en Brasil -Sapinhoá y Carioca-, y de los más relevantes de Latinoamérica.
En la parte central de EEUU, Repsol ha apostado por la producción de hidrocarburos no convencionales en el yacimiento Mississippian Lime, situado entre los estados de Kansas y Oklahoma, del que adquirió 1500 kilómetros cuadrados a finales de 2011. A través de un acuerdo con la norteamericana SandRidge Energy, la española participa en dos áreas de este yacimiento, rico en petróleo ligero y gas. El proyecto comporta la perforación inicial de más de 200 pozos horizontales, y superar los 1.000 en 2014. La producción alcanzará, según estimaciones propias, los 90.000 barriles de petróleo equivalente al día para 2019.
Repsol trabaja también al sur, en la zona estadounidense del Golfo de México, donde incrementa cada año su dominio minero. Aliada con BHP Billiton y Hess Corporation, tiene 6 bloques en producción en el campo Shenzi, uno de los más rentables en áreas profundas del mundo. La petrolera también tiene intereses en el yacimiento Buckskin, a unos 300 km de Houston, y a casi 2.000 metros de profundidad. La entrada en producción de este pozo está prevista para 2017-2018.
La pujanza de Alaska
Alaska es el tercer pilar en el planteamiento americano de Repsol. La petrolera española llegó allí en 2011, tras analizar y rechazar oportunidades durante años. Hoy acumula en esa zona más de 200 bloques en exploración, con una superficie total que rebasa los 2.300 kilómetros cuadrados. En aguas federales del mar de Beaufort, tiene intereses en 71 bloques, y en otros 93 en el mar de Chukotka.
La cuenca de North Slope es la más prometedora: sólo durante 2012 la petrolera se adjudicó 49 bloques en ella, de un total de 55 adquisiciones. El atractivo de esta área se vio reforzado con la reciente aprobación de una reforma fiscal en el estado de Alaska; las modificaciones legislativas garantizan que la petrolera pueda llevar a cabo el desarrollo del proyecto, al despejar dudas sobre los costes derivados de las condiciones climáticas extremas y lo alejado de la ubicación.
Las perspectivas en esta región se vieron de nuevo ratificadas en abril de este año, con el descubrimiento de tres grandes pozos en dicha cuenca. Aunque aún están pendientes de ser evaluados, los indicios apuntan a que se trate de petróleo de buena calidad. Repsol tiene una participación del 70 por ciento en el consorcio explorador; los otros integrantes son 70&48 LLC (22,5 por ciento), filial de Armstrong Oil and Gas, y GMT Exploration Company, que posee el 7,5 por ciento.
Por último, Canadá completa el despliegue de Repsol en el norte de América. Al descubrimiento de dos bloques en noviembre de 2011 y otro más en el mismo mes de 2012 se añade la planta de regasificación de Canaport. Además, se prevén nuevos sondeos exploratorios en esta región durante el año en curso.
Una estrategia actualizada
La trayectoria norteamericana de Repsol ilustra el esfuerzo realizado en todo el mundo en materia de incorporación de reservas. Los aciertos cosechados desde 2004 han redundado en una tasa de reemplazo de reservas del 204 por ciento a cierre del año pasado. Prueba de ese mismo esfuerzo es el hecho de que la petrolera va a destinar el 80 por ciento de los 19.100 millones de euros de inversiones al área de exploración y producción hasta 2016. La compañía se ha propuesto lograr una tasa de reemplazo media anual del 120 por ciento y una producir medio millón de barriles de petróleo equivalente al día en el transcurso de los próximos tres años.
Repsol está reconfigurando su presencia en el continente tras la expropiación de YPF y el reciente acuerdo de venta de sus activos de gas natural licuado (GNL) a la holandesa Shell -una operación que ha mejorado su ratio de deuda y ayudado a preservar su calificación crediticia-. Los relevantes proyectos en Brasil (con campos de la dimensión de Pão de Açúcar o los citados Sapinhoá y Carioca), Bolivia (con el desarrollo de Margarita-Huacaya), Venezuela o Perú (que encierra el potente campo Kinteroni) ponen de manifiesto la fortaleza de la petrolera en el sur de América.
Al mismo tiempo, la apuesta por Estados Unidos subraya la apuesta por los países integrantes de la OCDE, que aportan un marco jurídico estable, sin sobresaltos esperables, y por ello propicio para la inversión en el futuro.