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GUILLERMO MORENO PROMETE "ENCARGARSE" Elecciones 2013 (1): El dólar es mala señal pero hay peores

Guillermo Moreno dice que ahora pondrá su atención en la competitividad. Hay que comenzar a preocuparse. El funcionario comenzó con Néstor Kirchner encargándose de las telecomunicaciones, que hoy día andan pésimo, con graves problemas de infraestructura. Luego, Moreno fue sobre la inflación, y el resultado está a la vista. Más tarde, puso su foco en controlar el mercado cambiario, y peor no podría estar. Así que si ahora va por la competitividad... lo peor todavía no comenzó. Pero es necesario regresar al dólar.


Según el Banco Mundial, América Latina tendrá un buen desempeño económico, con una tasa de crecimiento promedio del 3,8%. Sin em bargo, según el optimista Banco Mundial, la Argentina tendrá un crecimiento menor al promedio: 3,4% anual. (Gráfico Revista Summa, en base a datos del Banco Mundial).

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Luis Diego Quirós presentó en la revista costarricense Summa las proyecciones de crecimiento para América Latina en 2013, según el Banco Mundial, que indican que América Latina tendrá un buen desempeño económico, con una tasa de crecimiento promedio del 3,8%. Sin em bargo, según el optimista Banco Mundial, la Argentina tendrá un crecimiento menor al promedio: 3,4% anual.
 
Para 2013, las proyecciones de crecimiento económico del Banco Mundial señalan que Paraguay podría crecer al 8,5%. En el otro extremo, Venezuela, a apenas 1,8%.
 
Panamá seguirá creciendo mucho, no ya líder regional como en 2012 pero al 7,5%.
 
Brasil tendría una expansión económica de 3,4%, México de 3,3% y Colombia de 3,8%.
 
De acuerdo con el Banco Mundial, el PIB de América Latina y el Caribe se desaceleró de 4,3% en 2011 a 3% en 2012, a causa del debilitamiento de la demanda interna en las economías más grandes, así como un entorno internacional más débil.
 
"Una política más flexible, mayor inversión extranjera directa y una demanda internacional mayor podrían inyectar dinamismo a la zona y generar un crecimiento promedio de 3,8% entre 2013 y 2015",explica Quirós.
 
Las reformas laborales y fiscales que se elaboran en varios países, así como una campaña para impulsar la inversión en infraestructura podría reducir algunas limitaciones estructurales al crecimiento", agrega el periodista.
 
Sin embargo, la Argentina ni prepara una política más flexible ni recibirá mayor inversión extranjera directa ni prepara reformas laborales y fiscales que impulsen la inversión en infraestructura. A causa de ello, andará por debajo del promedio, en el mejor de los escenarios.
 
La información del Banco Mundial puede complementarse con algunos comentarios dominicales sobre la coyuntura de la economía 2013, que tiene al dólar a $ 7,50 como peligroso protagonista.
 
 
"(...) Lo que el "relato" no contempla es que trazando una raya en 2003, con toda América latina puesta en el mismo punto de partida, el modelo kirchnerista ha cargado a la Argentina de un combustible que de a poco la ha ido transformando en tortuga y que casi todos los demás adoptaron velocidad de liebre. Pero, atención, que aún no se verifica que por su propia constancia o por la desidia de los demás, como en la fábula, la Argentina tenga chance de recuperar el terreno perdido o de ganar la carrera, sino exactamente lo contrario. 
 
La Argentina se clavó, algo que ante el avance de los demás países de la región es ni más ni menos que retroceder, y por cuestiones ideológicas o mala praxis o ambas a la vez se enredó en políticas de mala gestión, desechó las anclas institucionales, perdió los fundamentos económicos más sólidos que supo preservar durante un buen tiempo (superávits fiscal y comercial), prefirió fogonear el consumo y ahuyentó a la inversión, alimentó la inflación con mayor gasto y emisión y pese a los planes sociales y otros subsidios terminó sumando pobres, se comió la infraestructura (energía, caminos y ferrocarriles) y profundizó el aislamiento. 
 
Toda esta galería de factores que suelen marcar los analistas y que no reconoce el "relato" del Gobierno son los que han mostrado en la semana, en un cartel luminoso muy molesto, el dólar marginal a $ 7,50 algo que las autoridades se empeñan en negar con el único argumento de que se trata de "un mercado chico", con ocasionales viajeros al exterior que buscan billetes. No lo dicen, pero es que porque la AFIP no se los vende. 
 
El Gobierno está entrampado porque si inyecta dólares a casi $ 5 haría bajar al llamado "blue", pero corre el riesgo de alimentar una corrida. El viernes hubo sí algunas ventas de manos oficiales que no pueden mostrarse, porque pese a que al BCRA le conviene el mercado informal porque no sacrifica reservas, ya que los particulares transan dólares y pesos entre sí, no puede decir que está convalidando la ilegalidad. 
 
Pero, además, hay inconvenientes adicionales en la marcha ordenada de la economía porque cuánto más grande sea la brecha entre ambos mercados más se amplía el premio por subfacturar exportaciones y sobrefacturar las importaciones, prácticas delictivas (como el contrabando) que son estimuladas por la situación que el propio Gobierno ha creado con los controles. (...)".
 
 
"Cuando el dólar paralelo superó la barrera de $ 7,50 ya había consolidado una diferencia con el oficial del 50%, pero, además, les había dado la razón a todos los que habían comprado a $ 6,50 en diciembre pasado, cuando todos decían que era caro.
 
En realidad, el precio, en sí mismo, no es ni caro ni barato, sino que refleja un sentimiento de incertidumbre por parte de una población que está inundada de billetes que cada día valen menos, en medio de una política económica errática y cargada de ideologismos y gestas épicas. 
Al ritmo de una creciente inflación, sistemáticamente negada por el Gobierno, el peso se fue revaluando porque el Gobierno, que ejerce un férreo control de cambios, decidió congelar la cotización del dólar para usarlo como ancla antiinflacionaria.
 
Pero fue el propio Gobierno el que hizo trampas ya que generó una inflación cada vez mayor, a pesar de tener todas las variables congeladas como un aporte de anabólicos a la economía. Pero la emisión monetaria y el gasto público desbordaron todo y ahora, además, tienen que comenzar a sincerar tarifas.
 
El año pasado, el Gobierno, a través del Banco Central, hizo crecer el circulante un 40%, computando el gran desborde de diciembre pasado, cuando aumentó la cantidad de moneda en 26.000 millones de pesos. Este incremento en la oferta de moneda es muy superior al incremento de oferta de bienes. La lógica indica que cuando hay más plata que bienes, el precio de estos últimos aumenta porque crece la demanda.
 
(...) El Gobierno era consciente del atraso del tipo de cambio oficial y comenzó a acelerar sobre fin de año la pauta de actualización. Así, los últimos dos meses, la cotización oficial se devaluó a un ritmo del 20%, que es mayor a la que traía, pero inferior a los registros inflacionarios, que arrojan guarismos cercanos al 25%.
 
A pesar de que en el proyecto de Presupuesto 2013 se prometía una ecuación económica más equilibrada, la tendencia a la suba del gasto por encima de la recaudación se mantiene firme, con un problema grave. El Gobierno ya no tiene muchas chances de encontrar nuevas fuentes de financiamiento y debe afrontar un pedido de las centrales obreras para subir el mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias.
 
Lo cierto es que la brecha entre el dólar oficial o el paralelo ha llegado a un nivel muy peligroso. Cada vez que ocurrió esto se terminó llegando a una megadevaluación, y es lo que el Gobierno debería desalentar pero con medidas serias y no con persecución policial. 
 
Lo más serio que se puede hacer es tomar decisiones que desinflen las expectativas inflacionarias, bajar el nivel de gasto para que no supere los niveles de recaudación y, de esa manera, evitar más emisión monetaria del Banco Central."
 
 
 
El que apuesta al dólar pierde” dijo Lorenzo Sigaut ni bien asumió el ministerio de economía, el primero de abril de 1981, en un contexto de enorme sobrevaluación del peso (dólar barato) que se había venido acumulando ante la negligencia del Ministro anterior, Martínez de Hoz.
 
Cuarenta y dos días después el peso se devaluó un 30%.
 
La lección que aprendieron entonces desde el primero hasta el último argentino fue que no es posible ni sostenible que en una economía aumenten todos los precios, menos el del dólar.
 
El viernes primero de junio del 2012, casi treinta años después, Aníbal Fernández repitió la historia. “El lunes el dólar se venderá en las casas de cambio a 5,10” les dijo a los medios, en una jornada en la que el paralelo, más conocido por su nuevo apodo “Blue”, se transaba a $5,95. Obviamente que no sólo no bajó, sino que la moneda norteamericana continuó su ritmo ascendente cerrando esta semana en torno a los $7,50 para disgusto de la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, que salió a explicar que se trataba de un fenómeno puramente estacional.
 
La pregunta saturó entonces los espacios radiales y televisivos. La misma que se hace Doña Rosa y que me acaba de formular el cajero del supermercado que a fuerza de leer mi columna dominical, probablemente debe pensar que tengo la bola de cristal.
 
“¿Qué pasa con el dólar?”
 
¿Qué pasa con el pan? le retruqué. ¿Y con la leche?, ¿Y con el azúcar?, ¿Y con los alquileres?
 
“No, sí, está bien… aumenta todo”, me dijo, comprendiendo con mayor facilidad que un alumno de la facultad.
 
Néstor Kirchner asumió la Presidencia el 25 de mayo del 2003: un dólar salía entonces $2,86, pero un litro de nafta costaba 1,90, un kilo de yerba $1,60 y el kilo de vacío estaba a $5,30.
 
Desde entonces la inflación acumulada fue del 495% de modo que no sorprende que el dólar hoy, incluso el paralelo, cotice a menos de 3 veces que lo que costaba en ese entonces. 
 
(...) El dólar, por el contrario ha sido el termómetro que mide la sensación térmica de la economía argentina en los últimos 60 años y es poco probable que ceda luego de la tormenta. (...)".
 
 
"Después de tantas vueltas, el secretario de Comercio, Guillermo Moreno –y con él el Gobierno del que forma parte– se ha encontrado con su propia criatura. El martes, desde Emiratos Árabes Unidos, dijo que 2013 será el año en que “el debate por la competitividad” se llevará las palmas. No dio mayores precisiones al respecto.
 
La competitividad es la capacidad del país para ofrecer productos y servicios a precios y calidades convenientes con relación a la que pueden ofrecer los competidores.
 
Argentina ha ido perdiendo esa capacidad a manos de múltiples factores. En casi todos ha estado el Gobierno nacional como fogonero.
 
El Gobierno inauguró una política de subsidios que distorsionó fuertemente los precios relativos internos. Eso, a su vez, llevó a muchas inversiones incorrectas. Apenas un ejemplo: los artificiales bajos precios de la energía llevaron a que no se invirtiera lo suficiente en producirla. Se pudo acompañar el crecimiento porque, primero, se fue reduciendo lo que se exportaba y, luego, porque se empezó a importar. El Gobierno no está en condiciones fiscales de sostenerlo.
 
(...) Pese a no tener que pagar su deuda, el gasto público se multiplicó sin que esté claro cuál ha sido el balance de perjuicios y beneficios. Hoy, sostener al Estado argentino es más caro que nunca antes: nos cuesta un tercio del producto interno bruto. Es costo para empresas y asalariados. Menos competitividad.
 
Pese a la creciente succión de recursos faltaron inversiones públicas. Y se acumularon en la década déficits en infraestructura energética, vial, ferroviaria, portuaria. O sea, cosas básicas para una economía competitiva.
 
Finalmente, ese gasto desbocado empezó a sostenerse con emisión de dinero del BCRA. Lo cual es inflacionario. Cada día, mientras Moreno habla, esa inflación carcome la desnutrida competitividad de la economía.
 
¿Qué tendrá en mente Moreno? ¿Revertir casi todo lo hecho en ocho años luego de haber engordado las distorsiones al límite? ¿O blanquear una devaluación que nos empobrezca a todos –la competitividad de los atrasados– rogando que no se traslade de inmediato a precios?".