El presidente Hugo Chávez logró una nueva reelección para el período 2013-2019. Se esperaba una victoria por menos margen, y la figura del Presidente salió fortalecida. Sin embargo, con una mirada de largo plazo, la performance opositora mostró un indiscutible avance respecto de 2006. Durante la gestión de Chávez, la economía venezolana estuvo por debajo del desempeño de Sudamérica en los últimos 12 años (+4,0%). Además en los últimos 4 años se aceleró la inflación, el atraso y el desdoblamiento cambiario y no hubo claras mejoras en los indicadores sociales. Un informe de la consultora Ecolatina plantea: La próxima administración Chávez (2013-2019) se desarrollará en un contexto de desequilibrios macroeconómicos latentes, incentivos a la iniciativa privada seriamente dañados y fuerte polarización del electorado.
(Ecolatina). El pasado domingo 7 de octubre el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, logró una nueva reelección para el período 2013-2019, al obtener el 55,2% de los votos frente al 44,1% de su principal contendiente, Henrique Capriles.
Este resultado admite más de una interpretación.
Por un lado, si bien Chávez era el favorito para llevarse la victoria, se esperaba que fuera por un margen más estrecho. Desde esta perspectiva, la figura de presidente ha salido fortalecida.
Sin embargo, con una mirada más de largo plazo sobre el desarrollo del proceso político en Venezuela, la performance opositora mostró un indiscutible avance respecto de la pasada elección presidencial de 2006. En este sentido, incrementó su caudal electoral en 7,2 p.p. (de 36,9% a 44,1%) en términos relativos y 41% en términos absolutos (de 4,6 millones de votos a 6,5 millones).
Producto de ello, la relación de poder oficialismo-oposición será a futuro un poco más equilibrada, aunque todavía muy favorable al chavismo, teniendo en cuenta que más allá de la elección del domingo el oficialismo gobierna en 17 de los 24 estados federales y cuenta con 93 de los 165 escaños del parlamento.
En este contexto, resulta interesante analizar el trasfondo económico en el que se desarrollaron las elecciones, con el objeto de analizar si la performance económica pudo haber explicado el mejor desempeño relativo de la oposición.
Para ello, resulta útil repasar la performance económica de Venezuela durante los años del chavismo (1998-2012).
En líneas generales, bajo la administración del presidente Chávez, Venezuela avanzó hacia un modelo de gestión económica centralizada desde el Estado . Este proceso incluyó la nacionalización de empresas en sectores estratégicos (la más emblemática es la de Petróleos de Venezuela –PDVSA- en 2003), en un marco de férrea intervención estatal en el desarrollo de la actividad económica privada.
En términos de desempeño, durante la gestión de Chávez la economía venezolana aceleró su tasa de crecimiento promedio anual de 2% en 1970-1998 a 3,2% por año en 1999-2011. Sin embargo, el ciclo no sólo continuó marcado por una elevada volatilidad y alta inflación, sino que también estuvo por debajo del promedio de Sudamérica de los últimos doce años (+4,0%). En números, el PBI venezolano pasó de representar 8,9% de la región en 1998 a 7,9% en 2011.
Además, la performance económica no fue homogénea a lo largo de la gestión. Los primeros años (1999-2003) fueron turbulentos, con intento de golpe de Estado incluido, y una contracción de 2,6% por año de la economía. En 2004-2007, en cambio, la actividad recobró un dinamismo muy importante (+11,7% anual), que además logró traducirse en una mejora generalizada de los indicadores sociales. En este contexto la economía ayudó a la holgada victoria de Chávez en las elecciones presidenciales de 2006.
Este avance en la actividad económica estuvo apuntalado por el fenomenal aumento del precio del petróleo, que se duplicó en el período 2004-2007 respecto al nivel registrado durante los primeros cuatro años de mandato.
La actividad petrolera representa “apenas” un 11% del PBI de Venezuela, pero da cuenta del 90% de las ventas al exterior (ubicando a Venezuela como el tercer exportador de crudo a nivel mundial) y casi la mitad de los ingresos del Gobierno Central. La fuerte suba del crudo redundó en una avalancha de Dólares que trocaron el déficit de Cuenta Corriente de US$ 4.400 millones (-4,9% del PBI) de 1998 a un superávit de US$ 27.000 millones (+14% del PBI) en 2007.
El estallido de la crisis internacional en 2008, que generó una drástica reducción en el precio del petróleo, y los propios limitantes que la gestión le fue imponiendo a la economía venezolana –fundamentalmente el desincentivo a la iniciativa privada- terminaron por modelar una dinámica de la actividad mucho más moderada. En cifras, en 2008-2011 el crecimiento promedio del PBI fue de sólo 1,1% anual, con una inflación promedio de 27,7% anual (frente a 18,2% en 2004-2007).
En estos últimos años, y con el escenario latente de crisis internacional, el Gobierno venezolano postergó los ajustes dándole continuidad al sesgo expansivo de sus políticas de gasto, aún a costa de profundizar más los desequilibrios macroeconómicos. En este sentido, el resultado fiscal pasó de un moderado déficit de 1,6% del PBI en 2006 a 12% del PBI en 2011.
El deterioro de la posición fiscal obedeció a la caída de los ingresos (principalmente del petróleo), ya que la política de gasto permaneció sin grandes cambios. Más precisamente, los ingresos fiscales que en 2006 alcanzaron 37,7% del PBI, cayeron a 29,9% del PBI en 2011 (los ingresos del petróleo pasaron de 15,9% del PBI en 2006 a 9,3% en 2011). Por su parte, el gasto primario se mantuvo prácticamente inalterado entre 2006 y 2011, en torno de 37% del PBI.