Desolador el escenario del transporte en la Argentina. Un extenso territorio nacional que luce desconectado, incomunicado y con gravísimas deficiencias que afectan la competitividad y la productividad de la economía argentina.
El miércoles 05/09 se realizó en un hotel de la metrópolis porteña una conferencia -con cena incluida-, en la que 2 expertos en la logística y el transporte hablaron ante una veintena de empresarios acerca de la coyuntura del transporte en la Argentina. Durante las presentaciones, varios de los presentes intercambiaron miradas de preocupación. Al final, ellos se encontraban alarmados.
Los empresarios del transporte en general aún hoy día desconocen qué quiso hacer la Presidente de la Nación con la unificación de Interior y Transporte. Más allá de la necesidad de la reingeniería a la imagen y las funciones de Florencio Randazzo, en cuanto a lo estrictamente funcional es como unificar Salud con Justicia, o Desarrollo Social con Defensa, o Educación y Seguridad. Es cierto que Cristina Fernández de Kirchner desafía a los organigramas porque es una porción considerable de su intento de supremacía u omnipotencia. Pero en esta ocasión, el resultado es nefasto y solamente provoca comentarios tipo: "¡Cuánta ignorancia!" o "¿Será la medicación correcta?" o "¿Qué quiso hacer?" o "¿Hay que mudarse a Uruguay?".
Hay un acontecimiento muy grave que estimula la incertidumbre: el ministro Randazzo comienza a comprender que su Presidente no lo premió sino que lo condenó arrojándole una crisis permanente.
Un sentimiento similar embajar al secretario de Transportes, Alejandro Ramos, quien comienza a reflexionar si fue una decisión correcta abandonar tan velozmente la intendencia municipal de Granadero Baigorria, Santa Fe, para llegar hasta el Ejecutivo Nacional. Su esperanza es que la Nación lo ayude a regresar a la política santafecina: la problemática del área lo ha superado y, para colmo de males, él ha sido dejado de lado por el propio Randazzo, quien de hecho trata directamente con los subsecretarios de cada rama de la actividad antes que con el secretario, replicando el estilo de Néstor y Cristina que él ha padecido.
La Subsecretaría de Transporte Ferroviario se encuentra paralizada desde la tragedia en la estación Plaza Once, cabecera de la línea Sarmiento.
Luego ocurrió el sorprendente y efímero ascenso de Eduardo Sícaro a la Subsecretaría de Regulación Normativa del Transporte, interventor en la Comisión Nacional de Regulación del Transporte cuando ocurrió la tragedia y por lo tanto recibió el repudio de los familiares de las víctimas de la formación de Trenes de Buenos Aires. Apenas 72 horas resistió Sícaro.
También quedó en el camino Guillermo Antonio Luna, hasta entonces subsecretario de Transporte Ferroviario: la muerte de 51 personas no puede pasar desapercibida.
Luna se resistía a abandonar el cargo, y cuando la situación no daba para más Randazzo tuvo que llamarlo por teléfono y apercibirlo: "O renunciás hoy o hacemos un decreto para rajarte y por 10 años no podes ocupar ningún cargo público”, dicen fuentes fidedignas que dijo el ministro.
Si así se comporta el transporte ferroviario, no funciona en forma más eficente el automotor y de carga. Omar Colombini, un técnico quimico procedente de Granadero Baigorria y amigo personal de Ramos, transita por desventuras similares a las de su superior: políticamente no existe, funcionalmente tampoco y es ignorado por el ministro y los dirigentes gremiales del sector cuando hay que decidir lo que fuere.
En cuanto al tgransporte marítimo y fluvial, la situación es de una progresión notable: cada día funciona un poco peor.
Recientemente se desplazó al santafecino Ricardo Luján de la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables, a quien se le facturó su relación con Hugo Moyano, y se designó al ingenieroHoracio Tettamanti, hombre de trayectoria en la industria naval pero condenado a aquello de"quien mucho abarca, poco aprieta". Además, nunca podrá convocar a un equipo propio.
Podrá comprenderse la desazón de los presentes. Hubiera resultado interesante que ingresara el comerciante de La Salada, ese que se paseaba en Tecnópolis con su ronroneante compañía, para comprobar que hay otro país, sin tener que asistir al Centro Argentino de Ingenieros a escuchar aPaolo Rocca.
Empresarios, gremios y operadores marítimos están aterrados con el inusitado poder que ha cobrado en los últimos días el polifuncionario Sergio Dorrego, quien sumergido en un absoluto aislamiento respecto de sus habituales interlocutores acaba de preparar un proyecto de Ley de Marina Mercante que será muy exitosa si lo que se busca es aniquilar lo poco que queda en pie(según reflexionan los armadores locales).
Además, por estos días, los gremios marítimos están tratando de neutralizar un avance militarsobre el empleo abordo de los buques mercantes, a partir de una idea nacida en un grupo de oficiales de la Armada que intentan conseguir habilitaciones como marinos mercantes para todo el personal militar en actividad de la fuerza como una manera de alternar sus tareas militares con la navegación comercial y compensar de esta manera la pobre situación salarial que padecen.
Es decir: si los policías trabajan como personal de seguridad para sumar ingresos, la Armada Argentina pretende que su personal militar pueda trabajar en la marina mercante para abultar el dinero que lleven a sus hogares. Pauperización que le llaman...
La situación de los puertos no es del todo ajena a semejante descontrol. Puertos concesionados en todo el país a partir del decreto 817 de Carlos Menem ahora corren peligro, de alguna manera, de regresar a manos del Estado Nacional, que intenta reflotar la figura de la Administración General de Puertos, que actualmente solo se ocupa del Puerto de Buenos Aires.
Para ello se prepara Sergio Borrelli, un hombre del Sindicato de Obreros Marítimos Unidos, quien ambicionaba la Subsecretaría de Puertos pero que debió resignar su cargo en la disputa entre distintas líneas de poder del gobierno.
La gestión de la Hidrovia Paraná-Paraguay, el conflicto por el dragado del canal Martín García, la eliminación de Hugo Moyano del ámbito portuario, la reducción de la contratación de buques por parte de la administradora CAMESSA (provisión de combustibles a las centrales térmicas de electricidad) son parte de la angustiante realidad de la rama “húmeda” del Transporte.
Era ya entrada la madrugada cuando los expositores prefirieron dar paso a las preguntas de los asistentes antes que abordar la temática del transporte aerocomercial. Pero ese capítulo, para no deprimirse más en una sola noche, prometieron será tratado en profundidad en un próximo encuentro.
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