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ESTATIZACIÓN CRECIENTE DE LA ACTIVIDAD ECONÓMICA por Jorge R. Enríquez


La "profundización del modelo" marcha viento en popa.
Además de todas las restricciones a la libertad de expresión y el comienzo del adoctrinamiento de los niños, en la faz económica se advierte una creciente intervención del Estado en las relaciones contractuales privadas.
Nadie niega que el Estado, dentro de cierta medida, debe establecer regulaciones. El problema es cómo lo hace. Una cosa es establecer reglas generales, más o menos amplias, que fijen un marco para la actuación de las personas y las sociedades, y otra es tomar decisiones sobre la conducción de las empresas a través de funcionarios públicos.
Hace unas semanas, un decreto - del que se enteró el CEO de YPF mediante el Boletín Oficial - prácticamente convirtió a todas las empresas petroleras en dependencias administrativas del Estado.
Ahora, otro decreto, el 1278/2012, relativo a los funcionarios que el Estado designa en numerosos directorios de empresas privadas, luego de que la ANSES se quedara con las participaciones accionarias que antes tenían las AFJP, introduce cambios significativos y muy lamentables en el régimen societario.
Las personas designadas como representantes del Estado en esas empresas actuarán como funcionarios públicos, aún cumpliendo esa función. Es decir, no tendrán como norte de su gestión el interés de la sociedad, sino el del gobierno que les da instrucciones.
Además, se les garantiza la impunidad, siempre y cuando actúen conforme a esas órdenes.
En la misma línea, se le conceden al Estado privilegios en el acceso a la información de la sociedad que no tienen otros accionistas.
Y, entre otros aspectos, se deroga el principio de la ley de sociedades que impedía ser directores a funcionarios públicos relacionados con el objeto social, hasta dos años luego del cese de sus funciones.
Más intervención arbitraria, menos seguridad jurídica: la guerra contra las inversiones no se detiene.
HONDO FERVOR PATRIÓTICO: LLEGA LA SOBERANÍA

MONETARIA.

Ya teníamos, desde hace unos meses, "soberanía hidrocarburífera". Unas semanas atrás la locuaz Presidenta nos anunciaba desde la Bolsa de Comercio que habíamos alcanzado la “soberanía económica”. Ahora al imponer el kirchnerismo su número en el Senado celebraremos la llegada de la "soberanía monetaria".
Es un privilegio de nuestra generación, que tal vez no sepamos valorar, ser espectadores del nacimiento de tantas soberanías.
La hidrocarburífera, empero, está bastante maltrecha, y el experto en exploración Miguel Galuccio amagó con renunciar cuando se enteró por el Boletín Oficial de un decreto, inspirado por el todo terreno Axel Kiciloff, que regula de un modo manifiestamente inconstitucional la industria petrolera. El periodista Marcelo Bonelli reveló ese amague y recibió como castigo un sonoro escrache que le hizo por cadena nacional la señora de Kirchner.
En cuanto a la soberanía monetaria, ¿no conocían este concepto los funcionarios nacionales – Amado Boudou a la cabeza de ellos - que impulsaron la tercerización de la impresión de billetes a través de la empresa Ciccone, cuyos dueños actuales son misteriosos?
Más allá de que la verdadera  soberanía monetaria es la existencia de estabilidad en los precios. La ausencia de inflación es la soberanía monetaria que los argentinos necesitamos.
Sólo en un país cuyas instituciones han sido vaciadas el Sr. Boudou puede seguir ocupando el cargo de vicepresidente y, como si esto fuera poco, que se le confiera un “bill” de indemnidad, sancionándole una ley a su medida, verdadero propósito de la norma expropiatoria de la ex Ciccone, que debería denominarse ley de salvataje de Boudou, con un costo para el Estado de nada menos que 140 millones de pesos.
La obstinación de la presidente por asegurarle impunidad se origina en un dato muy significativo: Boudou es una creación de ella, y a ella se debe su posición actual, que fue una designación personalísima.
Lo que no podemos  saber es si la presidente estaba al tanto de las andanzas de su entonces favorito. Aunque poco importa: con lo que se supo después bastaba y sobraba para que le soltara la mano. No lo hizo; todo lo contrario: avaló las denuncias de Boudou en aquella insólita conferencia de prensa en el Senado, y no vaciló en sacrificar al Procurador General, Esteban Righi, un histórico nombre del "camporismo" (si tal ismo existe), en su afán de proteger al disc jockey marplatense.
Impávido, Boudou presidió la sesión del Senado en la que nació la "soberanía monetaria". La Argentina suele ser un país complicado para vivir, pero nos compensa el malestar con frecuentes imágenes que envidiaría el mismo Francis Ford Coppola.