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Informe Económico Semanal del Banco Ciudad


LA SEMANA EN POCAS PALABRAS

La última información disponible señala que la actividad económica continúa enfriándose. Del lado de la oferta, este proceso es encabezado por un freno en la industria, en medio de trabas comerciales y desaceleración de la demanda externa e interna. A ello se agrega una pobre performance del agro (compensada parcialmente por mayores precios), un deterioro de la construcción y del mercado inmobiliario (fruto de las restricciones a la compra de dólares), y una caída en la provisión de servicios regulados (electricidad, gas y agua), combinada con una menor extracción de petróleo y gas. Sólo el sistema financiero y el comercio se mantienen en franco ascenso, aunque a un ritmo menos vertiginoso que en años anteriores.
Por el lado de la demanda, el crecimiento sigue recostándose en el consumo, aunque éste también ha ido perdiendo impulso, mostrándose más volátil y selectivo, dejando atrás su etapa de indiscutido y desenfrenado crecimiento. En tanto, la inversión viene siendo el componente del gasto más golpeado, presentando desde febrero importantes caídas interanuales, en un marco de mayor incertidumbre y crecientes regulaciones.
En concreto, los datos conocidos esta semana son más que elocuentes. A nivel agregado, el IGA de Ferreres creció en marzo apenas un 2,2% interanual (a/a), acumulando en el primer trimestre un alza de sólo 2,5%. Este moderado crecimiento está en línea con lo capturado por otros indicadores privados, los cuales señalan una lenta recuperación de la economía a los efectos contractivos derivados de las tensiones financieras de fines del 2011. De hecho, el crecimiento del primer trimestre 2012 respecto del último del año pasado habría sido nulo (en términos desestacionalizados), sin alcanzarse todavía el pico productivo de septiembre.
En este marco, la industria pasó de liderar el crecimiento económico de los últimos años, a ser uno de los sectores menos dinámicos. Según diversas fuentes públicas y privadas, la industria habría crecido en marzo entre 1,7% y 2,1% a/a, capturando incluso la medición de FIEL su tercera caída trimestral consecutiva (-1,4% sin estacionalidad), la cual señalaría (técnicamente) el ingreso de la industria local en recesión. A nivel sectorial, el deterioro resulta generalizado, con la mitad de los bloques industriales mostrando caídas interanuales en sus niveles productivos.
Por el lado de la demanda, el consumo se mantiene como el principal sostén de la actividad agregada, aunque dejando atrás su etapa de unívoco crecimiento. Según nuestros cálculos, en marzo se combinaron alzas interanuales en las ventas en supermercados (3,8% en términos reales) y en los patentamientos de 0km (21%), junto con una baja de 9% en las ventas en shoppings. Paralelamente, indicadores privados señalan que la inversión se contrajo un 5% a/a, registrando su segunda caída interanual consecutiva, fruto de un derrumbe en las compras de equipo durable de producción (-13% a/a).
Procurando compensar la desaceleración económica, la política fiscal abandonó definitivamente su moderación post-electoral, registrándose en marzo una fuerte aceleración del gasto (39% a/a). Así, el resultado fiscal (después del pago de intereses de la deuda) fue deficitario en $2.390 millones, cifra que se hubiera estirado a $5.650 millones de no ser por los recursos extraordinarios girados por el BCRA y la ANSES.
Sin una estrategia de retorno a los mercados, este creciente rojo fiscal cierra con un aumento del financiamiento intra-sector público, en línea con lo anunciado este semana vía uso de Reservas del BCRA (USD 5.674 millones), préstamos del Banco Nación ($12.800 millones) y la colocación de una letra al FGS-ANSES (USD 340 millones).
Esta semana también se conoció el superávit comercial de marzo (USD 1.077 millones), que duplicó el obtenido un año atrás y permitió que en el primer trimestre se quiebre la tendencia declinante de los dos años anteriores. Este aumento del superávit responde a una caída de las importaciones (-8% a/a en marzo), reflejo de la desaceleración económica e indiscriminadas trabas comerciales.
En este contexto, todo indica que la propensión del gobierno a profundizar sus políticas intervencionistas es directamente proporcional al deterioro que exhibe el frente macroeconómico, dinámica que (a nuestro juicio) lejos de disminuir, incrementa las chances de caer en un escenario estanflacionario.