https://mail.google.com/mail/u/0/?ui=2&ik=3ab76eea9c&view=att&th=1648a6d4d6c2fa40&attid=0.1&disp=safe&zw
BYMADATA - Cotizaciones en Tiempo Real | BYMA Bolsas y Mercados Argentinos

Informe Económico Semanal del Banco Ciudad

LA SEMANA EN POCAS PALABRAS

Según se conoció la semana pasada, el año 2011 finalizó con una inflación del 23%, similar a la registrada en 2010 (24%). Se trata de las estimaciones de ocho fuentes privadas compiladas por el Congreso, que también señalaron un alza de los precios al consumidor del 1,9% en diciembre, superior a la de octubre y noviembre (1,4%).

Este dato para la Capital Federal y el Gran Buenos Aires fue refrendado por los índices provinciales, los cuales promediaron a noviembre un incremento del 22% anual, que más que duplicó las mediciones del INDEC (9,5% a/a).

Pese a la relativa estabilidad de la inflación a lo largo de 2011, a nivel desagregado la dinámica de precios presentó sus matices. En concreto, la desaceleración en los precios de los alimentos y bebidas (que habían llegado a experimentar subas del 30% anual en 2010) permitió compensar la aceleración de otros rubros, como indumentaria, transporte, esparcimiento y salud. Como resultado, pese a registrarse similares niveles de inflación entre 2010 y 2011, en el último año se observó una importante moderación en el ritmo de aumento del costo de la canasta básica alimentaria (o línea de indigencia), que pasó del 30% al 20% a/a.

En materia de perspectivas, la inflación de 2011 podría transformarse en un “piso” de los reclamos salariales de 2012. Asimismo, la estacionalidad de la inflación del primer trimestre del año, sumada a los recientes ajustes impositivos y tarifarios, tampoco ayudará a descomprimir las negociaciones paritarias, concentradas en el segundo trimestre.

Hurgando en los rubros del IPC, a las subas en esparcimiento (este año extendidas a febrero y marzo por los feriados), se agregan no sólo las clásicas alzas en educación e indumentaria (marzo-abril), sino también los efectos de la aplicación de nuevos cargos tarifarios y subas de impuestos que, desde inicios de año, comenzaron a erosionar los ingresos familiares. Todo ello en paralelo con precios de los alimentos (responsables de un tercio del IPC) que continúan en franco ascenso.

Desde una óptica macro, la dinámica inflacionaria de diciembre también sienta un precedente. Ocurre que, desde entonces, comenzaron a relajarse las tensiones en el mercado cambiario, monetario y financiero, observándose una recuperación de los depósitos y del crédito, junto con una acelerada baja de las tasas de interés. Ello se dio en un escenario de represión financiera en el que el Banco Central volvió a comprar dólares (e imprimir pesos) como antes del stress pre y post electoral (la Base Monetaria volvió a crecer por encima del 35% anual).

En este sentido, el sesgo de la política económica no ayuda a moderar las expectativas inflacionarias. De hecho, con la presentación de su Programa Monetario, el Banco Central dejó en claro que se siente cómodo con un crecimiento de los agregados monetarios del 26-30% anual, el cual impone un piso elevado para la inflación de 2012. A ello hay que agregar el creciente cierre de la economía, que permitiría a la industria trasladar a precios los mayores costos internos, sin poner en riesgo su cuota del mercado local.

Frente a este escenario, sólo el ancla cambiaria y los potenciales efectos de la sequía sobre la actividad agregada tenderían a compensar la presión proveniente de distintos frentes, anticipando un 2012 movido en materia inflacionaria.