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Cementerio de elefantes: cómo cayeron los grandes inversores en medio de la volatilidad

Se trata de magnates y grupos de inversión de prestigio en Wall Street y Europa, pero que perdieron buena parte de sus fortunas en estos meses por malas jugadas en medio de las turbulencias. Cuáles fueron los errores que nunca debieron cometer. Y cuáles las estrategias que los llevaron a la ruina.
Las palabras del capitán del Titanic quedaron para una triste posteridad: “A éste barco no lo hunde ni Dios”. La expresión es, para unos, apenas un mito. Para otros, un dato atribuible al escaso rigor de la prensa sensacionalista. De cualquier forma, el final es bien conocido: aguas turbulentas, un iceberg en el camino y estrepitoso naufragio. Fin. La moraleja: las turbulencias nunca discriminan; y se llevan con ellas, también, a los poderosos.
Lo ven ahora muchos grandes operadores en los mercados globales. La crisis financiera que se arrastra desde hace tres años y que ahora es fogoneada por los problemas de deuda en Europa y una aún no descartada recesión en Estados Unidos, golpearon muy fuerte a grandes gigantes de Wall Street. Magnates y grupos de inversión que hasta tiempo atrás eran sólo receptores de elogios y veneraciones. El mercado los creía capaces de barrenar cualquier volatilidad, pero los primeros temblores derribaron varias vanidades.
El caso más emblemático de este año estuvo dado por la desprolija gestión del fondo de inversión de bonos PIMCO. Hace pocas semanas su gestor, Bill Gross, decidió salir en los medios con un pedido de disculpas: “Este ha sido un mal año”, comenzó en una carta, para explicar que su management no había dudado en apostar a una suba de tasas de interés y dirigir en este sentido todas sus inversiones. Para eso aumentó en gran medida la ponderación en su cartera de los activos de largo plazo, que son más sensibles a los cambios de expectativas de crecimiento e inflación. Y se desprendió, en cambio, de los de vencimiento corto. La movida le permitió alargar la duración de su fondo hasta los siete años. Pero la rentabilidad de su cartera subió apenas un 1,1% a lo largo de 2011. El guarismo es apenas una quinta parte de lo que avanzó en igual tiempo el índice de referencia Barclays Bond, que fue superado por el 90% de los fondos este año. No fue una pérdida, pero sí un fuerte golpe al orgullo de PIMCO, que ahora trata de salir del embrollo de la mano de los emergentes (ver perfil de Mohammed El-Erian en las páginas18 a 21).
La crisis tampoco respetó las canas del mismísimo mexicano Carlos Slim. El hombre más rico del mundo sintió el cimbronazo en los últimos días de julio pasado cuando un repentino derrumbe bursátil logró soplarle el 11% de su fortuna (unos US$ 8 mil millones). En sólo cuatro ruedas, los alarmante datos de Europa derribaron las cotizaciones de sus compañías y provocaron que tres de ellas fueran excluidas del IPC, el índice bursátil mexicano: América Móvil, la mayor propiedad del multimillonario y el operador más grande de telefonía inalámbrica del continente (que llegó a perder un 21% en el año); Inbursa, su firma de servicios financieros; e Inmuebles Carso, su brazo en bienes raíces. Entre febrero pasado y hoy, el patrimonio de Slim cayó de los US$ 74 mil millones a US$ 68 mil millones. No es que se vaya a quedar en la calle, pero US$ 6 mil millones no es una cifra para nada despreciable. Alcanza, por ejemplo, para pagar 18 veces los 330 millones de euros que el Barcelona pide por Messi.
Otra caída fuerte fuela MF Global, firma que estuvo en boca de todos a fines de octubre cuando reportó una pérdida de casi US$ 200 millones y, una semana después, declaró su quiebra. Con activos por US$ 41.050 millones en su haber, murió aplastada por una deuda cercana a los US$ 40 mil. El pecado fue haber apostado US$ 6.300 millones en bonos del Tesoro de países como Bélgica, Italia, España, Portugal e Irlanda, actualmente con serios problemas para cumplir con sus compromisos. Los rendimientos aumentaron, el precio bajó y fue el fin de la compañía.
Sobre los emergentes
En una época de bonanza o recuperación que se pensó infinita, la tentación de mejorar los resultados mediante activos con altos rendimientos –como las acciones de los países emergentes- terminó muchas veces con desplomes sorpresivos. Los analistas aclaran que, en estos casos, los inversores sucumbieron por su decisión de despreciar refugios convencionales, como los bonos soberanos de Estados Unidos o Alemania, considerados altamente seguros, y subestimar por mezquinos los rendimientos de entre el 1% y el 2% anual que ofrecen. Aunque el desempeño ha sido distinto, también pasó con el oro: el activo de protección por excelencia ha ganado un 50% en los últimos doce meses, con once años consecutivos de subas ininterrumpidas.
En este sentido, la consultora europea VDOS Stochastic publicó un informe sobre la caída del patrimonio de los fondos de inversión en el bloque emergente.

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