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La banca gana: cómo perjudican las últimas ofertas financieras al pequeño inversor

La banca ha lanzado una ingente avalancha de productos en los últimos meses. Asfixiado el inversor institucional por sus problemas de deuda, el pequeño ahorrador es el objetivo preferente de las entidades. La necesidad de reforzar el capital y sanear los balances de la banca pesan más en estos productos que el beneficio del inversor. ¿Qué ofertas han resultado un fiasco?

La crisis no parece tener fin y las titubeantes actuaciones de la UE y el BCE no encuentran la solución. El inversor minorista busca desesperadamente alternativas ante el rendimiento negativo de la mayor parte de los activos de inversión. Las dificultades de la banca le obligan a ofrecer atractivas remuneraciones para colocar sus productos. ¿Oportunidad para el inversor? No tanto. Hay que leer bien la letra pequeña.

Ninguna de estas ofertas da duros a pesetas. La cada vez más escasa solvencia del sector financiero es el principal talón de Aquiles para sus productos. Casi todos éstos implican meterse en el capital de las entidades lo que conlleva un riesgo cierto, algo que se acentúa en la actual situación de debilidad de las entidades.

Los últimos productos del mercado –convertibles, emisiones preferentes y subordinadas, script dividends, pagarés- parecen concebidos más para mejorar la salud de los bancos que para el bolsillo del inversor. Algunos saldan su actuación con un notable fracaso.

EL FRACASO GENERALIZADO DE LAS CONVERTIBLES

La emisión de obligaciones convertibles, un instrumento que no abundaba demasiado en el mercado español, se ha acelerado en los últimos tiempos. Sólo este año se han subido al tren de las convertibles Caixabank, Pastor, Bankinter (dos emisiones) y Renta 4. Sólo las entidades financieras españolas, necesitadas de mejorar sus ratios de capital y cumplir con las normas de solvencia, han emitido unos 13.300 millones de euros en estos instrumentos desde finales de 2007, cuando el Santander lanzó su emisión para financiar la compra del ABN Amro.

Los bonos convertibles son activos de deuda emitidos por las empresas y con la posibilidad de convertirse en acciones cuando llegue el periodo de vencimiento, aunque la conversión es a menudo obligatoria. Es un activo que se sitúa a medio camino de la renta fija y la renta variable.

Estos productos suelen ser beneficiosos para el emisor, ¿pero lo son para el inversor? La pésima situación económica está siendo un lastre insalvable para las cotizaciones de las compañías emisoras, algo que afecta decisivamente al valor de la inversión en convertibles.

Así, el precio de la conversión de las emisiones de este año supera holgadamente el actual precio de mercado, por lo que de concretarse ahora la transformación en acciones, los inversores sufrirían grandes pérdidas. Caixabank tiene un precio un 37% inferior al de sus convertibles; Bankinter, un 30% y un 12,5 menos para sus dos emisiones; y Renta 4, un 16% menos. Sólo el Pastor, tras la subida provocada por la reciente oferta del Popular casi iguala ambos precios, aunque el de mercado es todavía un 1,4% menor.

La situación de otras emisiones anteriores todavía vigentes es aún peor: Santander, Popular y Sabadell sufren en sus cotizaciones caídas que rondan y superan el 50% respecto al precio de conversión. Bankinter, un 30%. La mayor caída no es la de una entidad bancaria: Colonial encaja una caída actual de casi el 90% frente al precio de cierre de sus convertibles. La emisión de Dogi se encuentra en concurso voluntario de acreedores. Sólo se salva otra emisión del Popular cuyo precio de conversión se hace con la media de precios de cierre de los cinco días anteriores a la fecha de conversión.

SUBORDINADAS Y PREFERENTES: EMISIONES DE RIESGO

Las obligaciones subordinadas son un producto que se ha asimilado erróneamente a los depósitos a plazo fijo. Realmente tienen una baja liquidez y un relativo alto riesgo. Es un producto interesante, sí, pero para los emisores, ya que se catalogan como recursos propios y permiten mejorar los ratios de solvencia.

Alguna emisión de obligaciones subordinadas ya ha tenido problemas. La CAM, intervenida este verano por el Banco de España, ya suspendió el pago de los intereses de sus subordinadas. La causa está en las pérdidas registradas por la caja.

El riesgo de la inversión está directamente vinculado a la solvencia del emisor: en caso de quiebra las subordinadas son las últimas en cobrar, superando sólo a las preferentes y a los propios accionistas. De momento, salvo la CAM, ninguna emisión de este tipo ha tenido problemas. La delicada situación del sector financiero invita a la prudencia. Popular, Banca Cívica y Santander Consumer están entre los últimos emisores de estas obligaciones.

Otro instrumento de mayor riesgo son las preferentes por lo que la cautela habrá de ser mayor. Sin embargo, tan sólo Deoleo –antigua SOS- ha tenido que suspender la remuneración de estos productos al no obtener beneficio en 2010.

Las preferentes son similares a las subordinadas, aunque van después en el orden de cobro en caso de quiebra y mientras que las primeras no tienen plazo de vencimiento, las segundas sí, generalmente unos diez años. La rentabilidad ofrecida por ambos productos es alta, pero suele ser decreciente (tras los primeros años se vincula generalmente al Euribor a 3 meses) y se suspende cuando la entidad entra en.

AMPLIACIONES ENCUBIERTAS EN SCRIPT DIVIDENDOS

En la línea de no consumir los propios recursos, las compañías han abusado este año del pago del dividendo en acciones. Concretamente, la fórmula del script dividend, que permite cumplir con la remuneración al accionista sin emplear la cuenta de resultados.

La necesidad de reforzar sus balances ha llevado a la banca a emplear este sistema entre sus accionistas: Santander, BBVA, Caixabank, Bankinter y Popular han apostado por esta fórmula. Pero también Iberdrola, Gas Natural y Gamesa han empleado el script dividend durante este año, en operaciones que suponen un reparto de acciones en una suerte de ampliación de capital.

En el caso de la banca, la operación no ha resultado muy beneficiosa para los accionistas que optaron por cobrar el dividendo en títulos: en el último año, el cobro del dividendo por títulos del Santander reporta pérdidas frente al cobro en efectivo, que son del 32% para el pago efectuado en noviembre de 2010 y del 17% para el de febrero de este año. En noviembre la acción del banco que preside Emilio Botín valía 9,4 euros frente a los 6,3 euros actuales.

Los accionistas del BBVA que cobraron en especie en abril pierden un 25% frente a los que lo hicieron en dinero contante y sonante. Sin embargo, el cobro en acciones el pasado 30 de septiembre resulta, de momento, ganador gracias a la escalada de la acción en los últimos 15 días. Una situación parecida a la del accionista de Caixabank: frente al efectivo pierde un 28% si acudió al cobro en títulos en junio, pero acumula pequeñas ganancias si lo hizo el pasado 27 de septiembre.

Los dos cobros efectuados por los accionistas del Popular reportan pérdidas a quienes lo recibieran títulos de la entidad: la cotización del banco ha caído un 19% desde el pago de abril y casi un 5% desde el de junio.

Por el contrario, la subida de la acción de Bankinter desde el 9 de septiembre permite a los que cobraron el dividendo en especie embolsarse ganancias frente a los que optaron por el efectivo.

Fuera del sector financiero, la percepción en acciones del dividendo de Gamesa tampoco fue un buen negocio: la acción cae un 40% desde entonces. Iberdrola sufre una suerte dispar en sus dos script dividendos repartidos este año, mientras que Gas Natural mantiene una cotización similar.

Santander abrió la vía del script dividend en noviembre de 2009 y por lo general –sobre todo en el sector financiero- no ha resultado ser una buena fórmula para el pequeño inversor, que acumula importantes pérdidas desde entonces.

FRACASO DE LAS OPVs

2011 está siendo un año de OPVs frustradas. La necesidad de captar capital para muchas compañías ha sido un acicate para buscar la financiación en el parqué. Sin embargo, la mala situación económica ha llevado a 160 compañías a aplazar su salida a bolsa en operaciones, un número que se acerca al récord del pasado año.

En España, la cancelación más sonada ha sido la de Loterias y Apuestas del Estado, una de las opciones que tenía el Gobierno para reducir el déficit y cuya salida tendrá que esperar en busca de tiempos mejores. También Atento, la filial de atención al cliente de Telefónica, pospuso este año su estreno bursátil.

Pero ¿cómo ha funcionado para el inversor el salto al parqué de las nuevas compañías? Los debuts más destacados pertenecen al necesitado sector financiero. Hasta ahora, cotizan en números rojos: Banca Cívica pierde un 11,5% desde su estreno y Bankia se deja un 3,2%.

El otro gran estreno en la bolsa española forma parte del sector de la distribución comercial, pero tampoco transita con brillantez. Dia pierde un 7,3% desde su estreno en julio.

LA ÚLTIMA MODA BANCARIA: LOS PAGARÉS

Entre el aluvión de las últimas ofertas se encuentran los pagarés bancarios. Las entidades financieras se han apuntado a esta nueva moda acuciadas por la necesidad de financiación. Su rentabilidad compite en la actualidad con la de los depósitos. Pero comportan mayor riesgo y arrastran la servidumbre de su letra pequeña.

Entre otras desventajas, la liquidez del pagaré es muy reducida sobre la de los depósitos; además, en caso de quiebra, la prelación en el cobro está subordinada a la de los depositantes, aunque por encima de emisiones subordinadas y preferentes.

Entre las últimas emisiones lanzadas al mercado se encuentran las de Bankia, BBVA, Santander y Banesto. Emisores aparentemente fiables, pero cuyas ofertas adolecen de varias condiciones. Los pagarés más rentables son los de Bankia –la entidad menos solvente- pero para obtener un 4% se precisa invertir al menos 100.000 euros. Banesto también exige una cantidad mínima elevada y BBVA requiere vinculación con otros productos.

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