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Informe Económico Semanal del Banco Ciudad

LA SEMANA EN POCAS PALABRAS
En la última semana se conocieron una batería de datos que confirman tendencias previas y muestran que la marcha de la economía sigue resultando medianamente robusta, observándose sólo un lento deterioro en algunos frentes, el cual patea la aparición de restricciones para el 2012. Es decir, el cuadro de situación macro se dobla, pero no se rompe.
Según el IGA de Ferreres la economía se expandió un 5,6% interanual en julio, manteniéndose constante con respecto a junio. Su crecimiento fue menor al acumulado en lo que va del año (6,8%), y éste a su vez inferior al observado en 2010 (8,7%), dando cuenta de una paulatina moderación en el ritmo de expansión. Sin tomar nota de esta tendencia, los datos oficiales siguen manteniendo una brecha mayor a los 2 puntos porcentuales respecto de las estimaciones privadas, creciendo el EMAE-INDEC 8,2% en junio y 8,8% en el primer semestre.
En lo que respecta al mercado laboral, en el segundo trimestre la tasa de desocupación se ubicó en el 7,3%. Si bien ello representa una ligera baja, también deja en evidencia ciertas dificultades para perforar el piso pre-crisis internacional del 2008 (7,3%). De hecho, si se compara con el dato de fines de 2007 (7,5%), las mejoras resultan marginales, de manera que el principal logro de los últimos años ha sido mantener el desempleo en niveles históricamente bajos, más que mostrar verdaderos avances en los indicadores sociales.
Aunque en el segundo trimestre el dato saliente fue la recuperación del empleo, esta fue compensada por un aumento casi equivalente de las personas que buscan trabajo. Ello se dio en un contexto en el que los planes sociales, como la Asignación Universal por Hijo, ven erosionado su poder de compra por efecto de la inflación, sobre todo de alimentos. Asimismo, en comparación con la reactivación económica, la creación de puestos de trabajo sigue resultando moderada. Esta dinámica estaría vinculada tanto a un virtual “pleno empleo” de la mano de obra calificada (factor de oferta), como a un cambio de precios relativos capital-trabajo (elemento de demanda).
Prueba de ello es que entre los universitarios la tasa de ocupación asciende al 81,5% y la de desocupación es de sólo el 3,1%, mientras que para el resto de la población la ocupación es del 37,6% y el desempleo del 8,4%. A la falta de mano de obra calificada se suman, en muchas ramas productivas, un alto uso de la capacidad instalada y un cambio de precios relativos que favorece el capital respecto del trabajo, de manera que las empresas tienden a volcarse más a la incorporación de maquinaria que a la generación de empleo para elevar su techo productivo.
En lo que respecta la balanza comercial, esta totalizó sólo USD 672 millones en julio, un 22% menos que un año atrás, fruto de importaciones que mantienen un ritmo de crecimiento superior al las exportaciones (30% vs 22%). Los datos no trajeron grandes novedades y siguieron reflejando una creciente dependencia del superávit comercial a un alza sostenida de los precios de los commodities (principalmente soja y derivados), a la vez que las importaciones de combustibles volvieron a duplicar los niveles de un año atrás, sumando casi USD 6.000 millones en 2011. Sólo se encendieron dos luces amarillas; una vinculada a las exportaciones industriales a Brasil (que pasaron de crecer 30% en junio a 18% en julio), y otra a una desaceleración generalizada de las importaciones de manufacturas, la cual hace juego con un menor ritmo de crecimiento de la actividad agregada.
Por último, por el lado fiscal, las cuentas volvieron a sostenerse en ingresos extraordinarios que maquillan una tendencia al deterioro, aunque demostrando cierta muñeca para evitar una situación descontrolada. En julio hubo un superávit primario de $388 millones y un déficit financiero de $196 millones, que restando las transferencias de utilidades del BCRA se hubiera transformado en un déficit primario y financiero de $1.200 y $1.500 millones, respectivamente. Asimismo, se observa un “eficiente” manejo de la caja por parte del oficialismo, acelerando los gastos de capital con la cercanía a las elecciones, a la vez que tiende a moderarse el gasto en subsidios a la energía, a medida que se van dejando atrás las bajas temperaturas.