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Informe Económico Semanal del Banco Ciudad- 15.07.11- Tormenta en el horizonte

LA SEMANA EN POCAS PALABRAS

A pesar de la masiva inyección de fondos y los draconianos ajustes, Grecia no lograría atravesar el año sin caer en default. La Unión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el FMI ya llevan aportados € 110.000 millones, pero las medidas implementadas no incrementaron la confianza del mercado, ni impulsaron el crecimiento o mejoraron la situación fiscal. Por el contrario, las proyecciones para 2011 indican que el PIB griego caería 4% (tras descender 4,5% en 2010), mientras que el déficit fiscal y la deuda pública treparían al 10% y 150% del Producto, respectivamente.

Frente a este escenario, las negociaciones para un nuevo salvataje financiero se encuentran estancadas. Un grupo de países (liderado por Alemania) reclama que los acreedores privados (principalmente, bancos europeos) contribuyan de forma “voluntaria” con quitas de deuda, de manera que el costo del rescate no recaiga únicamente en los contribuyentes. Sin embargo, otro grupo (liderado por Francia y el BCE) sostiene que la inclusión de los bancos privados en la resolución de la crisis aumenta las probabilidades de contagio en la Eurozona.

Por su parte, las agencias calificadoras, duramente cuestionadas, adelantaron que cualquier tipo de reprogramación de deuda (voluntaria o no) sería tomada como un default, a la vez que rebajaron la nota crediticia de Irlanda y Portugal al mismo nivel que la deuda griega. La reducción al nivel de “bonos basura” arrastró los mercados financieros, vendiendo los inversores no sólo acciones y bonos de Irlanda y Portugal, sino también de Italia y España, refugiándose en el oro, el dólar y el franco suizo.

Como si esto fuera poco, la batalla política en Estados Unidos agrega tensiones financieras del otro lado del Atlántico. La suba en el “techo” de endeudamiento por parte del Congreso, medida de aprobación rutinaria, se convirtió en objeto de presión de la oposición a Barack Obama. El estancamiento en las negociaciones podría llevar a Estados Unidos a una situación de “default técnico” a principios de agosto, cuando el endeudamiento alcance el límite máximo actual. De ocurrir un default, el crispado mercado financiero internacional se vería sacudido por un profundo shock negativo.

A pesar de los mejores fundamentos económicos, un escenario de mayores turbulencias tendría consecuencias sobre los emergentes. Si Europa y Estados Unidos son arrastrados a una nueva recesión, el comercio internacional se vería afectado. China e India, que exportan gran parte de su producción a economías avanzadas, verían reducir su ritmo de expansión, lo que generaría un impacto “a dos bandas” sobre el resto de los países en desarrollo. Por otro lado, una ola de aversión al riesgo global revertiría los flujos de capitales hacia los emergentes, lo que podría quebrar la tendencia a la apreciación de sus monedas y provocar una reducción en los precios de los commodities.

Argentina no sería inmune a un contexto internacional adverso, tanto por el lado real como financiero. El nivel de actividad local no está del todo “desacoplado” del frente externo, en tanto Brasil y China, principales destinos de las exportaciones, podrían verse afectadas negativamente. Asimismo, un descenso en el precio de los commodities afectaría el valor de las exportaciones locales, compuestas en más de la mitad por materias primas agrícolas. Por otra parte, en un escenario de aversión al riesgo y reversión de flujos de capitales, el mayor riesgo es el de una devaluación en Brasil, algo que aquí no podría ser compensado en forma simultánea por un movimiento equivalente en el tipo de cambio, dada la sensibilidad de la fuga de capitales a la cotización de la divisa norteamericana.

Algo similar ya sucedió en plena crisis de fines de 2008, cuando el Real brasileño saltó de R$/USD 1,65 a 2,4, mientras que la cotización peso-dólar no sufrió inicialmente grandes cambios. Anticipando las correcciones cambiarias que tendrían lugar más adelante, la salida de capitales en Argentina siguió sintiéndose con fuerza, motorizada por quienes querían comprar dólares “baratos” a $/USD 3,1/3,3. La contrapartida fue una caída de los niveles de consumo, inversión y actividad doméstica.

En suma, la situación por la que atraviesan Europa y Estados Unidos representa un riesgo latente. Si bien es larga la cadena de fatalidades que tendría que tener lugar para que un agravamiento de la crisis internacional impacte de lleno en Argentina, las turbulencias externas podrían acelerar la salida de capitales e impactar en el crecimiento económico, además de complicar la estrategia oficial de acumulación de reservas internacionales, que apunta a llegar sin sobresaltos a octubre. A pesar de la insistente propensión a la cátedra, sería deseable que las autoridades vayan preparando un plan de contingencias ante un eventual recrudecimiento de la crisis global, con potenciales efectos negativos en nuestras pampas.