Cuando conduje por primera vez un auto, sentí miedo. Regresé a casa y, por mucho tiempo, no volví a manejar. El pánico me inhabilitó, pero también me llevó a reflexionar: ¿por qué algunas personas logran gestionar mejor sus emociones? ¿Es posible controlar las emociones en mi beneficio?
Diversas investigaciones han identificado seis emociones básicas o universales: alegría, ira, miedo, tristeza, aversión (asco) y sorpresa. Estas emociones fundamentales nos ayudan a definir y comprender lo que sentimos en distintas situaciones.
En el siglo XXI, ¡ ha sido incorporada en el ámbito educativo y también en el empresarial. Y es que cualquier joven o adulto puede aprender a ser emocionalmente inteligente, un proceso que requiere tiempo y constancia.
Desarrollar inteligencia emocional es un hábito que debemos practicar a diario, un desafío que será completo cuando se es capaz de reconocer las emociones propias y ajenas.
Sin embargo, existe otro reto importante, la disposición personal: se necesita la voluntad para mejorar. Si bien aprender sobre uno mismo tiene sus ventajas, representa un gran desafío. Para quienes están dispuestos a trabajar en su inteligencia emocional, los beneficios son muchos y valen el esfuerzo.
En primer lugar, aprender a identificar nuestras emociones nos permite tomar decisiones más acertadas. Piensa en una ocasión en la que sentiste enojo y actuaste bajo esa emoción. ¿Qué sucedió? Probablemente nada positivo, ya que cuando actuamos desde el impulso emocional, decimos y hacemos cosas de las que luego nos arrepentimos.
Imagina que, en ese momento de enojo, aplicas una estrategia simple como la respiración consciente. Un minuto enfocado únicamente en respirar. ¿Qué sucedería? Tu mente se calmaría, podrías reflexionar antes de actuar, y evitarías muchos problemas.
Según el Dr. Norberto Levy, los seres humanos necesitamos un espacio para liberar el enojo, y canalizar la energía que nos desborda impidiéndonos pensar con claridad.
Otro beneficio de desarrollar la inteligencia emocional es aprender a reconocer las señales que emite nuestro cuerpo en distintas situaciones. Ahora mismo, mientras lees estas líneas, ¿qué estás sintiendo? ¿Qué señales te está enviando tu cuerpo? Identificar y nombrar estas sensaciones nos hace más conscientes de lo que realmente estamos experimentando.
La clave de la inteligencia emocional es la capacidad de afrontar y resolver conflictos. Todas las relaciones están marcadas por conflictos, que muchas veces se generan por no tener las herramientas necesarias para resolverlos.
Las conversaciones sinceras son la forma más efectiva de abordar los conflictos, pero para llevarlas a cabo es necesario construir relaciones basadas en la confianza, ser empáticos, y estar dispuestos a decir y escuchar lo que la otra persona tiene para decir.
Esto es parte del aprendizaje emocional, y nos permite ser más eficientes en el aprendizaje, en el trabajo y con nuestros vínculos afectivos, esto también nos incluye. ¿Cómo podemos ser más productivos y disfrutar de tiempo de calidad con nuestros seres queridos si no dedicamos tiempo a nosotros mismos.
La calidad de nuestra vida está marcada por nuestro cuidado físico y emocional, cuando te sientes bien contigo mismo, tu vida profesional y personal mejoran. Aunque parezca simple, es un proceso complejo.
En el mundo de la inmediatez, olvidamos que lo más importante es el bienestar. Algo que cualquiera puede aprender trabajando las emociones, y que puede motivar el éxito o fracaso de cualquier emprendimiento. Cuánto más jóvenes aprendamos a gestionarlas, será más simple afrontar los desafíos de la vida escolar, laboral y personal.
*Por Susana Kunzi, Lic. en Ciencias de la educación, Neuropsicoeducadora, y autora de “Autoconocimiento y autocuidado para humanos ocupados”.