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¿Inflación alta para rato?: esto dice Juan Luis Bour, economista de FIEL

 Con la escalada inflacionaria y un precio de dólar al alza, iProfesional entrevistó a Juan Luis Bour, economista jefe de FIEL, que opina sobre qué pasará


La tensión que genera la escasez de dólares en la economía trae como consecuencia que los expertos empiecen a plantearse qué caminos posibles tiene el Gobierno para llegar al final de su mandato. La principal opción que se dejó trascender desde el oficialismo es la de obtener un adelanto de divisas de parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) para poder controlar al mercado cambiario y pagar algunos compromisos con el exterior.

Más allá de estas cuestiones macroeconómicas, los bolsillos de los argentinos miran los aumentos constantes de los precios de los productos y servicios que se consumen en los hogares.

Así, con una inflación espiralizada que ya supera el 7% mensual, los problemas que se plantean se incrementan.

Para analizar estas cuestiones, iProfesional entrevistó a Juan Luis Bour, economista jefe de FIEL, para conocer su análisis respecto al dólar, la inflación y qué puede pasar con el acuerdo con el FMI.

Sobre todo, anticipa que de mayo a noviembre se puede esperar una "implosión de la actividad económica", donde se perciba una gran caída.

-¿Por qué se llegó a una situación actual económica tan débil?

-El programa del Frente de Todos (FdT), definiendo en forma muy elemental como "programa" al  conjunto de decisiones que se tomaron desde diciembre de 2019 a la fecha, independientemente de su consistencia, tuvo la característica ya observada en gestiones previas del kirchnerismo. Se buscó la sustentación política a partir del uso discrecional de recursos del Estado sin resguardo de la calidad del gasto, con el exclusivo fin de consolidar su poder político.

La inflación ya alcanzó un piso de 7% mensual, y para Juan Luis Bour seguirá en este nivel.
La inflación ya alcanzó un piso de 7% mensual, y para Juan Luis Bour de FIEL los precios seguirán en este nivel.

La conducción económica que asumió Sergio Massa en agosto de 2022, no cambió en forma sustancial la estrategia, aunque percibió las dificultades para financiarse domésticamente y apostó a conseguir endeudamiento externo.

Su diagnóstico básico fue que la economía podría mantenerse estable renovando deuda doméstica a tasas crecientes, apostando a anticipar recursos durante 2022 y 2023 para poder tener caja para estabilizar la brecha cambiaria, el tipo de cambio y la inflación, y obtener recursos externos para financiar importaciones y una expansión de la actividad económica.

-¿El Gobierno pensaba que iba a haber otro escenario interno?

-Se pensaba que para fines de marzo se contaría con los recursos del agro, que alimentarían transitoriamente las reservas, para llegar con aire a las elecciones primarias en agosto y eventualmente a octubre. No había nada en el programa que procurara reducir el desequilibrio fiscal y monetario, y por lo tanto el mecanismo se concebía moderadamente expansivo. Es decir, sólo había que aumentar el ritmo de colocación de deuda doméstica y externa con organismos, agencias y eventualmente bancos, para esperar una buena cosecha.

Lo concreto es que este plan tenía pocas chances de éxito al momento de nacer, por la sequía en el campo y porque la renovación de deuda en pesos se hacía a una tasa inferior a la prevista. A ello se le suma el deterioro fiscal, la persistente emisión monetaria, la consiguiente aceleración de la inflación desde enero, la caída de las reservas y la percepción de que no había forma de recurrir a mayor crédito externo, salvo a cuentagotas.

-¿Cómo evalúa las políticas económicas que se implementaron para intentar controlar al dólar y sumar reservas?

-Como siempre, la conducción económica respondió escasa de reflejos. El Banco Central ajustó lentamente las tasas de interés, que se mantuvieron negativas en términos de la inflación esperada hasta fines de abril. El atraso cambiario se enfrentó con movimientos graduales ajustando la tasa de crawl (devaluación), perdiendo siempre en ese equilibrio móvil en que después de acelerar un poco la depreciación del peso lo único que se logra es acelerar un poco la inflación, y todo queda igual.

El lanzamiento del "dólar soja 3" o "dólar agro" es un ejemplo de un programa que se fue construyendo a medida que salían las resoluciones, en forma lenta, determinando un freno de las exportaciones primarias hasta que los operadores pudieran entender de qué se trataba.

El Gobierno sigue buscando captar dólares a través de un precio especial de compra de la soja, pero los resultados no son los esperados.
El Gobierno sigue buscando captar dólares del campo a través de un precio especial de compra de la soja.

Por el momento, el resultado del programa es extremadamente modesto, lo que en parte se podía prever antes de su lanzamiento. Es que el programa conlleva emisión y, en general, aumento de la brecha cambiaria. Por lo que requiere anticiparse acomodando las tasas de interés para inducir que los fondos obtenidos de la venta de los productos agrícolas y regionales al tipo de cambio más alto se mantengan en pesos.

Sin mucha mercadería para vender, producto de la magra cosecha y de la expectativa de los productores de un mejor tipo de cambio en el futuro, y con las improvisaciones del programa, no podía esperarse un buen resultado.

-¿Otro adelanto de dólares del FMI pasa a ser la "salvación" que busca el Gobierno?

-En el manual del Gobierno, la reducción de la brecha cambiaria y de la tasa de inflación pasa por conseguir dólares frescos. En el corto plazo no hay objeción al hecho que, de conseguirse efectivamente una cantidad suficiente de fondos que pudieran usarse en el mercado, se podría acotar por algún tiempo la brecha cambiaria. La reducción de la inflación, sin embargo, no sólo depende de la brecha sino de otros factores que quedan fuera del radar, en particular la política fiscal y el financiamiento monetario del déficit.

El problema es que no habiendo candidatos para obtener una suma de divisas significativa que tranquilice al mercado, se optó por pedirle al Fondo Monetario que anticipe desembolsos de la segunda mitad del año, de modo de poder intervenir en el mercado de cambios.

Si el FMI accediera a anticipar unos u$s10.600 millones, habría que tener en cuenta que la Argentina debe repagarle entre junio y septiembre unos u$s8.000 millones, de modo que el neto disponible sería bastante limitado para frenar una corrida. Y aun cuando esos fondos se utilizaran y limitaran una corrida, queda la cuestión de que el uso anticipado de fondos traslada el problema con el FMI a fin de año, en que, de no mediar nuevos anticipos, se entraría en default con el Fondo. Un escenario poco alentador para iniciar una nueva gestión, sin duda.

-¿En qué puede derivar eso?

-En próximas semanas sabremos cuáles son las chances de que el FMI desembolse anticipadamente fondos, en qué magnitud y cuáles son las condiciones para dicho desembolso. La promesa de un ajuste fiscal recientemente mencionada por funcionarios económicos suena poco creíble dado no sólo el período electoral, sino que la economía entra en una marcada contracción en el segundo trimestre que durara varios trimestres.

A ello se le debe suman que los recursos tributarios están cayendo y lo seguirán haciendo con fuerza por el resto del año.

El ministro Sergio Massa busca conseguir un adelanto de divisas del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El ministro de Economía, Sergio Massa, busca conseguir un adelanto de divisas del Fondo Monetario Internacional (FMI).

-¿Qué puede ocurrir en los próximos meses?

-Con una brecha cambiaria que se mantendrá elevada, aun con intervenciones de la autoridad monetaria, la fragilidad fiscal que obliga a financiarse con emisión, el aumento del déficit cuasifiscal y la inercia instalada, es poco probable que la tasa de inflación pueda descender del rango de 7% a 8% que se ha instalado desde marzo.

A su vez, los mecanismos de represión de precios anunciados no tendrán ningún impacto apreciable, y la economía se encamina a acelerar la tasa de inflación hasta experimentar nuevos escalones desde noviembre y diciembre, cuando deban implementarse ajustes discretos de precios relativos.

Entonces, de mayo a noviembre podríamos enfrentar más que un salto marcado en la tasa de inflación, una implosión de la actividad económica, con una caída que supere nuestras proyecciones actuales (-4%).

La razón es que, falto de caja, el Gobierno del FdT se encuentra sin los únicos instrumentos que ha utilizado para sostener la actividad económica a lo largo de toda su gestión. No se trata solo de las restricciones a las importaciones, sino de toda la "caja de herramientas" que utiliza esta gestión económica, de tipo destructivo del capital físico y social. Algo que pone en duda la posibilidad de cooperación futura entre partidos políticos para encarar las reformas que el país requiere.



iprofesional