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Cambiazo ¿Finalmente Cristina será candidata?

 El jueves pasado, ante una decena de gremialistas, Cristina Fernández aseguró que no se dedicaría en el futuro a “criar a sus nietos”. El énfasis de su respuesta generó grandes expectativas entre los asistentes de que revisará su posición de autoexcluirse de las listas electorales para participar activamente del presente proceso electoral.


Las palabras de la vicepresidenta tuvieron impacto inmediato entre propios y extraños. Por una parte, se convocó a reunión del consejo partidario del PJ para este viernes 21 de abril, y allí se definirá la fecha en la que se convocará el Congreso Nacional del Partido Justicialista en la que se definirá la estrategia electoral y las candidaturas partidarias. De la negociación participaron por el albertismo, el canciller, Santiago Cafiero; el jefe de Gabinete, Agustín Rossi; el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos; y la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz. Por el cristinismo, el ministro del Interior, Wado de Pedro, y el ministro de Desarrollo a la comunidad de Buenos Aires, Andrés “El Cuervo” Larroque. La decisión fue interpretada como un gesto de pacificación interna de cara a las elecciones.

Del otro lado de la grieta, Mauricio Macri incrementó el resentimiento que lo invade por estos días. Visiblemente arrepentido de su decisión de apartarse de la carrera electoral, la alternativa de una candidatura de Cristina Kirchner le cayó como una puñalada en el hígado: él había decidido excluirse no sólo por los altísimos niveles de desaprobación y de condena social que registra, sino también porque el único escenario que le permitía abrigar algún tipo de expectativa era el de una confrontación cuerpo a cuerpo con la vicepresidenta. Cristina lo había hecho de nuevo: primero lo sacó de la cancha y luego abrió la chance –por mínima que sea- de volver ella misma a la competencia. 

Fue por esta razón que Macri le ordenó a María Eugenia Vidal que saliera a proponer el lunes que todos los candidatos del Pro bajaran sus candidaturas. En síntesis, “barajar y dar de nuevo”, para así habilitar su reinscripción en la carrera electoral. La negativa de Horacio Rodríguez Larreta y de Patricia Bullrich fue terminante. En algo terminaron acordando.

La marcha de los acontecimientos se aceleró aún más dentro de la frenética dinámica de la política argentina. Javier Milei, viendo cómo crecen sus números, invitó a Bullrich a participar de una interna “por afuera de JxC”, en la que “el que gana conduce y el que pierde acompaña”. También le propuso a Macri una cartera de gobierno en caso de que fuera electo presidente.

Está claro que Bullrich, por ahora, no se dejará seducir por ese canto de sirena, pero que al economista libertario le garantiza que los votos de la hasta hace muy poco presidenta del Pro irían a su propia cosecha en la elección general, en caso de que fuera derrotada en las PASO por el alcalde porteño.

Mientras tanto, la reunión del PJ de este viernes no será un hecho aislado, ya que probablemente se presente una petición firmada por una mayoría de congresales para que Alberto se expida sobre su candidatura. Para el día siguiente, el sábado 22, se convocó a un plenario cristinista en Ferrocarril Oeste, denominado “La Ciudad con Cristina”, organizado por el PJ porteño que preside Mariano Recalde, en el marco de un reflotado “operativo clamor” en contra de la “proscripción de Cristina”, y que significa la continuidad de los precedentes ya realizados en Avellaneda y el Chaco.

Pero la frutilla del postre será el 25 de mayo, cuando se conmemorarán los veinte años de la victoria de Néstor Kirchner, para el que se planean "hacer una gran convocatoria al pueblo argentino" para "defender y poner en valor a la máxima referente y líder política del peronismo, que es Cristina, y llamar a romper la proscripción", nada menos que en la avenida 9 de Julio. 

No por casualidad la fecha probable para el congreso del PJ está situada en los primeros días de junio, es decir, una vez que esa movilización –que se espera sea masiva- haya tenido lugar y que la decisión de Cristina sobre su postulación ya haya sido anunciada. En caso de que revea su determinación, ¿el congreso confirmará la decisión presidencial de habilitar la competencia interna dentro del PJ para revitalizar estructuras que hoy aparecen anquilosadas y promover la democratización partidaria? A la luz de la citada encuesta, la participación de la vicepresidenta como precandidata sumaría 4 puntos a las arcas del Frente de Todos, los que se reducirían a sólo 2 en caso de que el designado fuese Wado de Pedro, por lo que sería muy complicado afirmar que sea “dueña de los votos” ante la ausencia de una demostración empírica como la que podrían significar las PASO. La mayoría de los analistas se inclina por aceptar que saldría vencedora: la cuestión sería saber con qué porcentaje. 

“Tengo la enorme ilusión de que ella al final haga la jugada magistral. Creo en ella, creo que una persona que dio todo no se baja”, lanzó dos días atrás “Dady” Brieva. ¿Se trata de una simple esperanza del ultracristinismo o ejecutó una orden de la vicepresidenta?

Lo que sí queda claro, especulaciones al margen, es que Cristina debe planificar muy bien su decisión final. Las encuestas apenas le asignan menos de un 20 por ciento en las preferencias del electorado, y buena parte de sus votantes se abstendrían o se inclinarían por otras alternativas que no fueran el Frente de Todos –en especial, la de Javier Milei-, en caso de que no esté presente en las boletas electorales. Después de la ruptura con Alberto Fernández, su capacidad de nominar a un candidato parece estar muy menguada, y esto se agrava en el caso de que se autoexcluya de la confrontación. Pero su ausencia limitaría considerablemente sus pergaminos a la hora de reclamar el liderazgo del panperonismo en caso de una derrota electoral, al no haber participado de la batalla decisiva.

Según se ha filtrado desde su entorno, el candidato preferido por la vicepresidenta sigue siendo Sergio Massa, pero los indicadores de inflación y la disparada del dólar parecen haberle restado buena parte de sus chances. Una solución podría haber sido el anuncio desde el ministerio de Economía de algunas medidas compensatorias para la mayoría de los argentinos, seguidas de una renuncia a la cartera para dedicarse a la campaña. Pero esta opción no parece probable, sobre todo después de la renuncia del jefe de Asesores, Antonio Aracre, quien intentó en vano desplazarlo para apropiarse del ministerio.

Una reciente encuesta encargada por Horacio Rodríguez Larreta a Management & Fit encendió las alarmas en el Pro. Evaluados tres escenarios posibles, en dos de ellos el Frente de Todos sería el más votado en una PASO, y el candidato con mayor cosecha propia sería Javier Milei en todas las alternativas. Los dos escenarios de victoria en las PASO para el oficialismo incluyen la participación de las tres patas de la coalición, incluidos Alberto, Massa y Cristina o Wado de Pedro, aunque la presencia de la vicepresidenta sumaría 2 puntos más que la del ministro del Interior. Si el cristinismo no presentara un candidato propio, sería desplazado del primer lugar por JxC.

Claro está que las encuestas deben examinarse con las debidas prevenciones que ameritan los antecedentes de las elecciones pasadas. Pero, a la hora de especular, no podría descartarse que, de presentarse finalmente Cristina, JxC podría estallar para dar paso a una coalición de ultraderecha, con MileiBullrich y Macri incluidos.

Otra opción es que la convicción que ha mantenido la vicepresidenta de que resulta imposible ganar las elecciones en el presente contexto la lleve a mantener su decisión de autoexcluirse. Y, en esta alternativa, hay un dato que los análisis políticos han pasado por alto, pero que parece ser el plan “B” del cristinismo. Cuando Axel Kicillof anunció la fecha de las PASO, omitió fijar la de realización de las elecciones generales, a diferencia de lo que ha sido costumbre en la provincia. De este modo, a falta de un candidato potente que sumara votos a su candidatura, existiría la posibilidad de disociar las elecciones bonaerenses de las nacionales, postergándolas para después de los comicios presidenciales.

Claro está que resulta poco probable vencer en una elección provincial a poco de haberse sufrido una derrota en las nacionales con el mismo sello político. Algunos optimistas dentro del cristinismo hasta llegan a imaginar la alternativa de un reflotamiento del sello Unidad Ciudadana. Pero esta opción, por el momento, parece corresponder más al orden de la ciencia ficción que al del pragmatismo político.


(www.REALPOLITIK.com.ar)