Bajo la mirada de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), el colapso del Silicon Valley Bank (SVB) es “un caso clásico de mala gestión”: El banco tenía un modelo de negocios concentrado, atendiendo al sector de tecnología y capital de riesgo; además creció extremadamente rápido, triplicando el tamaño de los activos entre 2019 y 2022, registrando un crecimiento significativo de los depósitos.
“El banco invirtió el producto de estos depósitos en valores a más largo plazo, para impulsar el rendimiento y aumentar sus ganancias. Sin embargo, el banco no administró de manera efectiva el riesgo de tasa de interés de esos valores ni desarrolló herramientas, modelos y métricas efectivas para medir el riesgo de tasa de interés”, argumentó el vicepresidente de Supervisión de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), Michael S. Barr.
Ante el Comité del Senado de los Estados Unidos sobre Banca, Vivienda y Asuntos Urbanos, el funcionario dijo que los supervisores de la Fed encontraron varias deficiencias en el banco en 2021 y 2022, y finalmente impusieron restricciones a su crecimiento. Además comunicaron a los directivos su preocupación por el perfil de riesgo de tipos de interés del banco.
“El alcance total de la vulnerabilidad del banco no fue evidente hasta la inesperada retirada de los depósitos del 9 de marzo”, dijo.
“El banco no tenía suficiente efectivo o garantía para hacer frente a esas salidas extraordinarias y rápidas, y el viernes 10 de marzo, SVB quebró”, añadió.
Como líder de las investigaciones dentro de la Fed sobre la quiebra de SVB, Barr reconoció la existencia de una realidad compleja que, reconoció, es necesario evolucionar el entendimiento de la banca a la luz de las tecnologías cambiantes y los riesgos emergentes.
“Estamos analizando lo que los eventos recientes nos han enseñado sobre la banca, el comportamiento del cliente, las redes sociales, los modelos de negocios novedosos y concentrados, el rápido crecimiento, las salidas de depósitos, el riesgo de tasa de interés y otros factores, y estamos considerando las implicaciones de cómo deberíamos estar regulando y supervisando nuestras instituciones financieras”, explicó.
Las 4 incógnitas
Como parte de las investigaciones, Berr dijo que un grupo de expertos está analizando si la supervisión de la Fed fue adecuada para el rápido crecimiento y las vulnerabilidades del SVB.
“Si bien el marco de la Fed se enfoca en los umbrales de tamaño, el tamaño no siempre es un buen indicador del riesgo, particularmente cuando un banco tiene un modelo comercial no tradicional”, explicó.
Ante esto, el vicepresidente de Supervisión planteó cuatro interrogantes que permitirán determinar si la supervisión bancaria es capaz de identificar y actuar sobre los riesgos que llevaron a la quiebra del SVB:
¿Qué tan efectivo es el enfoque de supervisión para identificar estos riesgos?
Una vez que se identifican los riesgos, ¿pueden los supervisores distinguir los riesgos que representan una amenaza importante para la seguridad y solidez de un banco?
¿Los supervisores tienen las herramientas para mitigar las amenazas a la seguridad y la solidez?
¿La cultura, las políticas y las prácticas de la Junta y los Bancos de la Reserva respaldan a los supervisores en el uso efectivo de estas herramientas?
Así, el funcionario dijo que el colapso del SVB revela una necesidad de “seguir adelante con nuestro trabajo para mejorar la resiliencia del sistema bancario”.
“Por ejemplo, es fundamental que propongamos e implementemos las reformas finales de Basilea III, que reflejarán mejor los riesgos comerciales y operativos en nuestra medida de las necesidades de capital de los bancos”, explicó.
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