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En lo que va del año llevan importando 2200 millones de dólares en energía

 En los primeros siete meses del año las compras de combustibles y lubricantes ya suman la friolera de 8800 millones de dólares. No solo influyó la invasión rusa en Ucrania sino también la decisión oficial del cristinismo de abaratar la tarifa en términos reales y alentar el consumo de energía, tensionando al extremo la situación. El anuncio del flamante ministro de Economía Sergio Massa, de promover un mayor recorte de subsidios y un ahorro energético busca ponerle un freno a esta situación que puso a la economía al borde del precipicio.    

Las importaciones de energía demandaron sólo en julio 2200 millones de dólares, un 200 por ciento más que en el mismo período de 2021. De este modo, en apenas siete meses ya suman la friolera de 8800 millones de dólares A juzgar por la estadística, el verdadero “festival de importaciones” que denunció la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner tuvo como epicentro un área hasta ahora controlada casi en soledad por funcionarios que le responden de modo incondicional y que durante los últimos dos años abarataron las tarifas en términos reales y alentaron el consumo de energía, tensionando al extremo la situación. El anuncio del flamante ministro de Economía Sergio Massa, de promover un mayor recorte de subsidios y un ahorro energético busca ponerle un freno a esta situación.    

Un festival sin cortes

El cristinismo atribuye está disparada inédita de las compras de combustibles y lubricantes a la suba de precios que provocó la invasión rusa a Ucrania. Sin embargo, también influyó el fuerte crecimiento del consumo domiciliario. En el caso del gas, la demanda de los hogares trepó un 12,5% interanual durante el primer semestre, mientras que en electricidad la suba fue del 6,4%. Si la comparación se realiza contra el mismo período de 2019 la disparada llega al 16,9% en el gas y al 18,3% en electricidad, según el último informe de la consultora Economía y Energía que dirige Nicolás Arceo.       

Esa suba de la demanda fue consecuencia directa del abaratamiento acelerado que fueron registrando las tarifas en términos reales durante los últimos años. En 2020 permanecieron congeladas frente a una inflación del 36,1% anual. En 2021 las tarifas de gas subieron 6% y las de electricidad un 9% frente a una inflación de 50,9%. Además, se impulsaron rebajas nominales al ampliar el Régimen de Zonas Frías

Lo insólito es que ni siquiera se buscó desalentar el consumo en los últimos meses cuando el iceberg ya se avizoraba en el horizonte. Un informe que circuló dentro del equipo económico en los últimos días, destacó que “el Gobierno logró responder a la necesidad de energía garantizando distintas fuentes y la disponibilidad de divisas necesarias para afrontar los pagos. No se registraron inconvenientes que afecten la producción por falta de energía, pese al contexto internacional adverso”.

Esa decisión de no aplicar ningún tipo de restricción, que el informe oficial reivindica como un logro, puso al Banco Central contra las cuerdas, dejándolo prácticamente sin reservas, lo que derivó en un estrés cambiario que terminó arrastrando a la economía hacia el abismo.  

La propaganda oficial

Frente a este escenario demoledor que puso al país contra a las cuerdas por la falta de dólares, el gobierno sorprendió este fin de semana al filtrar un informe a través de diversos medios de comunicación donde afirma que como consecuencia de la eficiente gestión de Enarsa y CAMMESA lograron “un gran ahorro” de US$ 202,8 millones en importaciones de gas por barco al reprogramar 3 cargamentos de GNL que tenían que llegar en agosto. Sostienen que esa reprogramación fue posible luego de que en julio se registraran temperaturas más altas de lo esperado y se incrementara la importación de energía eléctrica de Brasil a mejores precios.

Todo el tiempo estamos buscando eficiencia y generando ahorros, en base a lo que pasa en Brasil, el mundo y las cuestiones climáticas. Un grado más o menos cambia mucho las cosas”, explicó el sábado a Infobae Sebastián Bonetto, gerente general de CAMMESA.

Fuente: Ecojournal