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Schroders: Factores a conocer ante la recesión global

 Inflación creciente, incremento del precio de la energía, crisis petrolera, Euro en mínimos de 20 años frente al Dólar, inestabilidad en los mercados, ralentización del mercado inmobiliario, la (mala) actuación de los bancos centrales,… existen muchos factores que ‘pronostican’ una recesión a escala mundial o, al menos, una desaceleración económica importante.

De este modo, Keith Wade, economista jefe de Schroders (LON:SDR), analiza a continuación 5 factores clave a analizar en las puertas de una recesión global:

La presión sobre el nivel de vida

Hacía tiempo que no veíamos una reducción del nivel de vida como ésta. Los ingresos reales están cayendo como no lo hacían desde la segunda mitad de los años 70, cuando la inflación era muy alta, o desde principios de los 80, cuando la gran crisis del petróleo.

En los años 70, los precios de la carne subieron un 25% en un solo año y los de la leche y los productos lácteos se dispararon casi un 22%. Impulsada por la guerra, la política monetaria acomodaticia y los problemas de suministro de energía, la inflación entonces alcanzó un máximo del 22%. 

Actualmente, la crisis petrolera está contribuyendo a la reducción de las rentas: los precios de la energía han subido más del 40% en la mayor parte del mundo. No obstante, el problema es más grave, ya que los precios de los alimentos también están subiendo: se están inflando con cifras de uno o dos dígitos. A esto hay que sumarle que los precios de toda una serie de bienes están subiendo.

En comparación con nuestra historia reciente, en la que la inflación se situaba entre 1,5%-2%, se trata de un repunte bastante grande. Los hogares están sintiendo esa presión en todos los ámbitos.

Si parece que las cosas están mal, es porque lo están

El «índice de miseria», un indicador económico que ayuda a determinar cómo se encuentra el ciudadano medio desde el punto de vista económico, se encuentra actualmente un 20% por encima de las lecturas de casi 50 años.

Estamos efectivamente en las primeras fases de una desaceleración económica. Cuando se buscan señales de esto, se mira hacia el mercado de la vivienda. Estamos viendo cómo el efecto de los elevados tipos de interés hipotecarios empieza a ralentizar este mercado.

Los distribuidores minoristas están tratando de hacer recortes sobre la marcha. Están introduciendo líneas de productos más baratos para que la gente pueda seguir comprando, pero sin tener que gastar tanto.

A medida que aumenta el impacto en el nivel de vida, la gente ajustará su comportamiento de gasto. De hecho, es probable que empecemos a ver más pruebas de la debilidad del gasto de los consumidores, sobre todo en las ventas al por menor. Este será el segundo sector en caer después de la ralentización del mercado inmobiliario.

¿Pueden los bancos centrales hacer algo?

Los responsables de los bancos centrales se han quedado atrás. Ha habido mucha incertidumbre y creo que los banqueros centrales pensaron que no querían endurecer su política demasiado pronto porque si se equivocaban podían hacer tambalear la economía.

Si hubieran reaccionado antes, quizá no habríamos visto subir tanto la inflación o los salarios y podríamos estar ante una desaceleración más gradual. Pero ahora, como resultado, estamos viendo algo más agresivo, en forma de una desaceleración más brusca.

Los banqueros centrales se han apresurado a culpar a influencias externas de la crisis del coste de la vida, como la guerra en Ucrania. ¿Está fuera del poder de los bancos centrales aliviar el aumento de los costes? No lo creo. Alrededor del 80% del índice de precios al consumo (IPC) no depende del petróleo ni los alimentos. Lo que un banco central debería hacer es centrarse en el resto de la cesta de componentes y endurecer la política para reducir la inflación y compensar las subidas de del petróleo y los alimentos.

¿Qué pueden hacer los gobiernos para ayudar?

Los gobiernos pueden ayudar adoptando medidas que pueden ser impopulares para los votantes, como subir los impuestos, congelar los tramos de ingresos y apretar el cinturón, pero no hay mucho más que puedan hacer. En los años 70, se probaron todo tipo de políticas de ingresos y precios y ninguna de ellas funcionó realmente. Así que, les toca a los bancos centrales hacer lo correcto.

¿Nos dirigimos a una recesión mundial?

La probabilidad de que se produzca una recesión mundial hacia finales de este año o principios del próximo ha aumentado. Sin embargo, cada región tiene riesgos diferentes. Mientras que todo el mundo tiene una medida de riesgo de inflación -en particular, EE.UU. y Europa-, China, por ejemplo, tiene un gran problema en forma de política de Covid cero.

Aunque ha tenido que paralizar gran parte de la economía para aplicar esa política, nuestra hipótesis es que China puede resurgir este mismo año. Las autoridades han conseguido controlar el Covid, pero todavía están poniendo en marcha numerosas medidas, por lo que aún queda bastante camino por recorrer. Mientras tanto, la actividad económica es muy débil y China no está contribuyendo mucho al crecimiento mundial.

En Europa, además de cómo controlar la inflación, está la cuestión de qué hacer con la energía rusa. Se ha acordado un embargo parcial de petróleo, lo que supondrá una gran presión para la industria y los hogares europeos, ya que algunas partes de Europa dependen en gran medida de la energía rusa. Alemania e Italia, por ejemplo, obtienen una cuarta parte de su energía de Rusia. Por tanto, un embargo podría provocar una fuerte desaceleración de su actividad económica.

Los inversores han empezado a pensar seriamente en la posibilidad de una recesión. Por eso hemos visto que la renta variable y algunas partes de los mercados de crédito se han debilitado.

Fuente: Investing