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Confidencial: Alberto cede en busca de paz mientras el albertismo se despedaza

 Alberto Fernández entregó a Matías Kulfas, hombre de su más estricto riñón, al kirchnerismo, buscando un resuello que no llegará

Quien dice dentro del gabinete que no ha brindado una información en off al periodismo, miente. Todos hablan. Constantemente. Y en los últimos tiempos, hablan para "embarrar" al kirchnerismo.

Ojo, los kirchneristas hacen lo mismo. Primero lazan una catarata de imaginativos insultos sobre Alberto y, después, meten una operación en forma de información en off. Los datos que se reciban de ambos lados deben ser bien chequeados siempre. Jamás se sabe por cuántas bocas pasó la supuesta información y cómo se ha ido deformando.

Es un juego de la política y el periodismo que ocurre siempre y se exacerba con el peronismo en el poder. Y hay quienes lo hacen bien y quienes son más inexpertos. Matías Kulfas fue un verdadero elefante en un bazar. "Lo mandaron a espiar y tocó el timbre", grafican dentro del propio albertismo. Quedó expuesto, más lo expuso Cristina, y debió salir del gabinete.

La entrega en bandeja de plata de la cabeza del ahora ex ministro de la Producción, fue una concesión de Alberto Fernández en busca de un poco de paz interna, a medida que se acercan las próximas PASO y su imagen pública se deteriora. Pero el efecto es contrario al esperado, en las filas propias y en el kirchnerismo.

Kulfas, una víctima de la feroz interna en el oficialismo.
Kulfas, una víctima de la feroz interna en el oficialismo.

Efecto Kulfas: "sálvese quien pueda" en el albertismo

Kulfas era parte del reducidísimo entorno de máxima confianza del Presidente desde antes de llegar al poder, formaba parte del llamado Grupo Callao, soporte reducido y de poca calidad y experiencia política, junto a Santiago Cafiero, Cecilia Todesca y muy pocos más. El resto de su entorno son un par de amigos: Juan Pablo Biondi y Julio Vitobelo, y el peronismo porteño, eternamente derrotado en elecciones, con Juan Manuel Olmos a la cabeza y Vilma Ibarra como outsider.

De ellos, el Presidente, como prenda de paz interna, ya había entregado a Cafiero, que era Jefe de Gabinete y fue relegado a la Cancillería. Y a Biondi, que salió de su cargo por impulso de Cristina y bajo la misma acusación: "operar" en los medios contra la vicepresidenta.

"¿Alguna de esas veces se conformó Cristina? ¿O casi de inmediato fue por otro? Alberto se equivoca, alguna vez la puesta en escena de la firmeza debió haberse visto como si fuese cierta; si no, nos morfan a todos. Matías la cagó, es cierto, no por lo que se filtró, sino porque se hizo mal y quedó en evidencia. Pero protegerlo era el incentivo que todos necesitábamos para seguir bancando al Presidente. Ahora, esto va a ser un sálvese quien pueda", dice un conspicuo y reconocido albertista.

El Grupo Callao va perdiendo presencia en la administración de Fernández.
El Grupo Callao va perdiendo presencia en la administración de Fernández.

El kirchnerismo, con más funcionarios en la mira

Mientras el kirchnerismo pasea el cadáver de Kulfas atado a su carruaje, como el Aquiles de Brad Pitt después de matar a Héctor en la película "Troya", planea su próximo ataque: tiene definidos dos o tres objetivos, quiere a Alberto solo y a su merced.

"La diferencia es que ellos son una máquina de poder aceitada, con un mando unificado y mucha gente que entre Santa Cruz y los 12 años en la Nación tiene una experiencia inigualable en estas cosas. Acá (por el albertismo), todo se discute, parecemos radicales, y al final cada uno hace lo que se le canta las pelotas por la suya. Ahora, encima el jefe no te cuida, entonces ya nadie cree que valga la pena dar pelea", dice alguien cuyo despacho está muy cerca del que ocupa el presidente en la Casa Rosada.

El nombramiento de Daniel Scioli en su reemplazo no despierta ninguna expectativa. "Es un tipo al que los K cachetearon los ocho años que fue gobernador y lo maltrataron siendo el candidato a presidente del espacio. Y siempre bajó la cabeza. Trajimos lo que querían que trajéramos, un pavote", se sigue quejando el mismo albertista.

Daniel Scioli no entusiasma al núcleo albertista.
Daniel Scioli no entusiasma a lo que queda del núcleo albertista.

Desprotección en el albertismo: el caso Zabaleta

De ambos lados del mostrador pronostican más cambios en la estructura del Gobierno. Juanchi Zabaleta, ministro de Desarrollo Social, podría ser el próximo en abandonar la función. El todavía ministro, es intendente en uso de licencia de Hurlingham. Uno de los motivos por los cuales dejó su municipio para hacerse cargo de dicha cartera, fue que en el distrito estaba rodeado por La Cámpora, que le hacía la vida imposible, buscando colocar al próximo jefe comunal.

Según las fuentes de ambos lados, ya habría un acuerdo entre Zabaleta y La Cámpora: si Juanchi deja el ministerio, vuelve a Hurlingham en paz, los camporistas lo acompañan en su gestión y lo ayudarían para una nueva reelección si les cede espacios en el Gobierno y en la lista de concejales. Si se concreta la jugada, para la que faltarían solamente días, Alberto perdería otro de sus perros guardianes del gabinete.

"Juanchi" Zabaleta, cerca de volver a Hurlingham.

"Zabaleta no acordó porque lo ponga muy contento la cosa. Él pensaba irse dentro de unos cuantos meses, pero ya entendió que el Presidente no lo va a cuidar, se lo va tirar a los leones en la primera de cambio. Lo que decidió hacer es lo mejor para él", sentenciaron cerca del todavía titular de Desarrollo Social.El pretendido albertismo, que en realidad jamás fue tal, se desmorona como un castillo de naipes. No solamente por la presión del kirchnerismo, sino por la falta de liderazgo interno y la carencia de decisión del Presidente para respaldar su construcción. Lo reconocen los propios y lo disfrutan los ajenos.


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