Los sueños mueven montañas, ya lo sabemos. Por eso, una de los primeros pasos que debés dar es preguntarte qué harías con tu tiempo libre. Animate. Liberá deseos y volá con la imaginación. ¿Qué es lo que te motiva realmente, aquello que te hace feliz? Si alguna vez te detuviste a pensar en ello, inmediatamente debés haber pensado en todo el tiempo que le dedicás a actividades que no te hacen feliz o a sueños ajenos que no llenan tu espíritu. Si existe el tiempo libre es porque también existe otro tiempo, aquel donde te sentís preso de intereses ajenos: esclavo del sistema, esclavo del trabajo, esclavo de las obligaciones. Es cierto que mucha gente tiende a reprimir ese sentimiento para no angustiarse, pero ciertamente no es lo que le conviene hacer. Un elemento clave para romper cadenas y liberar tiempo es generar estímulos, tener una causa. Mi teoría es algo trágica, pero no por ello voy a ocultarla: después de años e incluso décadas de trabajar la mayor parte del día en proyectos ajenos, los verdaderos deseos se desdibujan y perdemos la brújula: nos conocemos cada vez menos y nos cuesta saber para qué querríamos trabajar menos. Los objetivos de fondo no pueden consistir en “descansar”, “no hacer nada” o “viajar”: se sabe que el ocio se disfruta solo al principio. Luego, el aburrimiento nos puede poner en una situación aún peor a la que sentíamos que atravesábamos cuando teníamos la cabeza ocupada con temas laborales. Tener algo que te apasione hará que todo sea más sencillo. Esto, que parece fácil para muchos, puede ser uno de los pasos más difíciles para otros. Consejo: tomate tu tiempo para conectarte con las cosas que te gustaban hacer de chico. ¿Qué era lo que disfrutabas con tus amigos y/o tu familia cuando tenías entre 4 y 11 años? No importa cuán lejano te pueda parecer aquello, te aseguro que dentro tuyo encontrarás respuestas más que interesantes y probablemente muy inspiradoras. |