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Ruta de la Seda: Cómo el régimen chino transformó una red comercial y cultural en una herramienta de poder

 Por Andrés Vacca – BLes.com

La denominada Ruta de la Seda, tiene su origen alrededor del siglo I a.C., fue una red de rutas comerciales organizadas a partir del negocio de la seda china, la misma se extendió por todo el continente asiático, conectando a China con Mongolia, el subcontinente indio, Persia, Arabia, Siria, Turquía, Europa y África.

Esta ruta se convirtió, durante siglos, en el puente que conectó dos mundos hasta ese entonces completamente desconocidos entre sí, hoy conocidos como Oriente y Occidente.

En el camino circulaban comerciantes, sacerdotes, científicos, diplomáticos, soldados y aventureros portando, además de la seda, mercancías tales como porcelana, hierro o té, que de esta manera llegaron hasta Occidente uniendo culturas y dando inicio a una red de comercio de novedosas mercancías.

Pero más allá del contenido comercial, la ruta representó un camino de difusión de ideas y conocimientos en el ámbito de la cultura y de la ciencia.

Occidente tuvo por primera vez acceso a la sabiduría milenaria de la cultura China, de la cual se nutrió permitiendo el desarrollo de numerosas técnicas y conocimientos que finalmente impulsaron importantes avances que cambiaron el rumbo de Europa y luego del mundo entero.

Sericultura China: Origen de la producción de la seda

La seda es una fibra natural, producida por diversos tipos de gusanos que tejen sus capullos dentro de los cuales sufren una metamorfosis hasta convertirse en mariposas. 

Su producción inició en China por lo menos unos 3 mil años a.C., según cuenta la leyenda esposa del Gran Emperador Amarillo Shi Huang, Lei Zu, se sentó bajo la sombra de una morera disfrutando de su té de hierbas. De repente, un capullo de gusano de seda cayó en su bebida. 

La emperatriz enojada sacó el capullo de su tazón y descubrió que comenzaba a desenrollarse y el hilo parecía no tener fin. Lei Zu pensó de inmediato que el hilo podría utilizarse para hacer un tejido maravilloso. Desde entonces, la emperatriz ha sido llamada “la Diosa de la Seda”. En antiguas festividades en su honor, los altares de los templos solían estar decorados con capullos de gusanos de seda.

En diversas excavaciones realizadas en diferentes áreas de China se encontraron capullos de gusanos de seda representados en restos arqueológicos que datan del tercer milenio antes de Cristo.

Las inscripciones descubiertas en caparazones y huesos de tortuga contenían imágenes y jeroglíficos que designaban las nociones de “gusano de seda”, “morera”, “seda” y “tejido de seda”.

Para el siglo quinto a.C. ya existía una producción de seda mucho más generalizada en diversas provincias de China. 

Los registros indican que en un primer momento la tela solo podía ser utilizada por miembros de la familia imperial, pero debido al desarrollo de tecnologías que permitieron facilitar su producción, las delicadas prendas se volvieron también accesibles para la corte y más adelante también para la gente común. 

Con el paso del tiempo el noble material también fue utilizado para otras cuestiones como cuerdas de arcos, cuerdas de instrumentos musicales y papel. 

La seda logró un protagonismo tan grande en la sociedad de la antigua China que llegó a convertirse en el equivalente de cambio universal, tanto para el pago de impuestos como para el pago de salarios.

Los avances en el arte de la producción de seda, conocida como sericultura, fueron tan profundos que la calidad del producto y sus colores llamó la atención de viajeros y comerciantes hasta que finalmente en el siglo II a.C cruzó por primera vez la frontera China y comenzó a conocerse lentamente en los países vecinos. 

Más tarde cruzó a Corea y Japón, hasta que finalmente llegó a Europa dando origen a lo que siglos después se llamó Ruta de la Seda, a través de la cual miles de comerciantes en caravanas y barcos cruzaban montañas y desiertos con los valiosos cargamentos.

El comercio de la seda se desarrolló ampliamente en Asia y Europa, sin embargo la concentración productiva continuaba siendo en China. No es que nadie intentó copiarla y desarrollarla, simplemente sucedió que los chinos lograron mantener el secreto de su producción durante siglos y cualquier intento de contrabandear mariposas, orugas o huevos era castigado con la propia muerte. 

Ruta de la Seda: Transferencia de cultura y conocimientos 

Pocos materiales han tenido un impacto tan notable en materia económica, técnica, funcional, cultural y simbólica como la seda. Desde banderas hasta toldos, tapices, muebles, vestidos de novia, trajes tradicionales y otros.

Pero también es un patrimonio vivo, multifacético que implica más que la materia textil en sí misma: a su alrededor surgieron diseñadores, tejedores, pintores, comerciantes y compradores.

Fue en 1877 cuando surge el concepto de “Ruta de la Seda”, una denominación creada por el geógrafo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen en su libro China, publicado en la ciudad de Berlín, en el que define una red de caminos que servían para la exportación de sedas y otros productos que recorrían Euroasia desde oriente hasta occidente.

Allí se describe como además del comercio de la seda, la histórica ruta sirvió de puente de culturas, a través del cual el intercambio de costumbres y conocimientos permitió el enriquecimiento de todos aquellos pueblos que supieron aprovechar esta oportunidad. 

Hasta ese entonces, Oriente y Occidente eran un misterio el uno para el otro. Pero a través de estos nuevos senderos y rutas de navegación se abrió un nuevo capítulo de la historia mundial.

Fue un período cuasi de fantasías en el que de un momento a otro se abrieron las puertas hacia un universo no tan distante como desconocido. En esta era de aventuras, miles de viajeros famosos como Marco Polo e Ibn Battuta, peregrinaron por la tierra, registrando historias de sus hazañas que se transmiten hasta el día de hoy.

La gastronomía y las buenas costumbres

La “Ruta de la Seda” obtuvo su nombre justamente por ser la seda el producto de mayor importancia en el comercio y el que abrió el camino a tantos otros. Sin embargo, la ruta también permitió el intercambio de ideas, religiones, culturas y formas de vida que influyeron profundamente en todas las regiones que atravesó. 

Las artes culinarias Chinas estaban impregnadas de filosofía y creencia en lo divino. La cocina, el arte, las manualidades y el trabajo no eran simples actividades, las creencias tradicionales afirman que todo en la sociedad humana es una expresión del Tao o Camino.

Lao Zi, el fundador del taoísmo, escribió: “El hombre sigue la tierra. La tierra sigue a los cielos. Los cielos siguen al Tao. El Tao sigue a la naturaleza”.

Siguiendo estas pautas los antiguos chinos hacian de cualquier tarea culinaria un verdadero arte. Toda actividad realizada por el hombre o la mujer debía estar cargada de sacrificio, buena predisposición y perfeccionismo por los resultados. 

Cocinar no era una excepción y es por eso que los alimentos que producían en ese entonces llamaban mucho la atención de los viajeros.

Una de las tradiciones más reconocidas de Italia, la pasta, hoy también parte de la gastronomía mundial, es consecuencia de uno de los viajes del reconocido viajero italiano Marco Polo. 

Según narra la leyenda, Marco Polo regresó a casa desde China, describió los fideos que había visto en Oriente y sus historias dieron origen a una de las tradiciones culinarias más veneradas del país.

En el año 2002, arqueólogos que trabajaban en la región de Lajia, China, descubrieron un cuenco de barro que contenía fideos de 4000 años de antigüedad en perfecto estado de conservación. A diferencia de la tradicional pasta italiana hecha con trigo, estos estaban hechos de mijo. 

El uso del arroz tan difundido en China y el resto de Oriente, también comenzó a popularizarse gracias a los viajeros que lo transportaron a Medio Oriente, Europa y más tarde también a América. Finalmente es hasta el día de hoy uno de los platos principales de los países latinoamericanos.

El Té, hoy es una de las bebidas más antiguas y consumidas del mundo, se descubrió en China hace unos 4 mil años aproximadamente y a través de la ruta de la seda llegó a distintos países que lo adoptaron como propio. Tal es el caso de Gran Bretaña que luego se encargó de popularizar su uso en sus colonias haciéndolo llegar a los lugares más inhóspitos del mundo.

Occidente comienza a producir seda

No es hasta el siglo I a. C. cuando llegan al Imperio Romano las primeras importaciones de seda del lejano oriente. A partir del siglo VI d. C. se establece la primera producción industrial autóctona de seda en el Imperio bizantino, quien dominó la producción de la seda en Europa hasta entrado el siglo XII.

A pesar de los estrictos controles de China, con la llegada de los viajeros Sirios al norte de África y a la península ibérica se encargaron de transmitir sus conocimientos adquiridos sobre el preciado arte de la sericultura, según reporta un informe de la UNESCO.

Así Al-Andalus fue el primer territorio del continente europeo en el que se identifica la cría del gusano de la seda de forma intensiva.

El desarrollo de su industria textil sedera estuvo ligado a una compleja organización donde los procesos de su producción estaban estandarizados y regularizados, generando un producto de gran prestigio tanto en los mercados occidentales como orientales. 

Los reyes cristianos se aprovecharon de la herencia recibida por parte de los musulmanes respecto a las técnicas de producción de seda e incentivaron el desarrollo de una gran industria local en base a la seda.

Por su lado, las potencias marítimas como Venecia, Génova, Pisa y Amalfi desempeñaron un papel importante en la transferencia de tecnologías al sector, y sumado a sus impactantes diseños decorativos permitieron el desarrollo de la reconocida industria textil italiana, exitosa hasta el día de hoy. 

Todo cambió con la llegada del Comunismo

Occidente comenzó a producir seda pero eso no significó el quiebre de la Ruta de la Seda. Siglos de desarrollo comercial permitieron que los lazos permanezcan unidos a pesar de que China dejaría de ser el epicentro productivo de la preciada materia prima utilizada en la próspera industria textil. 

Las relaciones comerciales continuaron con altibajos producto de los conflictos bélicos que tuvieron protagonismo en Europa y Asia entre 1700 y 1900. Pero todo cambió definitivamente luego de la segunda guerra mundial y la llegada del comunismo al poder de China. 

A partir de ese momento las relaciones de producción cambiaron completamente en China, sobre todo porque el Partido Comunista Chino (PCCh) se concentró en destruir gran parte de la cultura tradicional, incluyendo el conocimiento adquirido durante décadas en un sinnúmero de sectores productivos claves en la Ruta de la Seda.

Paralelamente el PCCh hundió al país a una profunda pobreza sin precedentes y la región dejó de ser atractiva para el desarrollo de negocios. Además, gracias a su perversidad demoníaca logró transformar una sociedad cargada de valores en una sociedad con elevados índices de corrupción y carente de ética común. 

Con el pasar de los años el PCCh logró modernizar su economía a costa de reprimir a su población, suprimir las libertades y exponer a una brutal explotación a sus ciudadanos.

Llegando al siglo XXI, las potencias capitalistas comenzaron a ver con atracción la posibilidad de producir en China por los bajos costos de mano de obra y las nulas regulaciones laborales. Esto permitió el reingreso de China en el mercado mundial y también la posibilidad de exportar el comunismo, el verdadero interés del PCCh. 

El PCCh ideó un plan en 1955, basado en un claro objetivo a cumplirse casi 100 años después, en 2049, convertirse en la primera potencia mundial, desplazando a los países europeos y por supuesto también a Estados Unidos. 

En este último tramo que le toca transitar, se propuso construir una autopista de crecimiento que lo impulsara hacia su objetivo final: la nueva Ruta de la Seda.

En 2013, el líder del PCCh, Xi Jinping, anunció el lanzamiento de Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), como un proyecto que traería prosperidad tanto a China como a todas las naciones participantes a través de inversiones millonarias en infraestructura, construcción de vías férreas, puertos, ciudades, centrales eléctricas, represas, carreteras, etc.

La nueva Ruta de la Seda, un objetivo imperialista más que comercial

Para la economía China, una de las propuestas más ambiciosas ha sido el megaproyecto de infraestructura expansiva del BRI, sin embargo al día de hoy los avances de la iniciativa han terminado viéndose afectados por todas y cada una de las malas medidas asumidas por el régimen chino y sus escandalosas repercusiones.

Desde el lanzamiento de la propuesta del BRI, proyecto que pretende ampliar las relaciones económicas a través de nuevos corredores comerciales que unen China con Asia, África, América, Medio Oriente y Europa, se ha visto inmerso en temas controversiales, como el riesgo de que los países involucrados asuman un sobreendeudamiento como consecuencia directa de su participación.

23 de los 68 países donde el régimen chino está invirtiendo han visto su economía seriamente afectada con el megaproyecto que comenzó en el año 2013, según un informe emitido por el Centro para el Desarrollo Global con sede en Washington DC.

En medio de las críticas, distintos países de la región asiática y algunos otros han hecho eco de sus voces inconformes anunciando graves implicancias en los países participantes del proyecto, jugado un papel determinante para frenar el avance de su desarrollo.

Como señala el columnista de la revista Forbes, Wade Shepard, a casi siete años de haber dado comienzo al megaproyecto, las demoras, implosiones financieras y brotes de grandes protestas sociales han llevado a que se forme una perspectiva cada vez más incierta respecto a los resultados del proyecto.

Los críticos aseguran que a medida que las empresas chinas penetran en los mercados emergentes, las políticas inadecuadas sumadas a las prácticas comerciales deficientes están convirtiendo el BRI en un sendero mundial de inconvenientes, lejos de cumplir su verdadero objetivo de generar un nuevo tipo de comercio próspero que beneficie a todos los países participantes.

Paralelamente avanzan las pruebas que indican las graves falencias del régimen comunista chino en materia de derechos humanos, la persecución de minorías étnicas, religiosas y disidentes políticos, junto con los campos de trabajo forzado, desapariciones y extracción forzada de órganos a prisioneros de conciencia, lo que empeora aún más las relaciones diplomáticas con el resto de las potencias mundiales.

Cuales son los puntos críticos del BRI

Uno de los tópicos más criticados de la forma en que el PCCh desarrolla sus iniciativas dentro del BRI, según los estándares occidentales, es la falta de transparencia en los acuerdos que firma con aquellos países con los que pretende hacer negocios.

Más del 90 por ciento de los proyectos de infraestructura del BRI en los que interviene China son realizados por empresas estatales chinas, según informes el régimen posee 7 de las 10 empresas constructoras más grandes del mundo. Solo unos pocos proyectos son adjudicados a empresas locales y siempre en cooperación y/o supervisión de los chinos.

Esto también implica que China lleva a sus propios trabajadores por el mundo quienes, a su vez, fugan sus salarios a China sin aportar en el mercado local.

Muchas de estas empresas, como señala Johanttan Hillman del Centro Estratégico de Estudios Internacionales, “han sido excluidas del Banco Mundial y otros bancos multilaterales de desarrollo por fraude y corrupción, que abarca desde inflar los costos hasta dar sobornos”.

Los gobernantes locales, generalmente de países emergentes con altos índices de corrupción, ganan popularidad por anunciar la construcción de importantes proyectos de infraestructura, aunque la mayoría no llega a verlos terminados, y todo el proceso queda a cargo del PCCh.

Otro factor no menos importante es la cuestión de los préstamos, los países beneficiarios de estos fondos son generalmente naciones empobrecidas ya endeudadas con los organismos internacionales de crédito tradicionales, castigados por décadas de gobiernos corruptos que utilizan fondos públicos para enriquecerse.

Estos préstamos muchas veces tienen tasas de interés altísimas y se cierran en acuerdos poco transparentes que en algunos casos comprometen hasta los recursos naturales del país

Verdaderos motivos detrás del BRI

Otras acusaciones indican que detrás del BRI existen intereses realmente perversos, que opacan los simples malos resultados económicos que genera para los países participantes. 

Como señala el Asia Society Policy Institute, uno de los enfoques principales de Beijing es construir bases militares en los países participantes que paralelamente tengan un uso comercial como máscara para no levantar sospechas. 

De este modo, muchas de las inversiones desarrolladas en torno al BRI, poseen características que siguen los modelos de inteligencia militar del Ejército Popular de Liberación del régimen chino. 

Por ejemplo, un simple puerto comercial construido dentro del BRI, puede ser integrado con parques industriales e industrias de apoyo como la construcción naval y los servicios de reabastecimiento que mejoran la capacidad del puerto para soportar buques navales chinos.

Es decir, en caso de conflictos militares, el PCCh tendría la capacidad de abastecer a su ejército en cualquiera de estos puntos fuera de su base de operaciones.

Otro de los puntos críticos contra los acuerdos del BRI, indica que la verdadera intención del PCCh detrás de sus préstamos impagables es apoderarse de los recursos naturales de los países anfitriones.

“Para asegurar la energía y los recursos naturales de los que el país carece en cantidades suficientes en el país y maximizar los rendimientos de la inversión en dólares y euros excedentes, los acreedores estatales chinos han ampliado rápidamente la provisión de préstamos denominados en moneda extranjera a países ricos en recursos que sufren de altos niveles de corrupción”, indica un informe de AidData.

Según el informe, el PCCh establece un procedimiento complejo en el que, mientras emite un préstamo para construir infraestructura en el país anfitrión, establece simultáneamente un acuerdo para hacerse de recursos naturales.

Palabras finales

Lejos ha quedado la iniciativa original de la Ruta de la Seda, marcada por los valores rectos y la sabiduría ancestral de la China tradicional, en la que los países participantes se beneficiaban de las ventajas productivas de sus vecinos, al mismo tiempo que se compartían conocimientos y técnicas en pos de un comercio justo y beneficioso para todos.

El PCCh, cómo ha hecho con tantas otras cosas, ha logrado destruir tan valiosa iniciativa que permitió durante siglos el enriquecimiento de todas las culturas participantes Ha transformado las relaciones de intercambio en una locomotora avasallante, con el único interés de expandir su poder, y empoderar al Partido embanderado con valores globalistas que solo benefician a unos pocos mientras llevan a la gran mayoría no solo a la pobreza económica sino también a la mayor miseria que es la producida por la falta de valores y rectitud.

Si bien los resultados económicos para los países participantes no han sido buenos, la necesidad y la corrupción de muchos otros llevan a que el proyecto aún continúe en desarrollo. 

Los conflictos bélicos actuales podrían marcar un nuevo escenario geopolítico mundial, que dependiendo como se acomoden las relaciones de poder, permitirá que se devele la verdadera naturaleza del PCCh exponiendo el daño que le está haciendo al mundo entero. 



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