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No es algo nuevo que el ex gobernador bonaerense y actual embajador en Brasil quiere revancha de su derrota frente a Mauricio Macri en 2015, por una diferencia minúscula. Por entonces debió luchar contra Cambiemos, pero también contra la campaña en contra de Cristina Kirchner y de La Cámpora. Por entonces, para evitar que un peronista con respaldo partidario llegara a la presidencia y le disputara su liderazgo, la actual vicepresidenta intentó descalificarlo en cada oportunidad que se le presentó, en la creencia que eso le facilitaría su regreso a la primera magistratura. Gravísimo error de cálculo. Uno más, y que se reiteraría con el paso del tiempo.
En 2019 Scioli se entusiasmó con que esa sería su oportunidad de revancha. Una vez más, la vicepresidenta lo impidió, ungiendo como candidato a Alberto Fernández. Pobre de la empresa que tuviera como directora de Recursos Humanos.
El año pasado, ante las malas señales electorales que se percibían en la provincia de Buenos Aires, su nombre volvió a sonar como articulador de la lista legislativa del Frente de Todos. El prestigio de Daniel Scioli asustaba al gobierno nacional y al cristinismo. Así fue que quedó excluida esa opción, y el resultado fue un papelón.
Con la renovación del Gabinete nacional tras las PASO y las renuncias no aceptadas de los funcionarios cristinistas, volvió a aparecer en los corredores de los pasillos oficiales como gran candidato a ocupar un lugar en el ministerio. Pero la oferta no se produjo, y tampoco sedujo al actual embajador en Brasil, donde viene desarrollando una tarea superlativa.
Durante su gestión diplomática, Scioli ha conseguido disimular los despropósitos de la política del gobierno de Alberto Fernández con el gigante de América del Sur. Fortaleció y agilizó el comercio bilateral, incorporó nuevos rubros de intercambio y hasta puso paños fríos en la relación del presidente argentino con Jair Bolsonaro.
Ahora, en plena crisis energética, consiguió cerrar un acuerdo con Bolsonaro para que le ceda a la Argentina buena parte del gas que Bolivia se comprometió a entregarle este año a Brasil.
En coincidencia con este logro, comenzó a circular un spot que presenta a Daniel Scioli como presidenciable. Generoso en imágenes de archivo y con una duración de 1 minuto y 23 segundos, se viralizó en pocas horas. Allí aparece en los lugares que transita con comodidad: su cercanía con el pueblo, la gestión pública, las clases productivas y los empresarios. Por supuesto, tampoco quedan afuera los tiempos en los que jugaba al futsal en Villa La Ñata, y que le valieron el apodo de “El Pichichi”.
“Los incondicionales siempre están. No importa la hora. No importa lo que pasó”, anuncia el video que pretende abrir el sendero hacia una nueva gesta electoral. En su entorno niegan cualquier relación de autoría del spot. Pero en el peronismo –e, incluso, en el entorno del gobierno- reconocen que “él puede ser tranquilamente la figura de síntesis dentro del oficialismo para bajar las tensiones y la dura interna”.
En los últimos días, Scioli lanzó una vez más su tradicional propuesta de armonizar la convivencia en la sociedad argentina.
“Yo soy un especialista en desestresar situaciones, en cerrar grietas, en buscar puntos de interés común. Esto lo estoy aplicando hoy con la misión que me han encomendado como Embajador en Brasil”.
¿El pibe que creció en el Abasto tendrá su revancha, finalmente, en 2023?
“Con fe y con esperanza”.
