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4 alternativas posibles para ganarle a la inflación en 2022

 

Especial de Nicolás Litvinoff para el Diario La Nación

Mientras asoma a nivel global, con los precios de los commodities en niveles récord, la inflación no da tregua en la Argentina y en los últimos meses decididamente se aceleró, lo que llevó al Gobierno –pacto mediante con el FMI- a elevar las tasas para mantener cierto interés por las inversiones en pesos.

Por estas tierras estamos penosamente acostumbrados al aumento generalizado de precios. Tan es así que aquella canción de cancha de los ’80 donde al rival se le cantaba que iba a salir campeón “el día que las vacas vuelen y que en la Argentina baje la inflación” cumple 4 décadas sin perder vigencia.

Sin embargo, a causa del contexto inflacionario mundial, esta vez los activos que usualmente son considerados “refugio de valor” en nuestro país como el dólar y los ladrillos no logran cumplir su misión. La divisa norteamericana se está depreciando a un ritmo del 7 u 8% anual en la principal economía del mundo y las inversiones en el mercado inmobiliario local, paralizado y con los precios en baja, no resultan atractivas.

Para hacerle frente a este complejo panorama, hoy presentaremos 4 estrategias que buscan ganarle a la inflación a lo largo del año. Por supuesto, se las deberá adaptar al gusto y a la tolerancia al riesgo que maneje cada uno.

1) Adelanto de consumo corriente

A no confundir: nos referimos a consumos impostergables, no a los que no son planificados.

Si en nuestros hogares contamos con el espacio suficiente como para almacenar alimentos y otros productos, conviene romper con el hábito de comprar lo justo y necesario para la semana o incluso el mes y debemos pensar en acumular un stock de alimentos no perecederos (siempre que los vencimientos sean lejanos en el tiempo) y de artículos de limpieza e higiene personal.

Las compras planificadas se pueden realizar en supermercados mayoristas, donde también se suelen ofrecer descuentos y promociones con tarjetas de crédito. De esta forma, el ahorro puede llegar al 30% en la comparación con un ticket similar en un comercio minorista.

También existen servicios que se pueden pagar por adelantado con descuentos que rondan un 10% promedio. Es el caso de algunas empresas de medicina prepaga, por ejemplo. La ganancia aquí no está tanto en el monto del descuento, sino en protegernos contra potenciales aumentos a lo largo del año.

Por supuesto, no todo adelanto de consumo es conveniente: en el rubro tecnología (celulares, tablets, computadoras, televisores y más), apurar una compra puede resultar perjudicial. Por un lado, el producto adquirido antes de tiempo tenderá a depreciarse por la aparición de modelos más nuevos y mejores. Por el otro, la garantía sobre el producto correrá desde el momento en que lo compremos sin importar si lo estamos utilizando o lo tenemos guardado hasta necesitarlo.

2) Plazo fijo UVA

Ni durante el mandato de Cristina Fernández de Kirchner ni en el de Mauricio Macri, los plazos fijos que ajustan por inflación (primero CER, luego UVA) aparecían como opciones tentadoras. En el primer caso, las mediciones de inflación del INDEC no reflejaban el aumento de precios real en la economía. En el segundo, las fuertes y repentinas devaluaciones del peso frente al dólar superaban ampliamente a la inflación, que entre 2016 y 2018 no fue tan elevada como la actual, aunque sí alta.

Hoy las mediciones del INDEC (que repercuten directamente en el cálculo del valor de los UVA) no son cuestionadas y parecen reflejar lo que sucede en góndolas y vidrieras, por lo que las colocaciones en plazo fijos ajustados a la inflación lucen como una alternativa más que válida.

Al respecto, vale aclarar dos aspectos importantes: por un lado, la variación de los UVA se calcula en base a la inflación del pasado reciente y no exactamente del presente; por el otro, los plazos fijos de este tipo obligan al inversor a inmovilizar el dinero por al menos 90 días, por lo que no se recomiendan si la persona necesita contar con los fondos antes de ese plazo.

3) Stablecoins invertidas a tasa

Las stablecoins (en español, monedas estables) están revolucionando las finanzas a nivel mundial y generan un gran impacto en países con marcada inercia inflacionaria como la Argentina.

Las stablecoins más utilizadas son las que están atados 1 a 1 con el dólar, aunque hay otras que replican el precio internacional de otras divisas (euro, libra esterlina e incluso el real de Brasil).

Se trata de un activo digital que aprovecha las ventajas de la tecnología blockchain y evita las grandes variaciones de precio (volatilidad) que suelen experimentar a diario sus primas: bitcoin, ether y las altcoins.

Si hablamos de las ventajas, las stablecoins permiten:

  1. a) Ejecutar transferencias en el momento pagando comisiones muy bajas sin importar el destino.
  2. b) Custodiar nuestro dinero en forma personal con mucho menos riesgo de robo o pérdida.
  3. c) Realizar inversiones a nivel global y en protocolos descentralizados que ofrecen altas rentas y superan en todos los sentidos al plazo fijo y otras opciones bancarias tan tradicionales como anacrónicas.
  4. d) Dolarizar nuestros ahorros sin restricciones, puesto que no hay cepo sobre las stablecoins por su carácter descentralizado y la posibilidad que ofrecen de negociarse directamente entre personas, sin intermediarios.

Claro que para que una inversión así tenga sentido, las stablecoins compradas deben ser invertidas a tasa. Esto es totalmente factible hoy gracias a los intereses de entre el 6 y el 13% anual que ofrecen exchanges y protocolos DeFi. Esos intereses se cobran en la misma cripto invertida.

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4) Criptomonedas deflacionarias

La cuarta estrategia se vincula con un mayor riesgo inversor, puesto que pasamos de criptos estables invertidas a distintas tasas de interés a criptos volátiles que, entre otras cualidades frente a las monedas tradicionales (o dinero fiat), cuentan con una característica claramente deflacionaria. Esto quiere decir que su emisión se reduce en el tiempo y, por lo tanto, cuenta con un aliciente importante para subir frente al dólar y otras divisas que los bancos centrales no dejan de imprimir.

En mi columna publicada el 23 de abril de 2013 titulada “Bitcoin: ¿protección virtual contra la inflación?”, proponía prestarle mucha atención a la criptomoneda estrella, que por entonces se negociaba a menos de 100 dólares por unidad. En febrero de 2018, repetí el consejo con Ethereum, que cotizaba por debajo de los 1.000 dólares.

Hoy, después de subas siderales y retrocesos importantes desde los máximos valores alcanzados, sigo pensando que en el largo plazo el bitcoin y el ether (la criptomoneda de Ethereum) terminarán brindando las mejores coberturas contra la inflación.

La primera es deflacionaria por naturaleza: se emitirán en total solo 21 millones de bitcoins, de los cuales ya hay en circulación 19 millones.

La segunda ha implementado recientemente un sistema de “quema de tokens” que también la está volviendo deflacionaria.

A este binomio podemos sumarle los tokens de Binance (BNB), la tercera criptomoneda de mayor valor de mercado si obviamos a la stablecoin Theter (USDT), que sigue al dólar.

BNB también implementó un sistema de quema de tokens que podría volverla deflacionaria con el paso del tiempo. Por otra parte, está ampliando su uso al pago de operaciones y transferencias en la Binance Smart Chain, unas de las redes DeFi más utilizadas para inversiones, juegos y NFTs.

¿Por qué menciono solo las 3 primeras criptomonedas de las más de 18.000 existentes en la actualidad? Básicamente, porque el riesgo de inversión de largo plazo se considera más bajo en los criptoactivos de mayor porte, aunque existen muchos otras criptomonedas con grandes proyectos detrás que podrían rendir mucho más a futuro.