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La invasión a Ucrania, la indiferencia de las sanciones que Occidente ha puesto sobre Rusia, no ha sido suficiente para detener a estos últimos; no obstante, como no había ocurrido antes, Europa, ante el peligro común se ha unido, y esto es así porque es cierta la amenaza que está pesando sobre la existencia misma de los países europeos occidentales como entidades políticas y modelo de sociedad.
Desde la guerra fría, Europa se recostó en EEUU para su defensa; eso ya no es suficiente. Alemania y Francia deberían convertirse en los adalides de la defensa de Europa en tanto valores e ideales de bienestar social e ideológicos de occidente. A esto es lo que ha apuntado Putin, quien rechaza enérgicamente esos valores del mundo occidental, a tal punto que ha afirmado que reconvertirá o eliminará a todos aquellos rusos que se hayan occidentalizado. Queda claro, su enemigo es occidente y los países que lo integran.
Ante la invasión, Europa se ha transformado en un todo solidario; ha tomado conciencia de este cambio; debe adaptarse y encontrar en el nuevo juego mundial, un lugar a su medida.
Mientras tanto la invasión a Ucrania continúa. La destrucción de obras de arte, edificios destinados a la vida social son destruidos con total indiferencia, por parte de los atacantes, de civiles indefensos abatidos. Claramente este accionar tiene el propósito de hacer perder a los europeos la moral y la fuerza necesarias para materializar una fuerza ofensiva común con la finalidad de que pacten con Putin.
Es necesario entender que Europa arriesga transformarse en un campo de batalla de un conflicto nuclear entre Rusia y EEUU; este último es el único país con capacidad nuclear para oponerse al primero.
Ante la certeza de la amenaza, Europa debe aunar esfuerzos con EEUU; debe ahogar económicamente a Rusia con la finalidad de privarle de recursos para la investigación y desarrollo de sistemas nucleares, haciendo que los que actualmente posee, vayan perdiendo vigencia ante los nuevos instrumentos atómicos que deberán desarrollar con la mayor celeridad posible. Es necesario hacer vetustos e ineficientes las cabezas nucleares que hoy posee Rusia ante los de nueva generación a desarrollar por el mundo libre. Se debería procurar alcanzar, en el menor tiempo posible, un eficiente escudo defensivo y a la vez de un efectivo sistema que tenga la potencialidad de aniquilar la actual capacidad ofensiva rusa.
Jorge Augusto Cardoso
