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Baja expectativa de los inversores para 2022: ni el acuerdo con el FMI generaría confianza en el Gobierno

 El año está terminando con cifras mucho mejores a las esperadas, pero también se acumularon fuertes desequilibrios. Por qué el arreglo con el Fondo puede terminar en un fiasco como la renegociación de la deuda 

La economía termina 2021 con un rebote del 10%, superior a los pronósticos incluso de los más optimistas, que calculaban un 7% con viento a favor. Incluso quedaron desautorizados informes como el elaborado por la OCDE, que estimó que la Argentina sería “el último país” en recuperar lo perdido durante la pandemia. La economía ya está operando arriba de los niveles prepandemia. El interrogante ahora es si en 2022 se podrá mantener la racha. Al menos por ahora, las proyecciones son bastante menos alentadoras. 

La buena noticia para el Gobierno es que si el año próximo la economía se estancara de punta a punta, igual la actividad terminaría casi 3% arriba. El “arrastre estadístico” volverá a jugar a favor por la aceleración del segundo semestre de 2021, que deja un piso de comparación más favorable en los primeros meses de 2022. La mayoría de los pronósticos (que tal vez se vuelvan a equivocar), consideran que el año será mucho más difícil sostener la recuperación alcanzada en 2021.

La mejora de la economía, no obstante, no termina de derramar en la gente. La elevada inflación impide que se produzca una recuperación de los salarios reales, que en promedio han caído 20%. Y la fuerte caída del desempleo, que pasó de 11,7% a 8,2% en un año se dio sobre todo en base a trabajos informales y cuentapropismo. Los empleados formales están aún casi 130.000 por debajo de 2019, sin contar los que se deberían haber generado por el crecimiento vegetativo de la población.

Este año hubo una mezcla de razones que impulsaron la mejora. Excelentes precios internacionales de las materias primas que exporta la Argentina (la suba de la soja aportó USD 10.000 millones adicionales), sectores que se recuperaron fuertemente luego del bajón de la pandemia, planes de incentivo al consumo como el Ahora 12 y el Previaje, además de recaudación adicional obtenida por impuestos extraordinarios como el aporte solidario.

Sin embargo, es una reactivación que se da en medio de fuertes desequilibrios. La caída del nivel de reservas a pesar de haber sido un año de abundancia de dólares (por balanza comercial y distribución de DEG del FMI), el atraso del tipo de cambio oficial, el aumento de la brecha cambiaria otra vez a niveles de 100% y el congelamiento de las tarifas, que siguen aumentando peligrosamente los subsidios.

El tema del verano

La negociación con el FMI será el gran tema del verano, aunque los grandes inversores bajaron fuertemente sus expectativas sobre el resultado final. Informes como el de Goldman Sachs de la última semana o el de la calificadora Moody´s son pesimistas a la hora de evaluar qué impacto tendría el cierre del acuerdo.

Los escenarios que se abren en relación al acercamiento al FMI son tres:

  • 1-Que no se firme ningún acuerdo: Esta posibilidad luce cada vez más lejana, sobre todo luego del último pago de USD 1.900 millones del jueves último. No tendría sentido alguno seguir pagándole religiosamente al Fondo si no hay intención de llegar a un acuerdo. Además, las voces que se escuchan en contra de esta posibilidad, como la del director del Banco Nación, Claudio Lozano, son totalmente marginales dentro del Gobierno. Por otra parte, las advertencias en relación a las consecuencias de un default con el FMI suenan cada vez más fuertes y creíbles.
  • 2-Que se llegue a un acuerdo “light”: Es una de las posibilidades, ante las internas políticas que enfrenta el propio Gobierno y también la necesidad de negociar con la oposición. La duda que persiste por estas horas es hasta dónde estará dispuesto a aflojar el staff del FMI para llegar a un acuerdo antes de marzo. Este escenario no termina de cerrar en Wall Street. Los inversores son partidarios de un arreglo que ayude a encauzar a la economía argentina y no se limite a patear vencimientos.
  • 3-Que se firmen condiciones más duras, pero muy difíciles de cumplir: Este escenario tampoco termina de conformar a nadie. Implicaría una reducción mucho más drástica del rojo fiscal, ordenar rápido el frente fiscal y cambiario, además de avanzar con algunas reformas estructurales, por ejemplo, en el frente laboral. Ése sería el contenido de un programa clásico de “facilidades extendidas” a diez años como el que se está negociando. Sería lo lógico, además, teniendo en cuenta que habría cinco años de gracia para empezar a devolver el capital. Sin embargo, casi nadie cree que el Gobierno estará dispuesto a cumplir con estas exigencias. Sobre todo teniendo en cuenta que 2023 es un año electoral; habrá mucho más incentivos en hacer lo posible por ganar las elecciones que en cumplirle al Fondo.

Indicadores de cautela

El riesgo país que continúa arriba de los 1.700 puntos, el tipo de cambio superando los $ 200 y acciones que no consiguen salir del pozo no hacen más que reflejar la extrema cautela de los mercados. Nadie espera que el acuerdo con el Fondo represente un antes y un después para la economía argentina ni para el Gobierno.

Desde que ganó las PASO en 2019, generando un fuerte derrumbe de las cotizaciones, Alberto Fernández nunca consiguió revertir la desconfianza de los mercados por la vuelta del kirchnerismo. Ni siquiera el repunte más fuerte que el esperado del 2021 logró mejorar la visión de los mercados.

En el ojo de todas las miradas está Martín Guzmán, duramente criticado por no haber negociado en forma simultánea con los bonistas y el FMI en 2020. Tampoco está claro por qué motivo no aceleró un acuerdo este año, lo que hubiera ahorrado el pago de casi USD 4.000 millones al propio Fondo entre septiembre y diciembre. A la hora de encontrar excusas siempre aparecen las internas políticas en Frente de Todos.

Las encuestas entre hombres de negocios locales son, sin embargo, un poco menos pesimistas respecto a lo que se viene el año próximo. En varios estudios que miden la expectativa empresarial, se percibe una mejor perspectiva a partir de la recuperación del 2021.

Las últimas novedades de cara a fin de año llegaron para los hombres de negocios con sabor mixto. La decisión del Gobierno de reducir gradualmente la doble indemnización a lo largo del primer semestre de 2022 va en el camino correcto. Es parte de una de las medidas más reclamadas por las cámaras empresariales, que sugerían normalizar el mercado laboral.

Los cambios en Bienes Personales, sin embargo, implican un aumento de la presión impositiva y cargar las tintas sobre los impuestos patrimoniales, que se encuentran en retirada en todo el mundo. Ahora la alícuota más alta para patrimonios en la Argentina subirá de 1,25% a 1,75%. En su momento, Mauricio Macri había prometido reducir la alícuota de este gravamen a 0,25%, aunque nunca cumplió.

Pero la medida más sorprendente involucra al mercado aéreo. El regreso de un piso tarifario para los vuelos de cabotaje procura barrer con la competencia de Aerolíneas Argentinas, en un sector que atravesó dos años durísimos de pandemia y en el que aparecían algunos jugadores dispuestos a seguir compitiendo en base a bajos costos y eficiencia.

Se trata de todo un símbolo de los problemas de larga data que arrastra la economía argentina y que no terminan de desaparecer: empresas públicas ineficientes y deficitarias, proteccionismo a compañías locales poco competitivas y sindicatos arcaicos que buscan trabar a toda costa la modernización de la economía.

Pablo Wende