Lugar y época
En aquellos tiempos del Cretácico, un vasto desierto se había formado entre Río Negro y Neuquén, el Kokorkom, o desierto de los huesos. Las arenas depositadas, endurecidas, compactadas y petrificadas, se conocerían luego como Formación Candeleros. Un detallado estudio desarrollado por los geólogos Dr. Gonzalo Veiga, Lic. Joaquín Pérez Mayoral, Dra. María Lidia Sánchez y Lic. Soledad Gualde, nos permitieron conocer que los 20 metros de depósitos rocosos representan tres etapas que nos muestran cómo se contraían y expandían los márgenes del viejo desierto Kokorkom como resultado de los cambios climáticos de la época. Una historia antártica
Los esfenodontes fueron una de las víctimas de la extinción de fines del Cretácico, la misma que eliminó a los dinosaurios no avianos. Esto queda demostrado por escasa presencia en el registro fósil del Terciario (65 a 0 Ma). Hasta el momento se desconoce qué ocurrió con ellos, pero parecen haberse extinto tanto en Sudamérica como en el resto del mundo, a excepción de Nueva Zelanda. Esta isla se hallaba ligada a la Antártida y Australia, de las que se separó hacia fines de la época de los dinosaurios. Por ello, podemos deducir que el grupo de esfenodontes que sobrevivió vivía en aquellos tiempos en las cercanías de la Antártida. Esto permite comprender cómo estos reptiles, tildados muchas veces de “primitivos”, son capaces de demostrar hoy una inusual tolerancia a las zonas frías: Sphenodon se siente cómodo a apenas 12 grados centígrados, temperatura que la actividad de otros lepidosaurios no tolera. Además, Sphenodon cuenta con una masticación propalinal (la mandíbula se desliza adelante y atrás encarrilada entre los huesos maxilar y palatino) y una barra temporal inferior completa. Esta adaptación, antes considerada como “primitiva”, hoy es vista como propia de un grupo de esfenodontes avanzados. Al conectar la región del cráneo donde el hueso cuadrado se articula con el hueso yugal, refuerza la región de la mejilla permitiéndoles aplicar un corte muy poderoso, capaz de seccionar huesos de aves, de las que a veces se alimenta para complementar su dieta. El hallazgo de Tika apoya la hipótesis de que peculiares tetrápodos terrestres ectotérmicos asumieron una distribución Cretácico-Terciaria circumantártica. Tika se habría alimentado de una variedad de presas incluyendo pequeños vertebrados, contrastando ecológicamente de los grandes esfenodontes herbívoros ya conocidos para La Buitrera. Tika aporta a la creciente diversidad conocida de esfenodontes durante el Cretácico Tardío en Patagonia, indicando que, aunque ya declinados o extintos en el hemisferio norte, los esfenodontes eran aún diversos taxonómica y ecológicamente en los continentes del suroeste de Gondwana. |