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Inseguridad Condenados al fracaso: Moreno siempre estuvo cerca

 Por Gustavo Ladelfa (*)

La situación se había puesto espesa desde el mismo momento en el que Fernando de La Rúa y la Alianza de centro izquierda comenzaban a chapotear en el barro menemista del uno a uno. No por nada Domingo Cavallo le había recomendado al Carlos Menem salir lentamente de la convertibilidad y bajar el gasto público.

En diciembre del 2001, estalla todo por los aires y aquí en Moreno los tambores de guerra de los saqueos fogoneados por el duhaldismo y toda la troupe peronista, incluyendo los Kirchner, batían fuerte el parche de la clase media a la que le habían tocado los ahorros. Y era el mismo Cavallo de Menem, ahora reconvertido en aliancista, que encerraba una vez más la guita de los argentinos. Claro que la culpa era del noeliberalismo.

En Moreno transitaba un Mariano West frepasista por aquel entonces (algunos de sus funcionarios venían de esa extraña alquimia), ya disfrazado de peronista surcaba su segundo gobierno con algunos problemas. Si bien la Provincia continuaba justicialista con Ruckauf a la cabeza y su mano dura, tenía mejor relación con el vice Solá; de hecho, Felipe había sido uno de los Frankenstein del monstruo marplatense.

Tal el caso que fue el actual canciller quien lo catapultó a la Provincia cuando Ruckauf abandonó el Gobierno provincial. Eran los tiempos del “Vasco” Arregui y la ciudad comenzaba a modificar su paisaje habitual de pueblo chico con mucho verde, la pequeña Córdoba la llamaban.

Hacia 2004, el país salía por enésima vez de una crisis económica, pero el delito asociado al narcotráfico y a la política se instalaba para quedarse definitivamente. Es en ese mismo año que la ciudad se ve conmovida por el secuestro y asesinato de un joven llamado Axel Blumberg. Hacía un tiempo que Néstor Kirchner había tomado las riendas del país, e hizo uso y abuso de este caso hasta defenestrar a la familia Blumberg.

Tal fue el estupor en la clase media morenense, que inmediatamente se movilizó frente a la Catedral local para acompañar la presencia del ingeniero Juan Carlos Blumberg, padre de la desafortunada víctima. Unas tres mil personas (el 1 por ciento de la población), se juntaron para pedir el esclarecimiento del caso, convirtiéndolo hasta el momento en el reclamo más multitudinario.

Con el correr de los meses nos fuimos enterando que la casilla la que fue guardado un tiempo hasta la fuga estaba en uno de los asentamientos nuevos que tan prolijamente iba construyendo el gobierno de Mariano West, que hasta el servicio de cloacas le acercó antes de perder su reinado, ese mismo servicio que se plagó de conexiones clandestinas y nadie paga. Tampoco le importó a la gente que la madre de uno de los malvivientes hubiera sido puntera del mismo grupo político.

Moreno seguía con su ritmo habitual, adormecido al calor del clientelismo y el populismo que se entrometía de manera silenciosa en las entrañas de la ciudad.

Al mismo tiempo, el entonces gobernador Daniel Scioli y su ministro de Seguridad, León Arslanian, le dejaban en bandeja de plata los negocios a los comisarios y la verticalidad de la fuerza a la civilidad. Estropicio total para tapar el agujero presupuestario provincial en materia de seguridad que daba como resultado la creación de la Policía 2 (mal llamados “Los Pitufos”) y desde allí la conducción de patrullas urbanas (desarmadas) a los intendentes, para el traspaso de cuantiosos fondos para combatir la inseguridad; que hasta el momento no han dado el más mínimo resultado.

De allí a las 16 muertes violentas por mes, ya en la época de Walter Festa, hay un corto trecho. Ni la recepción de millonarios fondos para móviles, pertrechos, cámaras de seguridad y centros de monitoreo pudieron evitar la debacle de transformar al distrito en uno de los más inseguros del conurbano.

Actualmente, el servicio público de seguridad provincial está en igual o peores condiciones que antes. La inseguridad se enquistó al ritmo de la explosión demográfica impulsada por la política pública marianista de superpoblar el distrito a como dé lugar, para luego traducirlo en votos.

Hoy, Mariel Fernández tiene una gran madeja para desenredar, el poder que la maneja no la dejó instalar a su candidata como secretaria de Seguridad. La fuerza de seguridad local es conducida por un abogado joven venido de otro distrito, sin ninguna experiencia en el tema. Ni hablar de los directores subalternos, más cercanos a los victimarios que a las víctimas.

La pandemia y las restricciones para circular bajaron el delito común, ese que molesta permanentemente al vecino, pero los pesados, asociados al narcotráfico, trata de personas y desarmaderos, crecieron y se resguardaron en la peligrosa periferia que nos deja como herencia el peronismo gobernante en los últimos 25 años. Continuamos participando de una gran lotería… Hoy no te toca, mañana tal vez.

(*) Publicado en Tribuna de Periodistas.




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