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PRESUPUESTO 2021: UN ENFOQUE PELIGROSO

 Al límite del calendario legal el Poder Ejecutivo, desde el Ministerio de Economía, elevó esta semana, al Congreso de la Nación, el proyecto de ley mediante el cual se establece el Presupuesto Nacional para el ejercicio 2021.

Más allá de las cuestiones puramente presupuestarias, sobre el financiamiento de todas las áreas, programas y responsabilidades que tiene el sector público, el proyecto de presupuesto es importante porque establece los lineamientos macroeconómicos que configuran el escenario para los próximos años y la visión del Ministerio de Economía.

El año próximo, según el proyecto de ley, la economía local tendría una recuperación del 5,5% (luego de contraerse algo más del 12% en la estimación oficial), con una inflación hacia fin de año del 29%, un dólar oficial de 102,4 en diciembre y un déficit presupuestario primario del 4,5% del PBI y total del 6%.

Con respecto a la visión general, el equipo económico hace referencia a un “modelo de desarrollo” mediante el cual piensan el desenvolvimiento de la economía, tanto para el año próximo como para los siguientes, que se caracteriza por una serie de factores con determinado ordenamiento causal.

La primera condición del modelo oficial es la inclusión social, el segundo objetivo es la promoción de una economía dinámica (crecimiento económico) y la tercera característica -a la que se le suman una cuarta y quinta- es la estabilidad.

Desde nuestra perspectiva estas tres características del modelo están ordenadas exactamente de manera inversa a lo que requiere hoy la coyuntura económica argentina. La condición necesaria para pensar en cualquier otra es la estabilidad macroeconómica. Una vez conseguida –o mientras se encamina el proceso económico hacia uno estable- puede pensarse en la recuperación del dinamismo o crecimiento perdido y, finalmente, el resultado de una economía estable y en crecimiento necesariamente implica una mejora de las condiciones del mercado laboral y los ingreso de la población, mejorando los indicadores sociales.

Ese orden invertido de los objetivos no es meramente una cuestión formal, sino que implica cuestiones prácticas en el diseño de la política económica concreta que lleva a estrategias equivocadas o que, al menos, pueden hacer incrementar los enormes riesgos que hoy ya enfrenta la economía argentina, en lugar de aplacarlos.

En este sentido, según el enfoque oficial, el principal objetivo de la política fiscal seguirá siendo el de la protección social y el impulso a la demanda agregada con el objetivo de acelerar una recuperación económica que todavía se siente muy incipiente. En la misma línea la política monetaria tendría como principal rol garantizar el acceso al crédito en condiciones ventajosas para la producción doméstica.

De esta manera, el diseño del presupuesto está perdiendo el rol que debería haber cumplido en esta compleja coyuntura: el de ser el faro de guía de las expectativas privadas para intentar anclarlas hacia un escenario de ordenamiento macroeconómico y menor nominalidad. En este sentido, tanto la política fiscal como monetaria deberían haber sido lo más conservadoras posibles, mostrando el compromiso del equipo económico en lograr la estabilidad como punto de partida.

A estas líneas volcadas sobre el papel del presupuesto, se sumaron algunas declaraciones en las últimas horas por parte de algunos integrantes del equipo económico que pusieron en duda el verdadero compromiso del gobierno con alcanzar un déficit primario de 4,5%. Más que una meta que estaría respaldada en acciones concretas para ser alcanzada, este número parecería ser un objetivo deseable de ser logrado en forma endógena. Lo cual no ayuda a convencer al sector privado de que se hará todo lo posible por normalizar la economía.

Al mismo tiempo, si se suponen algunas correcciones tarifarias para el próximo año, tampoco es creíble que el índice de precios pueda terminar el año 2021 por debajo del 30%. Más aún luego de los anuncios de mayores controles cambiarios por parte del BCRA que ampliaron la brecha entre el oficial y los paralelos y no se ha detenido la pérdida de reservas internacionales. Con este escenario de partida, luce bastante poco probable que el tipo de cambio oficial en diciembre del 2023 pueda estar en 146 pesos, como lo establecen las proyecciones del presupuesto. Es decir, según el presupuesto, la cotización oficial dentro de tres años sería equivalente a lo que en este momento refleja el mercado paralelo. Este tipo de observaciones son interpretadas directamente como inconsistencias entre la realidad y la proyección oficial cuando no son acompañadas con medidas estrictas de responsabilidad fiscal y monetaria que hagan pensar que un descenso rápido y sostenido de la nominalidad es posible.

Por último, parece relevante señalar una observación que ya hiciéramos en oportunidades anteriores. Aun cumpliéndose todas las proyecciones oficiales presentadas en el presupuesto, el nivel de actividad de la economía argentina hacia finales del año 2023 sería inferior al del 2017.

Esto significa que, aun saliendo todo de la mejor manera posible en los próximos años, el ritmo de la recuperación económica, como venimos señalando, será relativamente lento. Y no permitirá regresar a los niveles de producción e ingresos vigentes antes de la crisis pronto. A diferencia de lo que caracteriza al discurso político del gobierno, la coyuntura macroeconómica tanto internacional como local, es muy diferente al escenario del primer kirchnerismo que gobernó el país entre mayo de 2003 y diciembre del 2007. Como puede observarse en el gráfico precedente, el ritmo de “salida” de la economía en este nuevo escenario será significativamente menor al de aquella oportunidad.

Pensando en los determinantes de largo plazo del crecimiento económico, podría señalarse que el escenario de recuperación planteado en el presupuesto es demasiado optimista incluso si fuera acompañado por una gestión de la macroeconomía eficiente y enfocada en la estabilización y la neutralización de los desequilibrios actuales.

En un escenario como el presentado en el proyecto, donde la prudencia fiscal y monetaria no representan los lineamientos del equipo económico, la realidad podría ser bastante más negativa en cuanto a la evolución de la actividad. Si los desequilibrios fiscales-monetarios-cambiarios dominan las expectativas en los próximos meses y la política económica no responde en este sentido, entonces es probable que la recuperación económica proyectada pueda interrumpirse en cualquier momento.




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