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Congelarían hasta 2022 las tarifas eléctricas

Reunión de los intendentes del Sur del Gran Buenos Aires para tratar el tema Edesur
Martín Insaurralde se reunió con el intendente de Lomas de Zamora y de sus colegas de Berazategui, Juan José Mussi , y de Almirante Brown, Mariano Cascallares .
La política define los puntos que serán centrales para los próximos años. En puntas de pié, los reguladores le restan importancia a la ofensiva de los jefes comunales e intentan ponerle la firma a un documento que dé por tierra cualquier intento de actualización tarifaria por un largo tiempo.
La historia de este congelamiento la protagonizan el Ente Nacional Regulador de Energía (ENRE) con Edenor y Edesur , las dos distribuidoras del conurbano bonaerense. Pero la platea que los mira es mucho más amplia. Gran cantidad de dueños y ejecutivos de empresas reguladas y de servicios públicos presumen que podrían ser los próximos en subir al escenario a acordar condiciones similares.
Por ideología, por los antecedentes y, además, por el enorme peso de la coyuntura, la historia de las tarifas quietas parece ser el camino que viene y el que elegirá el presidente Alberto Fernández. Pero este cuarto gobierno kirchnerista tiene otras condiciones muy distintas para poner en pausa el cuadro tarifario.
El primero, claro está, es presupuestario. Los números de la Argentina no son los que fueron. En junio, último dato disponible, los ingresos del Estado cayeron. A principios de este mes, la AFIP informó que la recaudación de impuestos tuvo un crecimiento nominal de 20,1%. Pero en términos reales, es decir, descontada la inflación, significó una reducción de 15,5%, según calculó entonces la consultora EcoGo. En comparación con el mismo mes del año pasado, los gastos se duplican. Mantener las tarifas pisadas tendrán un costo fiscal que no será fácil asumir ahora. El Presidente cabalgó sobre aquellos remedios desde 2003 hasta 2008 cuando dejó el gobierno como jefe de Gabinete después de la crisis del campo . Nada es igual.
La otra gran diferencia es el stock de infraestructura. No es igual aquellas redes, plantas generadoras, autopistas o rutas de aquellos años de crisis después de las inversiones que se dieron en el marco de la apertura y las privatizaciones de los años noventa. Jamás un funcionario de aquel kirchnerismo embrionario lo reconocerá pero, gran parte del respaldo en el que se apoyó la expansión de los primeros años de los pingüinos en la Casa Rosada se construyó en las presidencias de Carlos Menem. Encontraron capacidad ociosa por la recesión y con poco uso. Pasaron casi 20 años con poca inversión. Y eso se notará a poco de que la economía demande.
Pero de regreso al mercado eléctrico, si el Gobierno suma a ese acuerdo no sólo a Edenor y Edesur sino que también logra el apoyo de Edelap (fácil de conseguir, por cierto) habrá congelado el precio de alrededor del 50% de la compra de energía eléctrica del país. Lo demás se consigue fácil. Las distribuidoras del Interior, muchas de las cuales son cooperativas o empresas provinciales, formarán fila para firmar.
Sin actualización en el último renglón de la cuenta, lo que está para arriba (transporte y generación) correrá por el mismo camino. Sólo habrá que ver si se genera algún tipo de discriminación por tipo de consumidor. Ahí estará la negociación en los próximos meses.
Si de algo carece la política bonaerense es de autocrítica. Los fanáticos de Erasure llevan unos cuantos años en las intendencias. Insaurralde asumió por primera vez en 2009; Mussi, en 1987 y desde entonces se reparte el cargo con su hijo, y Cascallares, desde 2015. En el Sur del Gran Buenos Aires hay 81 villas que demandan cada vez más electricidad. Es gratis para ellos y nadie paga esa factura que deben las comunas desde 2011. Alguien tendrá que financiar el aumento de esa demanda, justificada, por cierto. Los barones no fueron capaces de acercarles otro servicio público. Ni gas ni agua ni cloacas les llevó la política, sólo electricidad.
Fuente: La Nación