Los inversores analizaron este fin de semana la propuesta argentina, hicieron un diagnóstico crítico y plantearon las posibles mejoras para llegar a un punto de acuerdo
Lanzada la primera carta por parte del Gobierno, los acreedores comenzaron a barajar las opciones para acercar posiciones y evitar un default desordenado de la deuda argentina.
Este fin de semana, los principales fondos de inversión comenzaron a analizar en detalle la oferta presentada ante la comisión nacional de valores de Estados Unidos, Europa continental y Gran Bretaña.
Lejos de la retórica beligerante difundida por una parte del Gobierno para alentar una confrontación que no existe -dado que el ministro Martín Guzmán negocia con los bonistas desde hace varios meses- ambas partes saben que llegó el tiempo de negociar.
De hecho, un grupo de bonistas dio a conocer un comunicado en el que le pide al Gobierno que negocie “de buena fe”, a través del intercambio de información constructiva y dejando en claro cuáles son sus políticas de corto y mediano plazo para entender cuál es la capacidad de repago del país.
En este sentido, más allá de la opinión de los analistas, desde un importante fondo de inversión explicaron a Infobae cuáles son los puntos débiles de la oferta y cuáles serían las mejoras que podrían llevarlos a una aceptación.
En cuanto a los ejes que cuestionan, destacaron los siguientes:
- - La inconsistencia temporal: los principales acreedores creen que, con esta propuesta que otorga tres años de gracia, el Gobierno no tiene incentivos para ahorrar y empezar a pagar efectivamente en 2023, como lo indicó en la oferta. La extensa historia de déficit fiscal en la Argentina juega en contra de esta promesa. Además, en 2023 podría haber otro gobierno y, por lo tanto, ¿para qué ir hacia un mayor ahorro fiscal?, se preguntan.
- - La decisión de no pagar interés alguno hasta 2023 es, aseguran, una invitación para no participar y esperar, dado que no se pierde nada si, hasta entonces, tal vez surge otra oferta más acorde a sus intereses.
- - El promedio de los cupones (2,3%) es demasiado bajo como para considerarlo aceptable.
Ante este crítico diagnóstico, proponen lo siguiente:
- - Lo que el país se “ahorra” por intereses no pagados hasta 2023, podría pagarlo al principio (upfront payment) y eso mejoraría en 2 dólares el valor de la oferta.
- - El Gobierno debería bajar la quita de capital al 5% para el bono que vence en 2030 y a cero para los más largos (que llegan hasta 2047).
- - Los intereses deberían empezar a pagarse el año próximo con una tasa del 0,5% anual hasta 2022 y luego mantener el esquema de “step up” presentado por el Gobierno.
- - Si se hicieran estas modificaciones, las posiciones se acercarían bastante y no sería necesario plantear una capitalización de intereses.
Desde el Gobierno replican que la valuación que utilizan los analistas para hablar de una oferta que vale entre 35 y 40 centavos supone una tasa de descuento demasiado alta.
Así, precisaron que, si se utilizara una tasa del 13%, el Global 2030 tendría un valor de 37, pero con una del 8% llegaría casi a 55, mientras que en el caso del 2036 sería de 28 y 49,9; en el 2039 de 30 y 53; en el 2043 de 29 y 52 y en el 2047 de 28 y 51.
Por otro lado, resta esperar el detalle de las 100 páginas del documento presentado ante las diversas autoridades regulatorias para saber si se incluye algún tipo de incentivo. Una fuente oficial indicó que el “premio” consistiría en que, aquellos que no ingresen no podrán recibir en el futuro una oferta mejor. Dicha fórmula, en el pasado, es la que llevó a que el Gobierno perdiera las demandas planteadas por los bonistas, grandes y pequeños, en Nueva York.
En cambio, habrá que ver si en las próximas tres semanas hay margen para un “endulzante”, como un bono que recapitalice intereses o, como lo mencionó el propio ministro Guzmán, un cupón ligado al PBI o a la recaudación.
Cabe recordar que el viernes el Gobierno presentó la oferta con una serie de nuevos títulos que vencen entre 2030 y 2047 con rendimientos que van del 0,75% al 4,5% y que están denominados en dólares y euros.
Los intereses empezarán a pagarse en 2022 en algunos de los nuevos títulos.
Los bonos que se canjearán serán los surgidos de las renegociaciones del 2005, 2010 y 2016, según la propuesta que presentó el Ministerio de Economía.
El bono nuevo más corto vence en 2030 y comienza a pagar intereses en 2025 por 0,5% pasa a 1,75% el año del vencimiento, en el caso del que está en dólares. En euros la tasa va del 0,5 al 0,75 por ciento.
El que le sigue es un bono que vence en 2036 y empieza a pagar 0,5% en 2023 y termina pagando intereses por 3,87% en 2036.
En el bono que vence en 2039 en dólares los intereses comienzan a pagarse en 2022 con un 0,6% y a partir de 2027 es del 4,5 por ciento. En euros va del 0,6 al 3,25 por ciento.
En el que termina en 2043 en dólares empieza a devengar intereses en 2022 del 0,6%; 3% en 2023; 3,6% en 2025; y el 4,8% anual desde 2029. En euros la tasa va del 0,6% al 3,87 por ciento.
Finalmente, el que vence en 2047 en dólares devenga el 0,5% desde 2022; 1% en 2023; 2,75% en 2025; y 3,5% desde 2027. En euros, la tasa va del 0,5 al 3,5 por ciento.
Tras el aval de las comisiones regulatorias en el exterior, comenzará el verdadero juego para saber si prevalece la racionalidad o las posturas extremas.
Martín Kanenguiser