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Todo se acomoda: Di Giorgi arriba, CFK liberada y Florencia que ya se fotografía y en poco tiempo, curada y libre, volverá como Evita

Si algo tiene el kirchnerismo es ser “institucionalmente” mendaz.
Es un reducto de personas con pocos o ningún escrúpulo, generalmente integrado por aves rapaces de los dineros públicos, quienes llegan al poder con fines exclusivamente personales y partidarios, exacerban las prácticas populistas, hacen exactamente lo contrario a lo que dicen y sobre la base de un relato falso construyen una identidad de pseudoizquierda pero adoran el capitalismo de amigos, aumentan el enriquecimiento propio y sectario que muestran sin pudor mientras simulan luchar por los pobres a los cuales multiplican cada vez más para tener en sus manos la herramienta de dominación del voto de las clases más desprotegidas o asegurarse que con esos movimientos sociales dominados no les permitirá gobernar a otros que no sean ellos.

Lejos de ser una definición, lo anterior es una descripción del kirchnerismo; por ende, todo aquel que adhiere a sus formas, también lo hace a “sus principios” y aplicando las leyes transitivas del universo, nos hay kirchnerista que no sea empático y por ende, igual a sus semejantes.

Sin embargo, con mucha desesperanza, los ciudadanos nos encontramos que en el amplio espectro político del país y nuestra provincia, no son sólo los kirchneristas los cultores de la mentira, el abuso y el oportunismo. Muchos Radicales, peronistas y partidos más pequeños, sustentan perfiles similares, sin (claro) llegar a tener el perfeccionamiento y la caradurez del kirchnerismo para sostener mentiras, embaucar a las masas, cooptar voluntades y crear una especie de “fanatismo bobo” como el que vemos reflejado en actrices y actores (entre otros) o periodistas, gremialistas y punteros sociales, quienes claro, no lo hacen gratis.

Es el mismo kirchnerismo que volvió para terminar el trabajo inconcluso después de 12 años consecutivos en el poder, solo que agazapado tras el empoderamiento de dos K reciclados como Sergio Massa y Alberto Fernández, tras los cuales se mimetizó el régimen para encubrirse de la vergüenza que lo postró en el 2015 cuando la mayor parte del gabinete de la década ganada fueron presos por chorros junto a la jefa de la banda.

El año pasado cuando todo apuntaba a que el kirchnerismo se aglutinaba para volver, no dudamos en calificar esta acción como un acto premeditado de preparación para “enderezar” el barco escorado por las denuncias de corrupción y algunos jueces como Claudio Bonadío que habían comenzado a trabajar para hacer justicia.

Y en ese tiempo Florencia se enfermó y solo encontró la cura en Cuba, un terreno amigo y fértil para su “recuperación”, la cual nunca creímos; Cristina Fernández se llenó de causas, su equipo de gobierno fue preso, su vicepresidente condenado por chorro, su superministro preso por robarse medio país y la lugarteniente indígena del norte encarcelada por extorsionadora, ladrona y varios delitos graves más como crímenes cometidos desde el poder conferido.

Pero ahora vienen los buenos tiempos para el kirchnerismo y tras la bendecida muerte de Bonadío por Cristina y Dalbón, como por arte de magia cayó el Juez Di Giorgi en el juzgado federal de la discordia, llamativamente las prisiones preventivas de CFK se evaporaron y hoy nos enviaron la foto de Florencia, “prácticamente recuperada” casi con el pasaje bajo el brazo para volver como Evita, quizás pidiendo que le restituyan los 5 millones de dólares que ni ella puede explicar como estaban en una caja fuerte del banco.

Volvió el kirchnerismo y con él un modelo que ya conocemos. Parafraseando al inefable Grondona digamos que en la argentina actual no solo “Todo pasa”, sino más bien “Todo se acomoda” y la culpa de que todo pase y se acomode no es más que de la propia clase política y de la sociedad que los sostiene con su voto, sin buscar una salida hacia adelante, en vez de retroceder permanentemente para repetir la historia. 

Rubén Lasagno