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Stand up de Guzmán, el imposible de Cristina y súper miércoles para todos

El ministro de Economía tiene que ir al Congreso por la deuda. Mientras, la vice hace pedidos incumplibles desde Cuba.

Raro stand up de Guzmán para seducir al FMI
Nadie dijo que sería un verano manso. Oficialismo y oposición avanzan, en medio de una crisis de certidumbre, construyendo su mejor perfil. Las jefaturas están sometidas al camino penitencial de las pruebas de liderazgo. Le corre a Alberto Fernández el rol más tirante, con una semana que comienza con eventos cuyo simbolismo necesita sostener ante los acreedores, aunque la oposición de Cambiemos se juega también el cuerpo, en el armado de sus ejércitos.
Alberto reúne el miércoles al Congreso, con la rara formalidad de una sesión informativa, como la que suelen hacer los jefes de Gabinete, para que Martín Guzmán exponga ante los diputados e invitados especiales -cámaras empresarias y otros referentes de los factores de poder-, y lo vean cómo está en control de la salida del default.
No es usual un informe este tipo ante el plenario. Durará dos horas, habrá preguntas de los bloques y un final con cierres, como si fuera un debate en serio. No es una interpelación al ministro, que son raras en el Congreso argentino. La más recordada fue la de Antonio Tróccoli para dar razones de las investigaciones del caso Sivak, en los años 80. Después, el comparendo de 11 horas (sin interrumpir ni para ir al baño, una proeza digna de pañalera) de Domingo Cavallo para denunciar a Alfredo Yabrán.
Esta vez obedece a un pedido de la oposición, que el Gobierno aprovecha para un stand up -casi un corte de ruta- para impresionar a la misión del FMI que llega ese día. Tiene que ser estridente y verosímil, porque los enviados de Kristalina Georgieva han leído que Cristina tiró un tomatazo al parabrisas de Guzmán cuando pidió, junto al presidente de Cuba, que el FMI hiciera una quita de capital. Eso es un imposible según las reglas de este organismo, y de todos los multilaterales. Te podrán hacer un acuerdo de facilidades extendidas, un stand by, un waiver -todo el menú de recetas con el que nos criamos de chicos- pero nunca una quita del capital.
Cristina desconfía y se blinda por las suyas
Esta disidencia no es inocente, porque revela la hondura de las diferencias entre las tribus del Gobierno. Alberto es el dueño de la administración, más de lo que se le reconoce, pero no tiene el control de Cristina, que juega por libre. Se entiende que ella huya de los acuerdos con los otros caciques del partido, que son una banda de traidores certificados -son quienes hicieron el tinglado legal para que hubiera, en el léxico de ella, "presos políticos", leyes de arrepentidos o proyectos de extinción de dominio-. Eso no lo olvida.
Por eso arma un equipo de control de daños en la IGJ, el Consejo de la Magistratura y la AFIP, captura las comisiones-tranquera del Senado y las grandes cajas (ANSeS, YPF, INCAA).
Un escudo labrado con el detalle del homérico Hefesto (Ilíada) que busca protegerla. Pocas veces visto este ánimo regalista de emplear recursos públicos para proteger el interés personal. Y que del interés público se encargue Alberto, y que pague él los costos.
La confrontación entre funcionarios sobre los presos políticos adelanta un formato legal, que el tiempo probará si es una hipótesis o un plan urdido con cuidado y tino –algo extraño en el peronismo-, para aislarla a ella de las causas que la comprometen. Esto se llama cambio de carátula, para que le saquen la figura de asociación ilícita. Con eso se caen varios procesamientos, y las figuras más graves. Pero sólo para ella. No para el resto.
De ahí las broncas de los detenidos, que ven que ella busca un blindaje que no los alcanza a ellos. Estas constancias las certificará el futuro. La oposición de Juntos por el Cambio se reúne la semana que viene, alrededor del martes 18, para armar una agenda legislativa que incluya reflotar proyectos como el de extinción de dominio, que no llegó a ser ley (hoy es un DNU de Macri, que desactiva el recurso). Los jefes opositores quieren echarles sal a las heridas internas del peronismo reflotando estos debates.
Los “enamorados del default”
La cita del super miércoles en Diputados la charlaron Alberto y Guzmán el viernes, en la Casa Rosada, apenas llegaron del viaje de los sueños. Trajeron el apoyo a la renegociación desde los jefes europeos hasta el Papa, pasando por bedeles y personal de mantenimiento. Pero Cristina les echa lavandina a estos éxitos y alimenta las diferencias del Ejecutivo nacional con Axel Kicillof. Las niegan desde la cúpula, pero hacen todo para que el público se las crea.
El gobernador se identifica con otro proyecto del peronismo, que Miguel Pichetto llama el "enamoramiento del default". Es el sueño del pibe: un país en default, con superávit comercial de cuenta corriente externa, con el doble de las reservas de 2015, un dólar competitivo y un programa a futuro de baja del déficit. Si no pagás, todo es para vos, y hacés mercado internismo sin pagar la deuda. Una panacea, hasta que llegue otro y pague lo que dejaste.
Antes de 2015, Axel y Cristina estuvieron a un pelo de cerrar el acuerdo con los bonistas de diversa vocación carroñera. Pero el formato de aparecer pagando era más caro que pagar. Y eligieron no pagar. Pagó el que vino. En esa reunión en la Rosada, los dos viajeros y Santiago Cafiero instruyeron a Sergio Massa a que cambie el menú de la visita del miércoles, y que se parezca a una asamblea legislativa en el recinto. Los detalles se discutirán este lunes en la oficina de Massa con los jefes de todos los bloques. Después Guzmán se embutió en las planillas para definir las características de la oferta del bono Alberto, para revolear deudas y evitar una emisión que podría alimentar corridas hacia el dólar.
La demora en cubrir cargos revaloriza a los más veteranos
El miércoles es también una "súper" fecha para la oposición. Ese día está convocado un plenario del colegio de la Auditoría General de la Nación, que ordenará cambios en gerencias y direcciones que están ocupadas por el oficialismo que cesó el 10 de diciembre. Se cumplen los dos meses de la asunción del nuevo gobierno y la oposición no ha designado al presidente que corresponde. El organismo está a cargo de Javier Fernández, activísimo auditor del peronismo, que tiene cuatro bancas contra dos del radicalismo. Fernández ocupa el cargo porque es el más viejo de todos, después de la salida del legendario Oscar Lamberto. De paso, la lentitud institucional para resolver cargos, después del cambio de gobierno, pone a otro organismo en manos de los más veteranos.
El miércoles se discutió en el Consejo de la Magistratura quién era el más viejo, porque había que resolver la renuncia de Mario Pais y había cesado la designación de Ricardo Recondo, por final de mandato.
- Seguí vos, que igual sos el más viejo, le dijeron.
- ¿No hay nadie más viejo que yo?, preguntó. ¿Cuántos años tiene Graciela Camaño?, amagó.
- La diputada no suele cumplir años, le respondieron.
Firmó él, y con eso pudieron jurar el viernes los nuevos consejeros, Mariano Recondo –fue al acto en la Corte con su padre Héctor, primer caso de que padre e hijo estuvieron en ese cargo – y María Inés Pilatti Vergara.
AGN: fuego en la sala de máquinas
Fernández se mueve con rapidez en el interregno, con el beneficio de que el peronismo no tiene conducción unificada. Esto le da más posibilidades de acción por libre. La nueva oposición tiene que designar a su presidente, y está enredada en dilemas que revelan también cismas de fondo. Macri pidió ese cargo de jefe auditor para Pichetto.
El radicalismo dice tener la mayoría de las bancas en las dos cámaras, y el derecho a designar un hombre propio. Los socios de Cambiemos les responden que esas bancas surgieron de listas compartidas en la coalición, no tienen pureza étnica radical. Los radicales replican que ellos no pueden resignar, siendo mayoría, el cargo de la presidencia.
Y que, en todo caso, pueden darle un cargo de auditor raso a Pichetto, o a quien diga el PRO (algunos agitan aún el nombre de Federico Pinedo). Pero la única vacante que pude producirse es si Jesús Rodríguez o Alejandro Nieva, que ya son auditores, es designado presidente. En ese cargo dejarían la silla actual que seguiría siendo de los radicales. La prisa para impedir los avances del peronismo en la AGN puede precipitar esta semana una salida del enredo.
Una prueba de liderazgo para Cornejo
Si fuera por concurso, la presidencia iría a Jesús Rodríguez, pero estamos hablando de política. La decisión la tiene el presidente de la UCR, Alfredo Cornejo, que tiene en este punto su primera prueba de autoridad política y de liderazgo, por sobre las tribus de su partido. La firma para designar al presidente de la AGN la tiene él, pero tiene que: 1) negociar con las estructuras del partido; 2) sacar la decisión del plano partidario y llevarla a otra instancia, como puede ser la lógica parlamentaria de la oposición.
El partido tiene una división interna entre dos caciques, Gerardo Morales y Enrique Nosiglia. Entre ellos se reparte el poder del partido, y ninguno de los dos piensa en Jesús como primera opción. En el bolillero nosiglista giran nombres como el del ex intendente de Córdoba Ramón Mestre. Y en el de Morales, los de Ricardo Gil Lavedra y Ángel Rozas. Si Cornejo saca el tema del corsé partidario, el nombre de Jesús Rodríguez toma aire, porque cuenta con el apoyo de los jefes de los bloques de Diputados y Senado, Mario Negri y Luis Naidenoff. Si Cornejo elige la primera vía, puede quedar encerrado en la interna partidaria. Si asume el segundo rumbo, afirmará un liderazgo por sobre todos.
Los gestos de autoridad no son extraños en el mendocino. Pero nadie niega el poder de Coti dentro el partido, ni las necesidades básicas de Morales, que demanda apoyos para su gobernación jujeña -Cambiemos ya le cedió una silla en el Consejo de la Magistratura-. Le correspondía a Laura Rodríguez Machado (PRO) pero fue para su comprovinciana Silvia Giacoppo. Macri cedió esa silla para respaldarlo a Gerardo. Espera ahora que le reconozcan el pedido por Pichetto en la AGN.
Cornejo se prueba para ese liderazgo. Estuvo en Mar del Plata y, presidió junto a Ernesto Sanz, una algarada partidaria a la que concurrieron intendentes y punteros de la toda la provincia. Fue el primero que presidió Cornejo desde que fue reelegido en la presidencia de la UCR, y le dio un empujón a Maxi Abad, jefe local de la UCR y diputado provincial, en la pelea por la conducción del partido este año en Buenos Aires. Es para reemplazarlo a Daniel Salvador, ex vice de Vidal, y disputará con Gustavo Posse, el otro postulante. La pirueta de Ricardo Alfonsín saca del juego del todo al sector que podía referenciarse en su figura.
Ricardo, en el camino de Giustozzi y del Bisonte
Igual lo quieren a Ricardo en el radicalismo. Sostienen que es una excelente persona, aunque sin brújula política, que tiene que vérselas con las miserabilidades canallas de la política. Por ejemplo, tener que buscar empleo, cuando dejó la banca de diputado nacional, con un contratito en el Consejo de la Magistratura de la Ciudad, en donde cohabitan las tribus de distrito.
Dijo que Alberto le había pedido que le diese una mano. No sabe bien a quién de los dos (des) califica ese reclamo, si al Presidente y sus necesidades de baja intensidad, o al elegido y sus capacidades para rehacer su biografía cerca de la tercera edad. Lo más parecido es la designación de Giustozzi, que fuera una estrella del massismo, como embajador de Macri en el Ecuador entre 2017 y 2019. O el final de Oscar Alende, que iba a hacer la revolución en los años '80 y terminó siendo diputado en las listas de Duhalde.
A los españoles que escucharon la noticia en Madrid les encantó por el regreso de un Alfonsín, un emblema de otra era.
Su padre gobernó en los años '80 respaldado por el gobierno de aquel país y el rey viejo. Estuvo alojado cinco veces en la residencia de El Pardo, que había sido la de Francisco Franco pero que Juan Carlos I convirtió en alojamiento de visitantes. Una visita por año. El anuncio de Alberto pareció improvisado, porque fue una respuesta al rey Felipe VI en una rueda semipública de presentación de delegaciones.
- ¿Y el embajador quién va a ser?, le preguntó.
- Lo iba a anunciar el sábado, pero se lo diré ahora, va a ser Ricardo Alfonsín.
Y derramó un curriculum sumario del elegido. Los radicales están que trinan porque no les avisó y los descolocó todos.
Pasión de multitudes
En ese viaje español hubo otras improvisaciones, como la que permitió el debut de Eduardo Valdés como presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores in péctore de la cámara de Diputados. Activísimo en ese tramo del viaje -que para él no incluyó El Vaticano, con cuya embajada se ha quedado su contradictora María Fernanda Silva- participó de la organización de la caravana de autos que lo llevaba a Alberto. Cuando el Presidente salía de la residencia de la embajada en Madrid, Valdés advirtió una jugosa photo opportunity en la presencia de una barra de peronistas que jaleaban su figura. Lo llamó a Alberto y lo instruyó:
- Vos salí, y parás el auto. Va a ser un golazo.
El Presidente, domesticado, asumió con naturalidad ese encuentro con su pueblo. Pero es incontrolable la pasión de multitudes. El entusiasmo de las barras se enfrió cuando anunció la candidatura de Ricardito. Muchos de ellos animan focos de resistencia en las Casas Argentinas que creó el peronismo en toda España antes de 2015, y esperaban que uno de ellos asumiese la embajada que fue de Ramón Puerta. Empiezan a entender que para ese puesto hay que haber sido presidente, como Ramón, o tener apellido de presidente, como Ricardo.
Ignacio Zuleta