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Las petroleras piden volver al barril criollo para blindarse del coronavirus

El derrumbe del precio del crudo como consecuencia del coronavirus tiene en vilo a las petroleras argentinas, que ahora piden volver al barril criollo para blindar a Vaca Muerta de las turbulencias internacionales.
Tras sufrir una caída del 25% desde los máximos del año, el barril de Brent cotiza en los 52 dólares, su nivel más bajo desde diciembre de 2018 y por debajo del caso base de todas las grandes firmas petroleras que ven con preocuopación que el valor del crudo pueda perforar los 50 dólares.
Es por eso, que las compañías locales, quieren que el gobierno fije un piso más allá del cuál el barril no podrá descender, tal como ocurrió en el último mandato de Cristina Kirchner.
En aquella oportunidad, los valores internacionales se habían desplomado un 50% a raíz de la revolución del shale en los Estados Unidos, lo que provocó una sobreoferta en el mercado. En consecuencia, se decidió mantener un “precio sostén” de 50 dólares para evitar que el incipiente proyecto Vaca Muerta se torne inviable.
Si bien los costos de producción en la actualidad son significativamente más bajos que los de aquel entonces gracias a la curva de aprendizaje de las petroleras, el cobro de retenciones reduce todavía más el margen de ganancia y empieza a encender alarmas.
“Debajo de 50 dólares los proyectos se frenan. Es urgente poner un precio límite para garantizar que el barril interno no esté al menos debajo de 50. Sería mucho más importante que la ley de Vaca Muerta. Precio y acceso a divisas son las dos prioridades del sector”, afirmaron a LPO desde una importante jugadora.
En lo que va del año, la cotización del Brent bajó un 28% desde los 70 dólares que supo marcar a inicios de enero. En un primer momento, el gobierno celebró el descenso ya que le quitaba presión al congelamiento al eliminar la brecha respecto a los valores internacionales.
El problema es que de mantenerse este sendero causado por la menor demanda China, principal importador de petróleo del mundo, muchas inversiones empezarían a correr riesgo y rápidamente se vería un impacto en la producción.
Como agravante, los pozos no convencionales tienen la particularidad de alcanzar su pico a corto plazo y en menos de dos años comienza un declive en su curva de producción que resulta mucho más pronunciada que en el resto de los yacimientos.
Esto obliga a una inversión constante para que los nuevos pozos ocupen rápidamente el agujero que dejan aquellos “maduros”. Este panorama ya se mostraba sumamente desafiante para la Argentina incluso antes del brote del coronavirus.
Según datos de la firma Baker Hughes, la cantidad de equipos de perforación en el país cayó un 25% desde agosto del 2019, cuando Macri decretó el congelamiento del barril.