El 16 de abril del año pasado desde este mismo espacio alerté sobre el regreso victorioso del bitcoin y enumeré las razones por las cuales creía que estábamos nuevamente ante el comienzo de una fase alcista en el precio del más famoso de los criptoactivos.
Por entonces cotizaba a 5000 dólares. Mientras escribo esta columna su precio se encuentra por encima de los 10.000, lo que habla de una apreciación del 100% en apenas 10 meses.
No era la primera vez que escribía sobre el tema: con orgullo puedo decir que fui uno de los primeros economistas del país en considerar al bitcoin un refugio ante la inflación que azota nuestro país. Lo hice allá por abril de 2013, cuando cada bitcoin se conseguía por 108 dólares, que a su vez equivalían a unos 550 pesos.
Dejo que el lector realice el cálculo de rentabilidad desde ese momento hasta la actualidad, cuando para comprar un bitcoin se necesitan alrededor de 870.000 pesos.
Visto el aumento de valor de la criptomoneda estrella, ¿se puede afirmar que estamos ante una nueva burbuja como la que explotó el 17 de diciembre de 2017, cuando su cotización saltó de 2.000 dólares a 20.000, para luego bajar bruscamente?
Hoy intentaré demostrar que, digan lo que digan sus detractores, esta vez la situación es muy distinta y puede representar, aún después de la fuerte suba de los últimos 10 meses, una excelente oportunidad para aquellos inversores que no tienen problema en asumir riesgos y que saben tomar precauciones cuando juegan fuerte con una parte de su capital.
2017 versus el presente: ¿Qué cambió?
En estos últimos 3 años se han producido transformaciones significativas en lo que respecta al bitcoin tanto a nivel endógeno como exógeno.
Factores endógenos:
1) Nuevas tecnologías para transferencias electrónicas: una de las ventajas consiste en las transferencias internacionales de bitcoins (BTC). Se realizan entre particulares sin la intervención de ningún gobierno u organismo, a una alta velocidad (media hora, aproximadamente) y a un costo insignificante. Esta ventaja se había esfumado durante el vertiginoso 2017: fue tal la demanda de BTC que la red se congestionó y se llegaron a pagar 40 dólares o más por transferencia, que para colmo podrían demorar días en llegar. Para solucionar este problema de escalabilidad los ingenieros y las empresas que se movían en el ecosistema del bitcoin introdujeron dos nuevas tecnologías: Lithning Networks y SegWit, que produjeron un derrumbe de los costos de las transferencias, como lo muestra este gráfico histórico.
2) Mejora en la seguridad: otras innovaciones importantes tuvieron como protagonistas a los exchanges (las entidades financieras que ofrecen el servicio de compraventa de bitcoins y otras criptomonedas). De hecho, durante los últimos años fueron prácticamente nulos los hackeos a estas firmas. Algunas incluso instrumentaron un sistema de garantías que protegen los fondos que sus clientes depositan.
3) Reducción programada en la oferta: dentro de pocos meses, a fines de mayo, se producirá un evento muy esperado en la criptocomunidad: el halving, que refiere a la reducción a la mitad del volumen de emisión diario de bitcoins. Esta reducción (que se da cada 4 años, de acuerdo con la programación de origen del código) producirá una ralentización en el aumento de la oferta, lo cual, suponiendo una demanda constante, debería incrementar el valor del bitcoin como ocurrió en 2012 y 2016 (durante los últimos dos halvings). Recordemos que la emisión total de bitcoin está limitada por su programación en 21 millones de unidades y ya se emitió más del 86% del total. En números redondos, hay en circulación unos 18.300.000 BTC y quedan por emitir 2.700.000.
|