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Gastos inteligentes: la contraofensiva al consumismo

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.
Las finanzas personales son una estructura con cuatro pilares que deben mantenerse firmes para que la estantería no se venga abajo.
Si nos ocupamos solo de incrementar nuestros ingresos, pero malgastamos el dinero, ese incremento solo generará problemas más importantes.
Si nos ocupamos de ahorrar, pero no sabemos cómo invertir ese excedente para evitar que pierda poder adquisitivo a causa de la inflación, carecerá de sentido el esfuerzo de postergar consumos deseados en el presente a cambio de una vida más cómoda a futuro.
Si seguimos lo que llamo “el ciclo natural de las finanzas personales” comprenderemos que los cuatro pilares están interrelacionados y que su cuidado será beneficioso para nuestro bolsillo. Consiste en el siguiente esquema: una parte del ingreso se gasta de manera inteligente, de modo tal que surge un excedente que antes no existía y que denominamos ahorro. Ese ahorro se invierte y la inversión genera un nuevo ingreso que se sumará al ciclo del gasto inteligente y la inversión, permitiéndonos aumentar ambos para nuestro bienestar material y emocional. El proceso se repetirá en forma constante en nuestra línea de tiempo y nos mantendrá en el círculo virtuoso de las finanzas personales.
Ahora bien, para ingresar en esta dinámica necesitamos primero atacar la cuestión de los gastos improductivos, a fin de volverlos gastos inteligentes. Para ello, en la columna de hoy abordaremos la cuestión de manera muy simple, proponiendo las 5 preguntas que debés hacerte frente a cada gasto potencial. Así podrás abandonar el derroche y adoptar el gasto inteligente.
Preguntas previas al momento de gastar
1) ¿Qué tipo de gasto es?
En promedio, una persona debe dividir su dinero durante el año en más de 60 tipos de gastos, cada uno de un monto distinto y con dinámicas de pago también diferentes. Dentro de las clasificaciones posibles encontramos vivienda, transporte, salud, entretenimiento y diversión, ropa, educación, comunicaciones e impuestos, por citar algunas. Es por ello que se vuelve imperioso llevar un registro detallado de nuestras erogaciones y saber a ciencia cierta qué tipo de gasto estamos efectuando y cuál es el presupuesto mensual o anual disponible para ese ítem en particular. En esta columna, encontrarás una primera distinción entre gastos positivos y negativos que te ayudará a detectar las diferencias.
2) ¿Tiene un impacto importante en tus finanzas personales actuales?
No solo los gastos grandes en volumen tienen un impacto fuerte y nocivo en nuestras finanzas personales. Los gastos invisibles o gastos hormiga (aquellos pequeños y de todos los días que realizamos casi sin darnos cuenta) pueden llevarse más del 20% de nuestro presupuesto mensual sin que nos demos cuenta.
Con respecto a los otros gastos importantes, su impacto dentro de nuestra estructura financiera debe medirse en términos porcentuales con respecto a los ingresos mensuales totales. Cuando el mismo exceda el 10%, puede ser inteligente aplicar un “período de gracia”, es decir, esperar unos días, analizar en frío la posible compra del bien o servicio y tomar la decisión luego de masticar bien el tema. Aunque no lo creas, muchas veces esta medida basta para desestimar gastos compulsivos e improductivos.
3) ¿El gasto altera tus flujos futuros de fondos?
Más del 50% de los argentinos tienen algún tipo de deuda. A nivel global, el número no impresiona. Hay países con porcentajes mucho más altos de endeudamiento ciudadano. El problema pasa por las tasas que deben pagar los argentinos en un país donde el crédito de largo plazo es una rareza y casi todo se limita al consumo inmediato, que terminamos financiándolo con nuestros futuros ingresos, afectando justamente los flujos de fondos y nuestro porvenir. Por ende, debemos evitar los gastos financiados (por ejemplo, con tarjeta de crédito) y los gastos derivados (la adquisición de cualquier bien que demande manutención y genere nuevos gastos). Un gasto inteligente es aquel que evalúa seriamente su impacto en nuestras finanzas personales presentes y en los flujos futuros de fondos.

4) ¿Ahorraste dinero por ocuparte del tema?
La mayoría de los gastos recompensan a quienes se ocupan de ellos. Más aún en una economía tan distorsionada e informal como la nuestra. Ocuparse quiere decir invertir tiempo en conseguir distintos presupuestos, analizar si es posible aplicar el modelo “hágalo usted mismo” usando la tecnología de puente para ahorrar gastos (en esta nota te cuento cómo hacerlo a la hora de planificar las vacaciones). El ahorro por ocuparse de los gastos puede llegar al 30% de nuestro presupuesto total. Claramente, no se trata de un dato menor, especialmente cuando esta práctica se convierte en hábito y la aplicamos en casi todas nuestras erogaciones.
5) ¿Lo volverías a hacer?
Este ítem es el único que debe realizarse una vez consumado el gasto. Lo mejor es planteárselo un tiempo después, cuando estamos en condiciones de determinar si la adquisición realmente valió la pena en las condiciones en que se dio. Este ejercicio resulta muy útil para mantener el espíritu autocrítico y reinterpretar experiencias para reconocer si fueron satisfactorias o si conviene no repetirlas con otros bienes y servicios que nos tientan. Así, estaremos capitalizando nuestros errores para aprender a ser mejores consumidores.
Conclusión
Imagino una potencial queja del lector hacia esta columna: Es muy engorroso realizar esta tarea con los gastos que tengo que afrontar todos los días. Prefiero seguir manejándome de manera intuitiva. No hago ninguna objeción a ese planteo siempre y cuando quien lo manifieste esté conforme con sus finanzas personales, sepa generar ahorro todos los meses e invertirlo para obtener nuevos ingresos pasivos.
Pero si la situación económica personal nos preocupa realmente, deberemos comenzar a actuar distinto para generar resultados más satisfactorios que cierren la brecha entre lo que deseamos y lo que obtenemos.
A los que se cansan de solo pensarlo, les tengo una buena noticia: luego de uno o dos meses de mantener esta conducta, nuestro cerebro se programará para incorporarla a nuestros hábitos financieros saludables y la ejecución de los 5 pasos descriptos no significará ningún esfuerzo. La llevaremos a cabo de manera automática y casi sin darnos cuenta.
Estamos entrando en 2020. En la última década, las empresas lograron desarrollar sus herramientas de venta apelando a las nuevas tecnologías, que muchas veces resultan invasivas, pero que a la vez demuestran ser muy efectivas. No hay palabra que digamos que no aparezca en forma de aviso publicitario en el navegador de nuestro celular o nuestra notebook. Prueben hablar de un destino turístico o un modelo de auto frente al teléfono y luego naveguen por Internet.
Su objetivo es imponernos un deseo vistiéndolo de necesidad. Esta columna implica una contraofensiva a ese consumismo vacío y nocivo para nuestra economía doméstica. Ojalá puedas aprovecharla.
Nicolás Litvinoff
Director de Estudinero.net