El tiempo y el dinero están intrínsecamente relacionados. “Recuerda que el tiempo es dinero”, decía Benjamin Franklin, un político, científico, inventor, escritor y empresario, considerado uno de los padres fundadores de Estados Unidos, en su obra “Consejos a un joven comerciante” allá por 1748. Desde entonces aquella frase se repitió infinidad de veces con distintas connotaciones.
Hace unos años y desde este mismo espacio, intenté demostrar que, si el tiempo es dinero, entonces el dinero es tiempo, puesto que estamos hablando de una identidad matemática.
Hoy daremos un paso más y analizaremos la relación entre tiempo y dinero desde aspectos específicos de cada uno, como los plazos y las inversiones. Nos adentraremos en el valor temporal del dinero y lo utilizaremos para comprender dos tipos de plazo en el mundo de las inversiones: el corto y el largo.
¡No perdamos más tiempo/dinero! ¡Comencemos!
Valor temporal del dinero
Existe un axioma muy conocido en finanzas que sostiene que un dólar hoy vale más que un dólar mañana. Si hablamos en pesos, esto resulta evidente por la altísima inflación con la que convivimos, pero así y todo mucha gente no parece tomar conciencia de ello y decide pagar en cuotas un bien o servicio sabiendo que luego realizará el pago mínimo de la tarjeta, por lo que se endeudará a tasas siderales.
Si estamos hablando de deuda, el dinero que me den hoy (o que me financien si es que estoy adquiriendo un bien o servicio en cuotas) valdrá más mañana. ¿Cuánto más? Si estamos en un país desarrollado, un poco más, si estamos en Argentina, muchísimo más. La cuantía de este aumento lo determinará la tasa de interés, que sería algo así como el regente del valor temporal del dinero.
Si estamos hablando de inversiones, el dinero que invierta hoy debería valer más mañana, porque me retribuyen el hecho de posponer un posible consumo para prestarle el capital a otro. Así, mi inversión (activo) pasará a ser la deuda (pasivo) de otro.
Entonces, en finanzas se puede decir que ocurre algo esotérico: si tengo 10.000 pesos hoy y al mismo tiempo 10.000 pesos para cobrar dentro de dos meses, esos diez billetes de 1.000 pesos son iguales a la vista, pero valen distinto. Los 10.000 pesos de hoy valen más porque están situados en el inicio de una línea de tiempo imaginaria que nos lleva a los 10.000 pesos a cobrar en dos meses. Los de hoy no tienen riesgo: puedo tomarlos y gastarlos en lo que quiera. Los del futuro próximo tienen riesgo: puede pasar que no me los paguen, puede ser que haya disminuido su poder adquisitivo por la inflación, puede ocurrir que cuando los reciba ya no consiga un bien puntual que se vende en la actualidad, etc.
El valor temporal del dinero y el riesgo son dos caras de la misma moneda.
El corto plazo
Una pregunta que estoy acostumbrado a escuchar refiere a cuánto tiempo es el corto plazo. A la hora de ensayar respuestas, existen distintas posturas.
Si hablamos de inversiones en moneda dura en un país desarrollado, diría que menos de 2 años es corto plazo. En Argentina, claro está, las cosas cambian como consecuencia de las crisis recurrentes y la inflación galopante.
Afirmamos recién que la mayor o menor distancia respecto del presente modifica el valor del dinero. Si definimos el corto plazo como un segmento temporal cercano al presente, la retribución (la tasa de interés que obtenemos por invertir nuestro dinero) debería ser baja, a menos que corramos un riesgo alto de perder el dinero en forma parcial o total.
Quienes invierten en el corto plazo cautivados por la promesa de una alta rentabilidad buscando ganar dinero fácil y rápido deben saber que en realidad están corriendo un riesgo muy alto. Esto aplica tanto para la inversión en bonos cortos que pagan cupones muy altos comparado con el resto del mercado como para las operaciones intradiarias de acciones, monedas (forex) y otros instrumentos financieros.
¿Estoy diciendo entonces que las ganancias importantes en el corto plazo no existen? Para nada, aunque sí sostengo enfáticamente que para obtenerlas es indispensable asumir un riesgo para el cual el inversor común o medianamente inexperto no suele estar preparado.
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