Señora
Vicepresidenta, Diputadas, Diputados y Senadores
Querido
Pueblo Argentino,
El
10 de diciembre de cada año, no es un día cualquiera en nuestra
memoria colectiva.
Hoy
celebramos el momento en que la Argentina toda sepultó la mas cruel
de las dictaduras que hemos debido soportar. Ese día, hace treinta y
seis años, Raúl Alfonsín asumía la Presidencia, nos abría una
puerta hacia el respeto a la pluralidad de ideas y nos devolvía la
institucionalidad que habíamos perdido.
Desde
entonces, nuestro país atravesó distintos momentos. Algunos más
plácidos y felices y otros más tristes y tumultuosos. Pero en
cualquier caso siempre perseveramos en la institucionalidad y toda
crisis que se nos presentó supimos sobrellevarla preservando el
funcionamiento de la república.
Los
argentinos hemos aprendido así, que las debilidades y las
insuficiencias de la democracia solo se resuelven con más
democracia. Por eso hoy quiero iniciar estas palabras reivindicando
mi compromiso democrático que garantice entre todos los argentinos,
más allá de sus ideologías, la convivencia en el respeto a los
disensos.
Deseo
dirigirme muy personalmente a cada una y a cada uno de esos
argentinos que habitan esta Patria.
Lo
hago ante los representantes de esta Asamblea Legislativa, las
autoridades de toda la comunidad internacional que hoy nos visitan y
las diversas expresiones de nuestra vida en sociedad.
No
quiero emplear frases gastadas ni artificiales.
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Quisiera
que mis palabras expresen, del modo más fiel posible, el eco de
millones de voces que aun siguen resonando en toda nuestra
Argentina.
Desde
la humildad de esa escucha, y desde la esperanza que millones de
compatriotas han expresado en las urnas el pasado 27 de octubre,
vengo a convocar a la unidad de toda la Argentina en pos de la
construcción de un Nuevo Contrato de Ciudadanía Social.
Un
contrato social que sea Fraterno y Solidario. Fraterno, porque ha
llegado la hora de abrazar al diferente.
Solidario,
porque en esta emergencia social, es tiempo de comenzar por los
últimos, para después poder llegar a todos.
Este
es el espíritu del tiempo que hoy inauguramos.
Con
sobriedad en la palabra y expresividad en los hechos.
Los
vengo a convocar, sin distinciones, a poner a la Argentina de pie.
Para que comience a caminar. Paso tras paso. Con dignidad. Rumbo al
desarrollo con justicia social.
Hoy
más que nunca, es necesario poner a la Argentina de pie como
condición necesaria para que vuelva a caminar. Ello supone, antes
que nada, recuperar un conjunto de equilibrios sociales, económicos
y productivos que hoy no tenemos.
Es
hora de abandonar el aturdimiento.
Ser
conscientes de que las profundas heridas que hoy padecemos necesitan,
para comenzar a curarse, de tiempo, sosiego, y, sobre todo, de
humanidad.
Quiero
convocar a esta Argentina Unida a desplegar una nueva mirada de
humanidad, que reconstruya los vínculos esenciales entre cada uno de
nosotros.
2
Por
eso mismo, tengo la necesidad de compartir con Ustedes la convicción
que siento en este momento, acerca de los grandes muros que tenemos
que superar para poner a la Argentina de pie.
Tenemos
que superar el muro del rencor y del odio entre argentinos.
Tenemos
que superar el muro del hambre que deja a millones de hombres y
mujeres afuera de la mesa que nos es común.
Y,
finalmente, tenemos que superar el muro del despilfarro de nuestras
energías productivas.
Estos
muros, y no nuestras ideas distintas, son los que nos dividen en este
tiempo histórico.
Por
eso quisiera que estas palabras no fueran un monólogo, sino la
invitación a una reflexión profunda y sincera acerca de este
momento trascendental.
Superar
los muros emocionales, significa que todas y todos seamos capaces de
convivir en la diferencia y que reconozcamos que nadie sobra en
nuestra Nación, ni en su opinión, ni en sus ideas, ni en sus
manifestaciones.
Tenemos
que suturar demasiadas heridas abiertas en nuestra Patria. Apostar a
la fractura y a la grieta significa apostar a que esas heridas sigan
sangrando. Actuar de ese modo, sería los mismo que empujarnos al
abismo.
Lo
expreso desde el alma, tanto a quienes me votaron como a quienes no
lo hicieron. No cuenten conmigo para seguir transitando el camino del
desencuentro.
Quiero
ser el Presidente capaz de descubrir la mejor faceta de quien piensa
distinto a mí. Y quiero ser el primero en convivir con él sin
horadar en sus falencias.
Quiero
ser capaz de corregir mis errores, en lugar de situarme en el
pedestal de un iluminado.
Yo
vengo a invitarlos a construir esa sociedad democrática.
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El
sueño de una Argentina unida no necesita unanimidad. Ni mucho menos
uniformidad. Para lograr el sueño de una convivencia positiva entre
los argentinos, partimos de que toda verdad es relativa. “Tal vez
de la suma o la confrontación de esas verdades podamos alcanzar una
verdad superadora”, supo decir con acierto Néstor Kirchner.
Al
decir esto no ignoro que los conflictos que enfrentamos expresan
intereses y pujas distributivas.
Pero
también soy consciente de que, si actuamos de buena fe, podemos ser
capaces de identificar prioridades urgentísimas y compartidas para
acordar después mecanismos que superen aquellas contradicciones.
Más
allá de las diferencias, estoy seguro de que todas y todos
coincidimos en que comenzar a superar el muro de las fracturas de la
Argentina implica crear una ética de las prioridades y las
emergencias.
Comenzando
por los últimos, para llegar a todos.
Más
de 15 millones de personas sufren de inseguridad alimentaria en un
país que es uno de los mayores productores de alimentos del mundo.
Necesitamos
que toda la Argentina Unida le ponga un freno a esta catástrofe
social. Uno de cada dos niñas y niños es pobre en nuestro país.
Sin
pan no hay presente ni futuro. Sin pan la vida solo se padece. Sin
pan no hay democracia ni libertad.
Por
eso la primera reunión oficial de nuestro Gobierno consistirá en un
encuentro de trabajo sobre esta prioridad, el Plan Integral Argentina
Contra el Hambre. Allí todo nuestro gabinete y las personalidades de
la sociedad civil que generosamente se han sumado a nuestro llamado,
comenzaremos la acción que ponga fin a este presente penoso.
Pero
no sería sincero ante Ustedes si no compartiera otra convicción:
los marginados y excluidos de nuestra Patria, los afectados por la
cultura del
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descarte,
no sólo necesitan que le demos con premura un pedazo de pan al pie
de nuestra mesa. Necesitan ser parte y ser comensales en la misma
mesa. De la mesa grande de una Nación que tiene que ser nuestra
“casa común”.
Esto
nos exige reorientar prioridades en nuestra economía y en nuestra
estructura productiva.
La
solidaridad en la emergencia tiene muchas caras.
Las
economías familiares se encuentran asfixiadas por los altos niveles
de endeudamiento, a tasas usurarias y en algunos casos con esquemas
de devoluciones diarias.
Hoy
nuestros compatriotas tomaron créditos para comprar alimentos y
remedios o para pagar las facturas de los servicios públicos. Las
abuelas y abuelos se endeudaron para comprar medicamentos y empezaron
a comer menos y peor.
La
situación de las PyMEs tiene también proporciones dramáticas,
requiriendo un alivio fiscal y estímulos apropiados.
La
capacidad ociosa de nuestras fábricas, industrias y comercios
también constituye un despilfarro de energías productivas.
Queremos
un Estado presente, constructor de justicia social, que le dé aire a
las economías familiares: por eso vamos a implementar un sistema
masivo de créditos no bancarios que brinde préstamos a tasas
bajas.
La
economía popular y sus movimientos organizados, el cooperativismo y
la agricultura familiar serán también actores centrales de estas
políticas públicas.
La
cultura del trabajo se garantiza creando trabajos formales con todos
los beneficios de la seguridad social. Por eso pondremos en marcha
acciones que faciliten que todos los titulares del salario social
complementario puedan insertarse en el mundo laboral y cobrar por su
trabajo.
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Hoy
el desempleo afecta a casi un 30 por ciento de los jóvenes y, aún
en tasas más altas, a las mujeres jóvenes. Hay más de 1.200.000
jóvenes que no estudian ni trabajan. Debemos garantizar el derecho
al primer empleo, a través de becas solventadas por el Estado para
que jóvenes se capaciten y trabajen en empresas, PyMEs,
organizaciones sociales y de la economía popular y la agricultura
familiar.
La
idea de un Nuevo Contrato de Ciudadanía Social supone unir
voluntades y articular al Estado con las fuerzas políticas, los
sectores productivos, las confederaciones de trabajadores, los
movimientos sociales, que incluyen al feminismo, a la juventud, al
ambientalismo. Vamos a sumar en ello, también al entramado
científico-tecnológico y a los sectores académicos.
Estoy
seguro de que todos vamos a coincidir en que hemos llegado a esta
situación porque se han aplicado muy malas políticas económicas.
Esa serie de decisiones económicas fueron determinantes para que el
Pueblo Argentino, en su mayoría, las descalificara en las últimas
elecciones.
Desde
la fidelidad a ese mandato popular, vamos a impulsar un conjunto de
medidas económicas y sociales de distinta naturaleza, que comiencen
a revertir el rumbo estructural de atraso social y productivo.
En
los próximos días estaremos convocando a los trabajadores, a los
empresarios y las diversas expresiones sociales, para la puesta en
marcha de un conjunto de Acuerdos Básicos de Solidaridad en la
Emergencia, que constituyan el cimiento sólido a partir del cual se
vuelvan a encender los motores de nuestra economía.
Estaremos
planteando en esta convocatoria una serie de medidas para restablecer
los indispensables equilibrios macro-económicos, sociales y
productivos para que la Argentina se encienda y pueda volver a
caminar.
Sabemos
que estaremos transitando un sendero estrecho, complejo, desafiante,
donde no hay lugar ni para los dogmas mágicos ni para las pujas
sectarias.
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Faltaría
a la verdad y a la responsabilidad, si no compartiera con Ustedes el
exacto escenario en el que hoy asumimos. Tiene cifras y datos
contundentes, emanados de la administración saliente. Y es la
información indispensable para comprender los desafíos que
tendremos que asumir como sociedad.
Si
no hiciera esto, no podría explicar por qué va a llevar algún
tiempo lograr aquello que todos queremos.
La
inflación que tenemos actualmente es la más alta de los último 28
años. Desde 1991 la Argentina no tenía una inflación superior al
50 %.
La
tasa de desocupación es la más alta desde 2006.
El
valor del dólar pasó de $ 9 a $ 63 en solo cuatro años.
La
Argentina no para de achicar su economía. El PBI de 2019 es el más
bajo de la última década.
La
pobreza actual está en los valores más altos desde 2008.
Retrocedimos más de diez años en la lucha por reducir la pobreza.
El
PBI per cápita es el más bajo desde el año 2009.
La
deuda externa en relación al PBI está en su peor momento desde el
año 2004.
La
indigencia actual está en los valores más altos desde 2008.
El
nivel de producción industrial hoy es equivalente al del año 2006:
retrocedimos 13 años.
El
empleo industrial registrado tiene el nivel de 2009.
La
cantidad de empresas es equivalente al nivel registrado en 2007:
retrocedimos 12 años. Se cerraron 20 mil empresas en 4 años. De
ellas, 4.229 eran empresas industriales.
El
PBI industrial cayó un 12,9 %, comparando el primer semestre de 2019
contra el mismo período de 2015.
7
23
de las 24 ramas de la industria bajaron su nivel de actividad en 2018
respecto de 2015.
En
estos 4 años se perdieron en la industria más de 141 mil empleos
registrados del sector privado.
En
términos interanuales, el empleo industrial registrado lleva 42
meses consecutivos de destrucción.
Detrás
de estos terroríficos números, hay seres humanos con expectativas
diezmadas.
Tenemos
que decirlo con todas las letras: la economía y el tejido social hoy
están en estado de extrema fragilidad, como producto de esta
aventura que propició la fuga de capitales, destruyó la industria y
abrumó a las familias argentinas.
En
lugar de generar dinamismo, hemos pasado del estancamiento a una
caída libre.
En
este contexto, he decidido que no le daremos tratamiento
parlamentario al Presupuesto Nacional proyectado por el gobierno
saliente para el ejercicio 2020. Sus números no reflejan ni la
realidad macroeconómica, ni las realidades sociales, ni los
compromisos de deuda que realmente han sido asumidos.
Un
presupuesto adecuado solo puede ser proyectado una vez que la
instancia de negociación de nuestras deudas haya sido completada y,
al mismo tiempo, hayamos podido poner en práctica un conjunto de
medidas económicas, productivas y sociales para compensar el efecto
de la crisis en la economía real.
La
Nación está endeudada, con un manto de inestabilidad que desecha
cualquier posibilidad de desarrollo y que deja al país rehén de los
mercados financieros internacionales.
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Tenemos
que sortear ese escenario. Para poner a Argentina de pie el proyecto
debe ser propio e implementado por nosotros, no dictado por nadie de
afuera con remanidas recetas que siempre han fracasado.
La
Argentina que buscamos construir es una Argentina que crezca e
incluya. Una Argentina en donde haya incentivos para producir y no
para especular.
Una
Argentina con una visión de Proyecto Nacional de Desarrollo, en la
cual la agroindustria, la industria manufacturera, los servicios
basados en conocimiento, las PyMEs, las economías regionales y el
conjunto de actividades productivas, sean capaces de agregar valor a
nuestras materias primas para exportarlas y potenciar un robusto
mercado interno.
Por
eso, los Acuerdos Básicos de Solidaridad en la Emergencia serán el
punto de partida para detener la caída libre de la situación que
recibimos. Saldremos de ese cuadro con el consenso y de manera
paulatina y sostenida.
Resulta
fundamental recuperar la economía. Una macroeconomía ordenada es
una condición necesaria para dejar lugar a la creatividad de las
políticas en pos del desarrollo. No hay progreso sin orden
económico.
Para
reordenar a la economía necesitamos salir de la lógica de más
ajuste, más recesión y más deuda que se ha impuesto en los cuatro
años que hoy acaban. En esa acción de reordenamiento, vamos a
proteger a los sectores más vulnerables.
En
este presente que afrontamos, los únicos privilegiados serán
quienes han quedado atrapados en el pozo de la pobreza y la
marginación.
Necesitamos
aliviar la carga de la deuda para poder cambiar la realidad. Debemos
volver a desarrollar una economía productiva que nos permita
exportar y así generar capacidad de pago.
Quiero
que todos comprendamos que el gobierno que acaba de terminar su
mandato, ha dejado al país en una situación de virtual default. Por
momentos
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siento
estar transitando el mismo laberinto que nos atrapó en 2003 y del
que pudimos salir con el esfuerzo del conjunto social.
Nuestro
plan de Acuerdos Básicos de Solidaridad en la Emergencia, busca
resolver esa situación de desorden, para otorgarle consistencia
económica y social a nuestra recuperación.
La
consistencia integral de lo que proponemos en materia de todas las
variables del plan -precios, salarios, tarifas, tipo de cambio,
aspectos monetarios, fiscales y sociales-, serán explicitadas en los
próximos días, convocando a todos los sectores involucrados.
Apelo
a la responsabilidad y el patriotismo de todas y todos.
Recibimos
un país frágil, postrado y lastimado.
Es
la hora de la vocación compartida que busca un país que le ofrezca
un destino mejor a todas y a todos.
El
plan macroeconómico que perseguimos es una pieza central pero no
aislada de un Proyecto Nacional de Desarrollo que comprende múltiples
áreas interrelacionadas. Vamos a trabajar de manera simultánea en
nuevos ejes para transformar nuestra estructura productiva, con
políticas activas que den cuenta del cambio tecnológico vertiginoso
que enfrentamos, de la inter- relación entre industrias, recursos
naturales y servicios.
Vamos
a encarar el problema de la deuda externa. No hay pagos de deudas que
se puedan sostener si el país no crece. Tan simple como esto: para
poder pagar, hay que crecer.
Buscaremos
una relación constructiva y cooperativa con el Fondo Monetario
Internacional y con nuestros acreedores. Resolver el problema de una
deuda insostenible que hoy tiene Argentina no es una cuestión de
ganarle una disputa a nadie. El país tiene la voluntad de pagar,
pero carece de capacidad para hacerlo.
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El
Gobierno saliente tomó una inmensa deuda sin generar más producción
con la cual obtener los dólares imprescindibles para pagarla. Los
acreedores tomaron un riesgo al invertir en un modelo que ha
fracasado en todo el mundo una y otra vez. Nosotros queremos resolver
el problema y para eso necesitamos que todas las partes trabajemos
responsablemente.
No
vamos a repetir la triste historia de misiones de técnicos
imprudentes que prometen planes que no pueden cumplir y toman
decisiones que luego terminan comprometiendo el destino de millones
de argentinas y argentinos.
Seriedad
en el análisis y responsabilidad en los compromisos que se asumen
para que los más débiles dejen de padecer. Bajo esas premisas
asumiremos toda negociación de nuestra deuda.
Existe
otro equilibrio básico que tenemos que construir: el equilibrio
federal y territorial.
Argentina
necesita poner fin a una estructura que muestra un país “central”
rico y pujante y un país “periférico” que busca desarrollarse a
partir de las mínimas concesiones que el país “central”
entrega. No pueden haber argentinos de primera y argentinos de
segunda. Argentina es una sola y mancomunadamente debe propender al
desarrollos de todas y cada una de sus regiones. Ese es el desafío
que enfrentamos y debemos superar.
Vamos
a poner en marcha estos Acuerdos Básicos de Solidaridad en la
Emergencia contando también con la participación de los
Gobernadores de todo el país, con un criterio federal innovador, en
clave productiva y social, más allá de lo meramente fiscal.
Llevaremos
una parte sustancial de la actividad política y administrativa del
Estado Nacional a las provincias, creando capitales alternativas, a
fin de que la realidad de esos lugares de nuestra Patria pueda
hacerse carne en los decisores de política, en los medios de
comunicación y adquiera, a su vez, la visibilidad que no tuvieron
durante décadas.
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También
vamos a realizar un análisis exhaustivo a fin de descentralizar y/o
relocalizar en distintas provincias a los organismos del Estado
Federal.
Así
como ahora el Instituto Nacional de Vitivinicultura funciona en la
Provincia de Mendoza y el Instituto Nacional de Investigación y
Desarrollo Pesquero funciona en la Ciudad de Mar del Plata, debemos
pensar en diversas alternativas que garanticen un nuevo federalismo.
Vamos
a poner a la Argentina de pie, con una infraestructura federal de
calidad, sostenible y sustentable, promoviendo el desarrollo regional
y creando juntos miles de puestos de trabajo en cooperativas de
servicio, pequeñas y grandes empresas.
Vamos
a desplegar por todo el país un Plan de Reactivación de Obras
Públicas, que estén asociados al desafío ecológico y nos permitan
mejorar un eco-sistema de relaciones ambientales, sociales y
productivas.
Serán
proyectos de ejecución rápida y con gran empleo de mano de obra
local, destinados a mejorar la seguridad vial y la accesibilidad, el
ordenamiento urbano y territorial, la construcción y el
mantenimiento de edificios públicos y la infraestructura hidráulica,
entre otros.
Nuestro
compromiso es garantizar la absoluta transparencia en la
administración de los recursos destinados a la obra pública. Los
ciudadanos podrán acceder a toda la información sobre el proyecto
de la obra, los costos de la misma, el proceso de licitación y
selección de la empresa ejecutora, monitorear los avances y
denunciar irregularidades.
Vamos
a desarrollar un ambicioso plan de regularización del hábitat y de
la construcción de viviendas. Es inadmisible pensar que en pleno
siglo XXI millones de argentinos no tengan un techo bajo el cual
guarecerse. El nuevo Ministerio del Hábitat y la Vivienda ha sido
instituido con el propósito de atender a la solución de esas
carencias.
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Vamos
a atender la salud de los argentinos a través del Ministerio que
alguna vez degradaron. La desatención que en estos años ha padecido
la salud en Argentina está a la vista. Enfermedades que creíamos
desterradas han vuelto a aparecer entre nosotros. De aquí en más,
arbitraremos las medidas pertinentes para que nuestros hijos sean
vacunados en tiempo y forma, para que en los hospitales no falten
insumos y para que los remedios lleguen a nuestros abuelos de menos
ingresos de modo gratuito.
Todos
estos desafíos debemos afrontarlos en un contexto internacional
convulsionado. Argentina no debe aislarse y debe integrarse a la
globalización. Pero debe hacerlo con inteligencia preservando la
producción y el trabajo nacional.
Queremos
una diplomacia comercial dinámica que sea políticamente innovadora.
Por eso en materia de relaciones internacionales, pondremos en marcha
una integración plural y global.
Plural,
porque Argentina es tierra de amistad y relaciones maduras con todos
los países.
Global,
porque esa integración es con el mundo y con lo local a la vez. Una
Argentina inserta en la globalización, pero con raíces en nuestros
intereses nacionales. Ni más ni menos lo que hacen todos los países
desarrollados que promueven el bienestar de sus habitantes.
Nuestra
Cancillería estará concentrada en conquistar nuevos mercados,
motorizar exportaciones, generar una activa promoción productiva de
inversiones extranjeras directas, que contribuyan a modificar
procesos tecnológicos y a generar empleo.
En
esa globalización también sentimos a América Latina como nuestro
“hogar común”.
Vamos
a robustecer el MERCOSUR y la integración regional, en continuidad
con el proceso iniciado en 1983 y potenciado desde 2003.
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Con
la República Federativa del Brasil, particularmente, tenemos para
construir una agenda ambiciosa, innovadora y creativa, en lo
tecnológico, productivo y estratégico, que esté respaldada por la
hermandad histórica de nuestros Pueblos y que va más allá de
cualquier diferencia personal de quienes gobiernan la coyuntura.
La
vamos a honrar, vamos a avanzar juntos en la construcción de un
futuro de progreso compartido.
Seguimos
apostando por una América Latina unida, para insertarnos con éxito
y con dignidad en el mundo. En 1974, el general Juan Domingo Perón
señalaba que “a niveles nacionales, nadie puede realizarse en un
país que no se realiza. De la misma manera, a nivel continental,
ningún país podrá realizarse en un continente que no se realice”.
Sabemos
que se trata de un mundo altamente complejo. Con graves problemas y
desequilibrios económicos. Han crecido en varios países movimientos
autoritarios, ha habido golpes de Estado y al mismo tiempo en varios
países crecen reclamos ciudadanos contra el neoliberalismo y la
inequidad social.
En
cualquier escenario, la Argentina levantará alto sus principios de
paz, de defensa de la democracia, de plena vigencia de los derechos
humanos. Defenderemos la libertad y autonomía de los pueblos a
decidir sus propios destinos.
Reafirmamos
nuestro más firme compromiso con el cumplimiento de la Cláusula
Transitoria 1ra de la Constitución Nacional y trabajaremos
incansablemente para potenciar “...el legítimo e imprescriptible
reclamo por la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur
y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares
correspondientes...”.
Lo
haremos sabiendo que nos acompañan los pueblos de América Latina y
el mundo y convencidos de que el único camino posible es el de la
paz y la diplomacia. Honraremos la memoria de quienes cayeron en la
lucha por la
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soberanía.
Lo haremos trabajando por la resolución pacífica del diferendo y
sobre la base del diálogo que propone la Resolución 2065 de las
Naciones Unidas.
No
hay más lugar para colonialismos en el Siglo XXI.
Sabemos
que para esta tarea no alcanza el mandato de un Presidente, o de un
Gobierno. Exige una política de Estado de mediano y largo plazo. Por
ello convocaré en la órbita presidencial a un Consejo donde tengan
participación todas las fuerzas políticas, la Provincia de Tierra
del Fuego, representantes del mundo académico y de los
excombatientes. Su objetivo será forjar un consenso nacional para
diseñar y llevar adelante las estrategias que permitan conducir con
éxito el reclamo más allá de los calendarios electorales.
Defenderemos
nuestros derechos soberanos sobre las Islas Malvinas, la plataforma
continental, la Antártida Argentina y los recursos naturales que
estas extensiones poseen porque pertenecen a todos los argentinos.
La
Argentina necesita una política ambiental activa, que promueva una
transición hacia un modelo de desarrollo sostenible, de consumo
responsable y de valoración de los bienes naturales.
En
esa búsqueda estamos inspirados en la Encíclica “Laudato Si” de
nuestro querido Papa Francisco, Carta Magna ética y ecológica a
nivel universal. Por eso hemos tomado como primera decisión
jerarquizar como Ministerio el área ambiental.
Reafirmamos
nuestro compromiso con el Acuerdo de París, promoviendo el
desarrollo integral y sostenible mediante una transición justa que
asegure que nadie quede atrás. Estas medidas son esenciales para
atender las vulnerabilidades del país, en particular, de los
sectores más desprotegidos, que son los que más sufren los efectos
del Cambio Climático. Necesitamos ordenar las condiciones para la
conservación y uso racional de los recursos
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ambientales,
de los bosques y la biodiversidad, de los humedales y los suelos, del
mar y sus recursos.
Queridas
argentinas, queridos argentinos:
En
simultáneo con la solidaridad en la emergencia, en los próximos
días estaremos enviando al Parlamento las bases legislativas para
institucionalizar un Consejo Económico y Social para el Desarrollo,
que será el órgano permanente para diseñar, consensuar y consagrar
un conjunto de políticas de Estado para la próxima década.
Le
daremos rango legislativo y propondremos que sus máximas autoridades
sean elegidas con acuerdo Parlamentario, por un período de gestión
que trascienda nuestro mandato.
Pretendemos
que en este ámbito plural se diseñen los grandes pilares
institucionales y productivos de mediano y largo plazo -sin
discusiones coyunturales-, rumbo a un desarrollo humano integral e
inclusivo.
Aspiramos
a que desde este Consejo se abran debates informados, con evidencia
científica, con participación creativa, con el concurso de técnicos
y profesionales de toda la Argentina que puedan inspirar la
construcción de rumbos diferentes.
Sabemos
que nuestro país no se destaca por haber tenido políticas de
Estado. Desde 1983 ha habido solo dos constantes. La decisión
irrevocable de vivir en una sociedad democrática y la voluntad de
integrarnos regionalmente.
Tenemos
la responsabilidad de asumir como políticas de Estado otros
imperativos morales irrevocables de la sociedad Argentina. Desde 1983
la sociedad ha trabajado para el Nunca Más al terrorismo de Estado,
para lograr Memoria, Verdad y Justicia. Los primeros avances se
lograron desde 1983 y luego se retomaron muchos otros desde 2003. Y
se impidió colectivamente cualquier retroceso en esta materia.
Estamos orgullosos como sociedad de tener hoy Fuerzas Armadas
comprometidas con la democracia.
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Hoy
es el Día Internacional de los Derechos Humanos. Y hoy, otra vez, la
Argentina vuelve a comprometerse con el respeto a los derechos del
hombre y a levantar ese compromiso como bandera inclaudicable en
cualquier país del mundo.
Mejorar
la calidad de los derechos humanos y cívicos implica también
superar esta pobre calidad institucional en la que vivimos.
Es
tiempo de ciudadanizar la democracia. Tenemos una democracia con
cuentas pendientes y siento que expreso a una generación que llega
en esta hora al poder para tomar la decisión de saldarlas.
Una
democracia sin justicia realmente independiente no es democracia.
Supo
decir un penalista clásico, que cuando la política ingresa a los
Tribunales, la justicia escapa por la ventana.
Sin
una justicia independiente del poder político, no hay república ni
democracia. Solo existe una corporación de jueces atentos a
satisfacer el deseo del poderoso y a castigar sin razón a quienes lo
enfrenten.
Hemos
visto el deterioro judicial en los últimos años. Hemos visto
persecuciones indebidas y detenciones arbitrarias inducidas por los
gobernantes y silenciadas por cierta complacencia mediática.
Por
eso hoy vengo a manifestar frente a esta Asamblea y frente a todo el
Pueblo Argentino, un contundente Nunca Más.
Nunca
Más a una justicia contaminada por servicios de inteligencia,
“operadores judiciales”, procedimientos oscuros y linchamientos
mediáticos.
Nunca
más a una justicia que decide y persigue según los vientos
políticos del poder de turno.
Nunca
más a una justicia que es utilizada para saldar discusiones
políticas, ni a una política que judicializa los disensos para
eliminar al adversario de turno.
Lo
digo con la firmeza de una decisión profunda: Nunca más es nunca
más.
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Porque
una justicia demorada y manipulada significa una democracia acosada y
denegada.
Queremos
una Argentina donde se respeten a rajatabla la Constitución y las
leyes. Queremos que no haya impunidad, ni para un funcionario
corrupto, ni para quien lo corrompe, ni para cualquiera que viola las
leyes. Ningún ciudadano por más poderoso que sea está exento de la
igualdad ante la ley. Y ningún ciudadano, por más poderoso que sea,
puede establecer que otro es culpable si no existe debido proceso y
condena judicial firme.
Cuando
se presupone la culpabilidad de una persona sin condena judicial se
está violentando no sólo la Constitución, sino los principios más
elementales del Estado de Derecho.
Para
superar este muro que lo único que ha garantizado en la Argentina es
la impunidad estructural, en los próximos días vamos a enviar al
Parlamento un conjunto de leyes que consagren una integral reforma
del sistema federal de justicia.
Al
mismo tiempo, estaremos reorganizando y concentrando los esfuerzos de
la justicia de modo que se pueda enfatizar con eficacia y
transparencia la investigación del crimen organizado, el crimen
complejo y el narcotráfico y la droga, que son flagelos que debemos
abordar con un carácter sistémico.
Se
trata de aprovechar valiosos y mayoritarios recursos que hoy existen
en nuestro sistema de Justicia, de modo de terminar con la mancha
ominosa que un sector minoritario le provoca a la credibilidad de las
instituciones.
En
el mismo sentido de transformación profunda, he decidido que sea
intervenida la Agencia Federal de Inteligencia, para impulsar así
una reestructuración de todo el sistema de inteligencia e
información estratégica del Estado.
Como
paso inmediato, dispondré la derogación del decreto 656 del 2016,
que fue una de las primeras y penosas medidas que la anterior
administración
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promovió
y que significó consagrar el secreto para el empleo de los fondos
reservados por parte de los agentes de inteligencia del Estado.
En
el marco de la derogación de dicha medida, que significó un
lamentable retroceso institucional, también he tomado otra decisión:
dichos fondos reservados, no sólo dejarán de ser secretos, sino que
serán reasignados para financiar el presupuesto del Plan contra el
Hambre en la Argentina.
Lo
mismo haremos con el resto de los fondos reservados que el actual
presupuesto nacional hoy prevé para las otras fuerzas armadas y de
seguridad, que serán mantenidos como tales en la medida
indispensable, sólo cuando necesidades estrictísimas de defensa y
seguridad lo exijan, y siempre con un máximo nivel de control
parlamentario.
Lo
digo y reitero con la firmeza de una convicción profunda.
Nunca
más al Estado secreto.
Nunca
más a la oscuridad que quiebra la confianza.
Nunca
más a los sótanos de la democracia.
Nunca
más es nunca más.
En
este contexto, les anuncio también que en las próximas semanas
estaremos enviando al Parlamento y sometiendo al debate informado de
la sociedad civil y los expertos de todo el país, una propuesta de
transformación y coordinación estructural de toda la política de
seguridad ciudadana y prevención de la violencia.
Aspiramos
a que sea no sólo una política de Estado sino también una política
de la sociedad. Concertada, plural, integral y co-gestionada, más
allá del plazo de nuestro mandato, entre todos los actores del
sistema político. Para evitar los péndulos peligrosos que no hacen
más que poner en cuestión la credibilidad de las instituciones.
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Queremos
poner a la Argentina de pie. Y en ese objetivo también tienen que
estar incluidas nuestras fuerzas armadas.
Para
eso tienen que estar capacitadas y equipadas, alistadas y
adiestradas, para el cumplimiento de la misión principal y las
misiones secundarias.
Queremos
una política de Defensa autónoma, defensiva y cooperativa,
articulando principalmente con los países de la región, con quienes
ya no tenemos hipótesis de conflicto.
Estamos
convencidos de que la ciencia, la tecnología, la producción para la
Defensa y la ciberdefensa pueden constituirse en vectores
fundamentales del desarrollo nacional.
Queremos
que el Sistema de Defensa continúe apoyando la política antártica
nacional, siendo nuestro país el que mayor presencia ininterrumpida
tiene en el continente blanco y el que más bases posee. Allí, el
aporte logístico de las fuerzas armadas hace posible que centenas de
científicos e investigadores puedan realizar su tarea, aún en
situaciones extremas.
Continuaremos
con las misiones de mantenimiento de la paz en el marco de nuestra
pertenencia a la Organización de las Naciones Unidas.
Como
Comandante en Jefe quiero decirles con claridad a nuestras fuerzas
armadas: tenemos una enorme oportunidad para mirar al futuro y hacer
de la política de Defensa una verdadera política de Estado, con un
consenso amplio de las fuerzas políticas y un fuerte compromiso con
nuestra Constitución Nacional.
Ciudadanizar
la democracia también es respetar la libertad de expresión y todas
las opiniones emitidas a través de los medios masivos de
comunicación.
En
tiempos de operaciones de intoxicación con noticias falsas a través
de las redes sociales, necesitamos más que nunca de medios
vibrantes, comprometidos con la información de calidad.
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Los
medios están hoy inmersos en un cambio tecnológico exponencial que,
al interpelarlos, también interpela a nuestra democracia. Nuestro
Gobierno asume el compromiso de acompañarlos con independencia en
esta transición. Y de consolidarlos como una gran industria del
conocimiento.
En
esta dimensión de pleno respeto, vamos a hacer una convocatoria a
una mejor calidad institucional en nuestra relación con los medios
periodísticos, a través de la reformulación en lo que ha sido
hasta hoy el manejo de la pauta de publicidad del Estado.
La
administración que hoy terminó, gastó un monto total de 9.000
millones de pesos en propaganda oficial.
Un
despropósito de propaganda estatal, en un país con hambre de pan y
hambre de conocimientos.
Queremos
una prensa independiente del poder e independiente de los recursos
que la atan al poder.
Por
eso, vamos a reorientar el presupuesto de publicidad del Estado bajo
otros criterios.
Queremos
que dejen de servir a la propaganda del Estado para que pasen a
servir al mejoramiento de la calidad educativa.
No
vamos a recortar esta cifra inmensa en su totalidad, porque afectaría
el movimiento empresarial de nuestros medios periodísticos. Pero sí
vamos a reorientarla.
Queremos
que los avisos que pague nuestro gobierno, en lugar de hacer
propaganda, contribuyan a mejorar el proceso de aprendizaje de
nuestros jóvenes.
Para
que la matemática, la historia, la literatura, la física y las
ciencias de nuestras currículas escolares, puedan ser enseñadas de
modo más eficaz y
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creativo,
a través de contenidos que sean desarrollados y diseminados por la
pauta publicitaria que se pone en marcha con los recursos del
Estado.
No
queremos avisos pagos con dinero de todos para que elogien las
bondades del gobierno de turno.
Vamos
a invertir el presupuesto de la publicidad oficial para publicar
avisos en los medios que serán herramientas pedagógicas, que nos
ayuden a mejorar el rendimiento educativo de nuestros jóvenes en
todo el país. Tenemos que poner estos recursos al servicio del
dictado de contenidos más accesibles y más adaptados a las demandas
modernas.
En
las próximas semanas estaremos convocando a las instituciones
periodísticas de todo el país, para que se sumen con su talento a
esta propuesta y se comprometan junto a docentes, científicos,
pedagogos y expertos en educación, bajo la consigna de mejorar la
calidad educativa.
El
sistema de medios del Estado –radio, televisión, agencias de
noticias, espacios culturales- también va a contribuir a este
propósito prioritario. Más y mejor educación para todas y todos.
Y
también vamos a promover que todas las jurisdicciones y los otros
Poderes del Estado del país, con un criterio federal, se sumen a
este propósito.
No
habrá pauta del Estado para financiar programas individuales de
periodistas. Sólo se destinará a instituciones periodísticas. En
la relación con los periodistas, más que nunca tiene sentido
aquella frase de que “las cuentas claras conservan la amistad y el
respeto”.
En
el mismo contexto de innovación, vamos a proponer una Gran Escuela
de Gobierno, con altísima excelencia académica, como eje de un
proceso de profesionalización, mérito y carrera administrativa en
el marco del Estado Nacional.
Impulsamos
todas estas decisiones porque entendemos que un Nuevo Contrato de
Ciudadanía Social implica poner en marcha una gesta educativa,
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científica
y tecnológica. Como alguna vez dijera Arturo Frondizi, debemos
lanzarnos “con decisión y coraje a la conquista del futuro”.
Pondremos
todos los esfuerzos necesarios para universalizar la educación de la
primera infancia, para que todas nuestras niñas y niños, desde los
45 días hasta los 5 años aprendan, jueguen y convivan en ese
espacio fundamental para su futuro como personas y para nuestro
futuro como nación que es la escuela.
No
descansaremos hasta que un niño en una zona rural tenga el mismo
acceso a una educación transformadora que una niña de un centro
urbano, viva en el punto del país que viva. Hoy existen regiones en
donde 3 de cada 10 chicos no comienzan su escolaridad antes de los 5
años y otras donde la mitad no lo hace antes de los 4.
Asimismo,
vamos a tener como prioridad avanzar en la extensión de la jornada
escolar, una iniciativa fundamental para romper las desigualdades de
origen. Empezaremos por las escuelas a las que asisten niñas, niños
y jóvenes de sectores que más necesitan del Estado, que ya no
pueden esperar más.
Nada
de esto será posible si no valorizamos a lo más importante de este
sueño que tenemos entre manos: queremos que cada maestro y cada
maestra deseen ser los educadores del futuro, el motor de cambio y
transformación de nuestra sociedad. Mejorar las condiciones de
trabajo y asegurar una formación inicial y permanente debe ser una
prioridad.
Durante
mi gobierno estableceremos las bases de un gran Pacto Educativo
Nacional, con todos los actores de la comunidad educativa y de la
sociedad.
Y
esto no es letra muerta de un discurso.
La
Argentina se hizo valiosa cuando Alberdi y Sarmiento trabajaron para
que la educación sea pública. Se hizo rica con la Reforma
Universitaria. Se hizo más potente cuando el justicialismo declaró
la gratuidad de la enseñanza universitaria.
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Reivindicamos
a la investigación científica y tecnológica porque ningún país
podrá desarrollarse sin generar conocimientos y sin facilitar el
acceso de toda la sociedad al conocimiento. He decidido que en
nuestro Gobierno el área respectiva recupere su jerarquía
Ministerial que nunca debió perder.
Junto
al movimiento obrero organizado, columna vertebral del acuerdo
social, también vamos a impulsar un esencial fortalecimiento de la
formación permanente para los trabajos del presente y del futuro.
Queremos que el cambio tecnológico tenga alma, que esté al servicio
de vivir bien, que multiplique productividad, inclusión y equidad.
No
quiero finalizar sin mencionar enfáticamente que en estos próximos
cuatro años haré todos los esfuerzos necesarios para que estén en
un primer plano los derechos de las mujeres. Buscaremos reducir, a
través de diversos instrumentos, las desigualdades de género,
económicas, políticas y culturales. Pondremos especial énfasis en
todas las cuestiones vinculadas al cuidado, fuente de muchas
desigualdades, ya que la mayor parte del trabajo doméstico recae
sobre las mujeres en Argentina al igual que otros países.
Ni
una Menos debe ser una bandera de toda la sociedad y de todos los
poderes de la república. El Estado debe reducir drásticamente la
violencia contra las mujeres hasta su total erradicación.
También
en nuestra Argentina hay mucho sufrimiento por los estereotipos, los
estigmas, por la forma de vestirse, por el color de piel, por el
origen étnico, el género o la orientación sexual. Abrazaremos a
todos quienes sean discriminados. Porque cualquier ser humano,
cualquiera de nosotros, puede ser discriminado por lo que es, por lo
que hace, por lo que piensa. Y esa discriminación debe volverse
imperdonable.
Nuestra
ética política reivindica los valores de la solidaridad y la
justicia. A todos los argentinos nos afecta la crisis. Quiero
dirigirme un momento también a quienes están en una mejor situación
económica. A los argentinos
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que
por su esfuerzo o por el motivo que fuera tienen una situación más
placentera.
En
un contexto de gravedad extrema, de emergencia, debemos comprender
que no existe la posibilidad de pedirle sacrificios a quien tiene
hambre, no se le puede pedir sacrificios a quien no puede llegar a
fin de mes. Debemos salir de esta situación con solidaridad, para
que cuando se encienda la economía todos los sectores, sin
excepción, puedan verse beneficiados. Pero hasta eliminar el hambre
le pediremos mayor esfuerzo solidario a quien tenga más capacidad de
darlo.
Comenzar
por los últimos, para llegar a todos.
Y
así, proponemos una Argentina donde el abrazo crezca, se
multiplique, porque necesitamos unirnos. Si logramos detener el odio,
podremos detener la caída de la Argentina.
La
primera y principal liberación como país es lograr que el odio no
tenga poder sobre nuestros espíritus. Que el odio no nos colonice.
Que el odio no signifique un derroche de nuestras personas viviendo
en comunidad.
Quiero
terminar agradeciendo profundamente la generosidad y destacar la
visión estratégica que nuestra vicepresidenta, Cristina Fernández
de Kirchner, ha expresado en este tiempo de la Argentina.
Permítanme
también recodar en esta hora a tres personas que me signaron en la
vida.
Quiero
recordar a mi madre que me marcó con su ejemplo.
Quiero
recordar a Esteban Righi quien me inculcó como nadie los mejorrs
valores del Estado de Derecho.
Y
quiero recordar a Néstor Kirchner, quien en el año 2003 me permitió
participar de la maravillosa aventura de sacar a la Argentina de la
postración.
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Quiero
agradecer también a todas mis compañeras y compañeros del espacio
político que nos ha llevado a la victoria, por la permanente
dedicación y militancia.
Muchas
veces me he preguntado en estos días por qué motivos quisiera que
nuestro Gobierno sea recordado en el futuro.
Quisiera
que seamos recordados por haber sido capaces de ayudar a volver a
unir a la mesa familiar. Que las lógicas y saludables diferencias
políticas que pueden existir en una familia puedan dialogarse en paz
y en respeto, sin divisiones o peleas.
Quisiera
que seamos recordados por haber sido capaces de superar la herida del
hambre en la Argentina, que es un insulto a nuestro proyecto
colectivo de vida en común.
Quisiera
que seamos recordados por haber sido capaces de superar la lógica
perversa de una economía que gira alrededor de la desorganización
productiva, la codicia, la especulación y la infertilidad para las
mayorías.
Quisiera
que dejemos como huella haber reconstruido la casa común con un gran
proyecto nacional, un Acuerdo Estratégico para el Desarrollo, del
cual nos sintamos orgullosos.
Por
eso, deseo que las palabras finales de mi primer mensaje como
Presidente de toda la Argentina, no constituyan una respuesta sino
una pregunta.
Las
respuestas sin preguntas son como árboles sin raíces. Y sólo en el
encuentro entre las preguntas y las respuestas nuestras palabras
adquieren vida real.
¿Seremos
capaces, como Argentina Unida, de atrevernos a construir esta serena
y posible utopía a la cual nos llama hoy la historia?
¿Seremos
capaces como sociedad?
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¿Seremos
capaces como dirigentes?
Yo
quiero ser el Presidente de la escucha, del diálogo, del acuerdo
para construir el país de todos.
Días
atrás un amigo me señalaba la importancia de todo ello en el futuro
que se avecina. Tenía razón al decir que tenemos que aprender a
escucharnos aun sabiendo que no pensamos los mismo. Demasiado tiempo
probamos el método del enojo y del rencor. Todas y todos debemos
despojarnos del rencor que cargamos. Volvamos a ganarnos la confianza
del otro. Volvamos a confiarnos entre nosotros.
Nos
ha llegado la hora. Por eso estoy aquí.
Cuando
mi mandato concluya, la democracia argentina estará cumpliendo 40
años de vigencia ininterrumpida.
Ese
día quisiera poder demostrar que Raúl Alfonsín tenía razón.
Espero
que entre todos podamos demostrar que con la democracia se cura, se
educa y se come.
Pongámonos
de pie y empecemos nuevamente nuestra marcha.
Muchas
gracias.
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