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Transición en llamas: revanchas, cantos y aprietes de militantes K

Tras la victoria del domingo, hubo intimidaciones y escenas de violencia contra funcionarios y directores de Cambiemos en el INTI, Télam, la Tevé Pública y el Enacom. Las frases de Hebe de Bonafini y Moyano.

Cada vez que uno de los jefes de la agencia de noticias del Estado, Télam, entra en la redacción de ese organismo público escucha el mismo murmullo. La marcha fúnebre. Lo mismo cuando se va. La marcha fúnebre. ¿Qué está pasando? Los empleados de ese ente estatal identificados con el espacio K, aquellos que palpitan la vuelta al poder del peronismo, decidieron empezar a despedir a su actual jefe, con el que están enfrentados, tarareando esa canción de entierro. Empezó la transición. No solo la más evidente, la que se va conociendo a través de la prensa, la que involucra al Presidente electo y al Presidente saliente, o su dirigencia dedicada a acomodar los cambios en el poder.
Son cada vez más los organismos del Estado en los que militantes autoidentificados como K avanzan con tono de revancha, amenaza, y hasta usando la violencia contra sus superiores, que dejarán sus puestos el 10 de diciembre. Son trabajadores que siguieron en labores durante la gestión de Macri, y que en muchos casos reclamaron durante todo ese mandato por quejas variadas, aunque enfocadas en despidos masivos de otros trabajadores y supuesta persecución política. Son una minoría. Pero son influyentes y están cada vez más radicalizados. Alternancia democrática pero azuzada con acciones de intolerancia explícita.
Las elecciones que llevaron al triunfo a la fórmula Fernández-Kirchner fueron el domingo pasado. Bastaron cinco días hábiles para que estos grupos de empleados del Estado se animaran al plan "revancha". A este escenario, se le sumaron declaraciones de referentes K de diferente peso político o representación, como Hebe de Bonafini o el actor Pablo Echarri. Ambos menospreciaron al electorado que votó de modo distinto a ellos. Las acciones de los K que "despiden" al macrismo del Estado y los dichos ya no "moderados" de referentes del ultra cristinismo son contrarios a lo que postula Alberto Fernández: "Vamos a cerrar la grieta", repite, en público y en privado.
Desde que se conoció el resultado de las elecciones generales, el domingo pasado, todo se aceleró.
La misma noche de la elección, las autoridades del INTI sufrieron intimidaciones de parte de sindicalistas de ATE, un gremio estatal K.
Los representantes de los empleados de ese ente público protestaban -con todo derecho- por el despido de 256 compañeros de trabajo. Una vez conocido el triunfo de los Fernández, esos reclamos tomaron otro matiz.
Según se comprobó con videos de cámaras internas del INTI, el sindicalista Fernando Yapur entró a las oficinas de Recursos Humanos del organismo, sin autorización, las empapeló, rompió objetos y terminó esa manifestación individual, generada con el supuesto objetivo de defender los derechos laborales, con heterodoxia: orinó el lugar.
El INTI había denunciado que el director administrativo Mariano Zlanatoff había sido agredido por una patota de ATE. La golpiza le produjo lesiones en varias partes de su cuerpo.
Esa violencia fue repudiada por el otro gremio de los estatales, UPCN, que convocó a sus colegas de ATE a la moderación pidiendo "responsabilidad".
Los funcionarios del Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) también sufren hace días el acoso de empleados que dicen ser kirchneristas: les gritan o los intentan amedrentar recordándoles que dejarán el poder en diciembre próximo.
En la Televisión Pública, hay conductores de programas que, estando al aire, reciben insultos políticos vía las "cucarachas" que se ponen en sus oídos, un auricular que se utiliza para recibir instrucciones o consejos desde el control de producción.
El canal del Estado también apareció empapelado, en partes de su edificio laberíntico y de grandes dimensiones con la consigna: "Chau".
En Télam, además de la marcha fúnebre antes narrada, una escena patética, también se escrachó a editores y otros jefes con sus caras, en un video editado con una cumbia que alude a un "chau" zumbón.
Una vez pasadas las elecciones, también, y ante el resultado ajustado no esperado por el PJ-K, referentes de ese espacio, de espesura política distinta, alzaron sus inquietudes.
Lo hicieron, en general, atacando a los votantes de Macri.
La titular de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, describió a ese electorado disidente con sus ideas como un "cáncer". Dijo además que esos millones de argentinos fueron los que con "sus votos" trajeron las botas", en alusión a la última dictadura militar, cuyos jefes, por supuesto, no fueron elegidos de modo democrático por nadie, nunca, jamás.
Bonafini no aclaró si apuntó a quienes votaron en 1974 a la fórmula Perón-Perón, que culminó con la vicepresidenta María Estela Martínez, viuda de Perón, se entregó ante el golpe al Estado que lideraron las Fuerzas Armadas.
Entre otras voces, también descalificaron a los votantes de Juntos por el Cambio el actor Pablo Echarri, kirchnerista exultante. "Me sorprendió bastante el aluvión antiperonista, deberían estar todos esquiando (en las PASO)", intentó ironizar el artista.
El ex secretario general de la CGT, Hugo Moyano, reapareció tras días de silencio en la campaña y no se ocupó de la problemática de la pobreza o el hambre. Se enojó con la prensa: "Algunos periodistas hicieron mucho daño y tienen que pagar".
Moyano coincidió así con un pedido de revisión de la profesionalidad periodística que hizo ayer a la noche Jorge Rial, especialista en chimentos del jet set.
Los dos coincidieron además en que esa revisión del accionar de la prensa debía hacerse sobre los últimos años. Y nada más. No parece ser un verdadero interés para conocer cómo trabajaron los medios en la Argentina, sino un simple ataque a quienes investigaron casos incómodos para los K en el corto plazo pasado.
Empezó la transición.

Nicolás Wiñazki