https://mail.google.com/mail/u/0/?ui=2&ik=3ab76eea9c&view=att&th=1648a6d4d6c2fa40&attid=0.1&disp=safe&zw
BYMADATA - Cotizaciones en Tiempo Real | BYMA Bolsas y Mercados Argentinos

¿Por qué te parece que todos tienen más plata que vos?

Tu vecino te cuenta que se estará mudando a una zona mejor. Tu compañero de trabajo cambió el auto y un amigo está por hacer de nuevo un viaje al exterior. ¿Cómo pueden pagar todo esto? 
Vos estás seguro de que esas personas no ganan mucho más dinero que vos. Entonces… ¿cómo hacen para ser capaces de poder gastar todo ese dinero?

Quizás muchos de ellos estén tapados de deudas, sean herederos de una fortuna o quizás nunca sean capaces de poder jubilarse. O, quizás, hayan descubierto el gran secreto del dinero: “Vos podés tener cualquier cosa que quieras. Lo que no podés es tenerlo todo”. Ese auto nuevo, esa casa y ese viaje exótico son el resultado final brillante de una serie de decisiones ocultas y que no salen a la superficie.

Lo que uno habitualmente no ve son las implicancias y consecuencias de estas decisiones.
Vos ves lo que los otros quieren que veas
Esto es importante que lo recuerdes cuando estés maquinando acerca de los gastos de otra persona. Los economistas y psicólogos nos dicen que nos preocupamos sobre nuestro status, especialmente con nuestros pares, y que lo que consumimos puede ser una manera de demostrar que estamos progresando.

Podemos perder autoestima si sentimos que nuestro consumo está por debajo de la media de nuestro grupo más cercano. O ganar autoestima si pensamos que nuestro consumo está por encima de la media.

Esta dinámica lleva a lo que el economista Thorstein Veblen llamó en 1899 el “consumo ostentoso”. Este término era utilizado para describir cómo gente que recientemente se vuelve rica compra bienes de lujo (como autos, grandes casas y joyas) para demostrar su poder económico e impulsar su estatus social.

Desde entonces, los economistas han confirmado que el consumo ostentoso, la presión de los pares sobre el gasto y mantenerse en la cresta de la ola no es algo a lo que se limiten sólo los más ricos. Algunos creen que leer y enviar señales sobre el estado financiero impregna nuestras vidas. Basta con que le des un vistazo rápido a las actualizaciones de tus amigos en Facebook o Instagram.

Muchas de nuestras decisiones están basadas en este efecto comparativo. Incluso en algunos casos puede dirigir a las personas a conseguir el éxito económico. Este impulso competitivo los lleva a trabajar más, invertir más y perseverar ante las dificultades.

Lamentablemente, también puede conducir a muchas personas a gastar dinero en cosas que no son importantes para ellas y no hacerlo en las que sí lo son.

No podés ver lo que resignaron
Quizás lo que estés viendo sea brillante, pero hay algo que no se ve: todo lo que se privaron para poder hacer eso. Tengo un amigo que estuvo a polenta y arroz 2 meses para poder irse de vacaciones.

También ellos pueden tener una montaña de deudas o quizás piensen retirarse a los 80 años.

Por otra parte, muchas personas tienen poca idea de a dónde se va su dinero y la inquietante sensación de que lo están malgastando por cosas equivocadas.

A veces se encuentran realizando preguntas a su asesor financiero como: “¿Es esto lo que los demás gastan en alquiler? ¿Te parece razonable?”.

Cuando, en realidad, lo que deberían ver es que es importante para ellos en lugar de lo que es importante para sus vecinos, amigos y familiares. Que sus gastos estén de acuerdo con sus valores y a sus prioridades.

Una manera diferente de mirar tus gastos
Además de pensar en tus gastos de acuerdo con tus valores, mirarlo como lo que resignaste para conseguirlo también puede ser una forma de ver cuáles de ellos realmente te generan satisfacción y no sólo apariencia frente a otros.

Si bien utilizamos la moneda para medir el precio de un bien por otro, la realidad es que para todos no tiene el mismo valor. Esto se debe a que ganamos diferente cantidad de dinero. Sin embargo, hay algo que tiene en común la persona más rica y más pobre del mundo: las horas que tiene su día.

Entonces, una forma interesante es medir cuánto valen las cosas es en función del tiempo que tenés que trabajar para conseguirlas. Para esto es importante que puedas conseguir cuánto vale tu hora de trabajo.

Para obtener este número, tenés que dividir cuanto ganás por mes por las horas que trabajás al mes.

Con este número podrás tener al menos dos perspectivas respecto a una misma decisión de compra. Veamos un ejemplo.

Supongamos que estás analizando entre comprarte un auto de $600.000 y uno de $800.000. Ambos son muy buenos autos, pero claro está que quizás el de $800.000 “demuestre más estatus” que el otro.

Si ganás $30.000 al mes y trabajás 184 horas, obtenés que el valor de tu hora es de $163. De esta manera, una primer perspectiva implicaría notar que para comprar ese auto tendrás que pagar 1.226 horas más de tu trabajo.

Y, como segunda perspectiva, también cabría la pregunta de si realmente el mostrar “mayor status” implica para vos resignar 1.226 horas de tu trabajo para esto. Quizás preferirías pasar ese tiempo con tu familia y tener el otro auto que también es muy bueno.

Como verás, al final de todo lo más importante es que persigas eso que te hace feliz a vos y no a tu entorno. Teniendo eso en mente verás como el mismo dinero que ganás hoy te puede hacer mucho más feliz.

Saludos,

Matías Daghero

Para CONTRAECONOMÍA