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Dante Sica escapa de 1984 en el DeLorean

El funcionario está convirtiendo al Ministerio de Producción en el orwelliano Ministerio de la Abundancia 
En esta nota te voy a explicar cómo el clásico de George Orwell parece nunca quedar obsoleto por estas latitudes. Comencemos...

El Ministerio de la Abundancia de Peronia
En términos generales, se podría decir existen dos tipos de ficción. Por un lado existen las historias utópicas donde se “pinta” un futuro de manera optimista, o sea, un futuro mejor.

Por el contrario, también existen historias distópicas, donde todo es gris y reina el caos. Un ejemplo de historia de ficción distópica es la película Matrix, pero también la novela de George Orwell titulada “1984”.

Concretamente, en este clásico de la literatura mundial, Orwell retrata de manera ácida una sociedad que ha sido fagocitada por el socialismo; una sociedad que sufrió y continúa sufriendo un paulatino proceso de degradación, no sólo en términos económicos, sino también a nivel cultural.

De hecho, el mensaje central es que, en última instancia, el socialismo/comunismo lo que termina por degradar es al ser humano en todas sus dimensiones, dado que no solo lo empuja a una miseria económica, sino que su espíritu y sus capacidades terminan por sucumbir.

Uno de los infinitos guiños del autor para mostrar esto está dado por cómo, en la historia, los líderes socialistas renombran a los ministerios.

En concreto, a los fines de esta nota, vamos a poner el foco en el Ministerio de la Abundancia.

En la historia, el Ministerio de la Abundancia se corresponde con lo que sería el Ministerio de Hacienda o de Economía de nuestra sociedad actual; también análogo al Gosplan, aquel organismo ruso que se ocupaba de la planificación centralizada de la economía soviética.

O sea, el Ministerio de la Abundancia era el organismo desde el cual se comandaba la economía, racionando la comida, víveres y demás ítems, en un contexto donde no tenían el control de los medios de producción.

Claramente, en un contexto donde la escasez es la regla, resulta irónico que dicho ministerio se titule de “Abundancia”. El punto de contacto de la historia con nuestro caso es a través del nefasto personaje de Dante Sica. 
Dante Sica, cabeza del Ministerio de la Abundancia
Apenas asumió, te lo advertí, nada bueno podía salir de él.

Pasaron los meses, y las declaraciones y políticas sugeridas y aplicadas ya me están dando la derecha.

En concreto, desde dicho organismo han salido dos propuestas ultra-polémicas, dignas del Ministerio de la Abundancia orwelliano:

1) El bono compulsivo de fin de año: Se obligará a las empresas privadas a entregar el equivalente a $5.000 a sus empleados a fin de año, que podrá pagarse en 2 cuotas de $2.500 y/o de otra manera si la empresa o rubro se encuentra en crisis. Sería un pago no remunerativo.

2) Cepo a los despidos: Hasta el 31 de marzo, antes de disponer despidos sin justa causa los empleadores deberán comunicar la decisión al Ministerio de Producción y Trabajo con una anticipación no menor a diez días hábiles.


Antes de avanzar, quiero aclarar algunas cosas: obviamente no estoy en contra de que se intente mejorar la vida del trabajador, y de que se intente evitar ocurran despidos, pero esta no es la forma.

Tal como bien dijo Milton Friedman, a las políticas no hay que juzgarlas por sus intenciones, sino por sus resultados. Y te lo anticipo, esto, de aplicarse, no puede generar más que resultados paupérrimos.

Volviendo un poco, me parece oportuno destacar que ambas medidas propuestas son netamente socialistas. Básicamente, son paliativos que intentan disfrazar y/o emparchar las consecuencias de una crisis. Crisis que, de hecho, ha generado el mismísimo Estado. Para ponerlo más claro: el Estado ha agujereado la “pelopincho”, y luego obliga a emparchar los agujeros con cinta de papel a un tercero, a costo del tercero.

Ya sabemos cómo termina esto, no hace falta aclararlo.

Lo que sí me parece pertinente mencionar es lo siguiente: en un contexto donde la actividad económica está en caída libre, el uso de la capacidad instalada de la industria está en mínimos desde la salida de la convertibilidad, y -sobre todo- la producción industrial está en el subsuelo (el último dato del EMI muestra una caída del 11,5% en septiembre, la peor en 9 años) obligar a las empresas a pagar un bono y a no poder o hacer difícil el proceso de despedir gente me parece un delirio.

Ningún empresario disfruta despedir gente.

Generalmente, de hecho, es una medida que el empresario toma como algo de última instancia.

Así, la no posibilidad de despedir gente, sumado a este nuevo peso del bono de fin de año, en un contexto donde incluso está en duda la capacidad de pagar los aguinaldos en algunos sectores, me parece un sinsentido.

Para resumirlo: el Ministro de la Abundancia, Dante Sica, está empujando a las empresas a su quiebra.

Dada la tendencia, seguramente cuando lo hagan, les ofrecerá un bail-out o rescate, para hacer al asunto todavía más comunista.

Hasta la semana próxima,

Juan I. Fernández

Para CONTRAECONOMÍA