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Una vieja orden de Guillermo Moreno les consiguió un negocio millonario a los ensambladores de Tierra del Fuego, que no está relacionado a las computadoras sino a la exportación de langostinos.
Durante el gobierno de Cristina Kirchner, en pleno cepo cambiario, el entonces secretario de Comercio autorizaba más importaciones a aquellos empresarios que ingresaban dólares al país a través de exportaciones. Es por eso que empresas como la automotriz Audi terminaban exportando aceitunas.
Uno de los pocos que se atrevió a quejarse fue el actual ministro de Energía, Juan José Aranguren, que por entonces era presidente de Shell y se quejaba de tener que exportar "calzoncillos o aceitunas" para conseguir dólares.
El ex Secretario de Comercio advirtió que los empresarios que querían importar se estaban volcando en masa al negocio de la aceituna, de fácil colocación en el exterior y por eso definió nuevas imposiciones, para que la medida se enmarcara en una promoción de la industria y no en un disparate.
Es por eso que a algunos empresarios cercanos al kirchnerismo los obligó a comprar buques pesqueros para promocionar la industria ictícola.
Años después, dos de esos empresarios comenzaron a recibir la recompensa por haber acatado la disposición de Moreno.
La explosión del langostino del Mar Austral está haciendo millonarios a Rubén Cherñajovsky, del Grupo Newsan, encargado de las fabricaciones de Sanyo y Noblex en Tierra del Fuego; y a Carlos Suaya, presidente de la sucursal argentina de Banghó, que amenazó con 400 despidos cuando el Gobierno anunció la quita de aranceles en Tierra del Fuego y consiguió que dieran marcha atrás.
A lo Forrest Gump, Newsan se convirtió en la principal exportadora pesquera del país, con un share superior al 15 por ciento del mercado.
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